‡Principe de los asesinos #1‡|KOOKJIN|

Capitulo siete

El jefe salió del ascensor, con cuatro agentes detrás de él. Holt se tensó en su silla, a un lado de Seokjin, mientras Jeikei se apoyaba en la ventana de la sala de conferencias, detrás de ellos. Les cubría las espaldas, pero se mantenía al margen. Seokjin se puso en pie cuando Kane dejó a sus agentes en el vestíbulo y atravesó la zona de recepción, sin obstáculos. Zoe estaba en otra parte del piso, haciendo su trabajo. Seokjin confiaba en que los tres pudieran ocuparse de Kane rápidamente, antes de perder a Avery y a Lucas en su huida o en las fuerzas del orden.

Kane empujó la puerta de cristal, prácticamente gruñendo.

—No te has presentado en la comisaría esta mañana.

—Se suponía que Helena iba a pasar por allí de camino al juzgado.

—Tu hermana no era la que estaba con Jodie y Ray antes de sus muertes.

—Horas antes —respondió Seokjin—. Anoche repasamos todo esto.

Kane sacó un papel doblado del bolsillo de su chaqueta y lo deslizó por la mesa.

—En relación con la investigación de sus asesinatos, tenemos una orden para registrar el local.

—Creía que era una disputa entre ellos y un tercero —dijo Seokjin—. ¿Qué tiene que ver con nosotros?

—Trabajaban aquí, ¿no? —Kane hizo un sutil movimiento de cabeza hacia la orden judicial, y Holt la alcanzó. Desplegó el papel donde Seokjin pudiera verlo, incluyendo la nota manuscrita de Helena en su interior.

Deja que busquen. Parámetros limitados.

Kane sólo estaba haciendo su trabajo, y Helena ya lo había autorizado. La otra autorización que Seokjin esperaba apareció un momento después, Zoe de nuevo en la recepción.

—Adelante —le dijo a Kane—. Zoe mostrará a tus oficiales los espacios de trabajo de Jodie y Ray.

—No encontrarán nada —dijo Holt, una vez que Kane salió—. Por eso merece la pena no tener papeles.

—¿No hay nada en papel? —preguntó Jeikei detrás de ellos.

—No si podemos evitarlo —dijo Seokjin.

Kane volvió a entrar en la habitación, pero antes de que ninguno de ellos pudiera hablar, un gemido agudo surgió de la cuna que habían enrollado en el rincón. Holt se levantó de la mesa.

—Es como si supiera que estás aquí —murmuró.

El mal humor de Kane se rompió en una sonrisa genuina.

—No puedo evitar que le guste.

—Oh, ¿es eso lo que crees que es? —Holt sacó al bebé de la cuna, y Kane se acercó lo suficiente como para arrullar sin parecer demasiado interesado a nadie fuera de las paredes de cristal de la sala de conferencias.

Por mucho que la visión calentara el corazón de Seokjin, tenía que avanzar.

—¿Me necesitas para algo más? —le preguntó a Kane. El jefe se metió las manos en los bolsillos.

—¿Alguna novedad?

—Estamos investigando.

—Maldita sea, Seokjin.

—Está bajo control.

—Yo no contaría con ello —dijo Jeikei, con la tableta de Holt en la mano—. Están acelerando el ritmo. —Le dio a Seokjin la tableta, abierta en la transmisión de vigilancia de los muelles de carga del lado sur. Avery y Lucas se apresuraban, como si estuvieran utilizando la presencia policial como distracción. O como si trataran de sacar algo antes de que la policía lo encontrara.