siete

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Taehyun se encontraba frente al escritorio de su habitación con un libro de Historia del Derecho listo para ser leído y memorizado, cuyas páginas eran iluminadas por la lámpara reposando en la superficie del mobiliario. Sin embargo, su mente había escapado de aquellas cuatro paredes hacia quién sabe qué lugar lejano de la galaxia.

No podía dejar de pensar en algo. O mejor dicho, en alguien. Sentía una gran fuerza oprimir su pecho con furia, haciéndole imposible concentrarse en el texto que debía leer. Lo había intentado varias veces a lo largo de la última hora, pero era en vano; le tomaba menos de una oración verse inmerso en sus pensamientos de nuevo.

Se sentía confundido. ¿Por qué no podía sacarse a su mejor amigo de la cabeza? Incluso cuando cerraba los ojos, él seguía allí. Podía sentir casi de forma vívida el tacto de sus manos, su aliento chocando contra su oreja o lo cálido de sus abrazos con solo imaginarlo. Pasaron solo unos cuantos días desde la última vez que se vieron, ¿por qué ya lo extrañaba de aquella manera?

¿Por qué le incomodaba tanto que le hablara sobre Sunwoo ahora? Incomodar, molestar... Era absurdo. ¿Estaba siendo un egoísta? ¿Por qué no podía alegrarse por su mejor amigo de forma genuina? O al menos, que no le importase.

Nunca se había sentido de aquella forma, menos con respecto a su amigo. No tenía sentido, era descabellado. Intentaba buscar una razón lógica, como que solo su inconsciente lo engañaba para mantenerlo distraído o intentaba buscar consuelo emocional tras haber fallado en conseguir la atención de alguien más antes. ¿Podría ser eso, verdad?

Sino, ¿qué otra cosa podría ser?

Tenía un nudo en la garganta. Culpable. Taehyun es culpable por tener lágrimas a punto de salir de sus ojos. Taehyun es culpable de retenerlas, no se permitiría llorar. Era una estupidez, solo estaba confundido. Quizá solo deba reprimir aquel creciente sentimiento que se formaba en su corazón para poder superarlo y seguir adelante.

Pero ahí estaba de nuevo el mayor, acechando sus pensamientos.

¿Por qué tenía que ser su mejor amigo, entre todas las personas del mundo? ¿Acaso se creyó todas esas palabras bonitas y suaves toques que le concedía el mayor? Era un estúpido. ¿Por qué tenía que arruinarlo todo? ¿Por qué tuvo que caer tan fácil? ¿Por qué era tan complicado deshacerse de aquel dolor?

Tantas dudas, todas y cada una de ellas sin respuestas. O al menos, no unas que él quisiera conocer. Fue entonces cuando al fin una lágrima cayó, humedeciendo la página del libro que llevaba minutos viendo fijamente sin retener una mínima parte de su contenido. Posteriormente, solo cerró el tomo y reposó su cabeza entre sus brazos, intentando nublar su mente sin éxito alguno.

«Beomgyu, por favor, déjame en paz» murmuró tan bajo que por poco ni él mismo pudo escucharlo. Y sin embargo, era lo suficientemente ruidoso como para seguir perturbando su tranquilidad.

...

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mala idea. [taegyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora