El rey de las maldiciones.

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"¡Mierda, mierda, mierda!" - son los pensamientos erráticos de Fushiguro al ver a la maldición que solo era mera información histórica para él.

Tenía que actuar rápido, distraer a Sukuna era la prioridad, muy probable esto sería su muerte pero dará tiempo a Gojo de llegar, tal vez y con suerte Geto viniera con él, dos de los hechiceros más poderosos tal vez podrían detenerlo o quitarle el objetivo que le permitió tener una forma corpórea.

Tomando posición el joven aprendiz de hechicero  inicia la invocación de alguno de sus Shikigamis, nota que esto llama la atención del monstruo.

- Joo, con que esa técnica sobrevivo el paso del tiempo - Sukuna comenta con una risa mirando al joven, era horriblemente idéntico al mocoso amigo de su Yuuji, misma cara, mismo pelo parecido a un puercoespín marino, incluso misma técnica, - "Puede que sea su reencarnación" - es el pensamiento, pero no porque el adolescente frente a él tenga esa apariencia, puede imaginar a su mocoso regañandolo pero ese hechicero debe morir.

- Hoy pasará algo que no veras todo los días mocoso, te daré la oportunidad de atacarme primero - dice Sukuna con unas sonrisas arrogantes en sus bocas.

Fushiguro decide que es momento de arriesgarse, no ha dominado del todo a cada sombra que posee pero era intentarlo o huir evitando que su profesor tenga un chance, pero el destino es curioso por sobre todas las cosas.

Un puñetazo conecta directo en la mejilla del rey maldito, sin duda algo inesperado sobretodo por el hacedor de tal hazaña, Itadori Yuuji, un simple humano sin uso de energía maldita.

- Ooh, tiene agallas mor... - la frase de Sukuna quedó muerta en el aire al posar sus ojos en el humano que se atrevía a tal acto de estúpida valentía.

Pero de todo posible rostro que Sukuna pensó que vería, no esperó que fuera el que sus cuatro ojos estan observando en este momento.

- Yuuji... - suavemente y casi inaudible escapa el nombre que llevo años susurrando en el limbo donde paso estos últimos mil años.

- !Me vale quien seas, TIENES QUE DEVOLVER ESA MALA! - es el grito determinado de Yuuji mientras cierra sus puños y toma posición para dar otro golpe, maldición o no, el joven de cabellos rosados teme más al castigo de su padre que la criatura frente a él.

Y por primera vez Sukuna no desea pelear, él sabe que no es su Yuuji, que es solo un humano idéntico a su esposa si hubiera llegado a crecer, su mocoso, su pequeño rayo de sol, alguien seguramente esperaría que ese recuerdo ablandara ligeramente el corazón del rey pero la realidad era distinta, el ver al mocoso frente suyo lo enfurecia, le hacía rabiar en cólera iracunda, le provoca destruir todo con más fuerza, pero a la par, un profundo dolor lo embargaba, una punzante necesidad de abrazar a ese desconocido, engañarse a sí mismo creyendo que es su mocoso y que lo tiene en sus brazos una última vez, como no pudo hacerlo cuando se lo arrebataron.

"Será mejor deshacerme de él rápido" - es el pensamiento de Sukuna, un corte limpio como le hicieron a su Yuuji acabara con este humano que trae todas emociones a su persona.

Pero ahora algo más atacó a Sukuna, una bola que explotó al contacto con su rostro liberando energía maldita en forma de humo.

"Curiosa uso de la energía maldita, deberé mantener a ese hechicero vivo un rato" - es el pensamiento fugaz de Sukuna mientras dispersaba el humo, no tenía mucho efecto, su piel conseguía solo un tono de piel algo rojo, pero seguramente si estudiaba está técnica podía hacerla más letal.

- ¡YUUJI! - un grito que atrajo las miradas a los dos jóvenes y a las maldición - ¡Ven para acá! - la voz del hombre es desesperada, es un padre preocupado porque sabe que lo que está frente a su hijo es peligroso.

Y de las cenizas, surgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora