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Al principio, Carola se quedó estupefacta, bueno, no exactamente sorprendida, después de todo estamos hablando de Sergio Pérez, había visto las fotos frente al espejo con esos skinny jeans blancos, ligeramente sorprendida parecía ser la mejor expresión.

Tenia esa sensación que tienes cuando crees que conoces muy bien a una persona y luego te revela su secreto mejor guardado de alguna manera te sientes engañado pero al mismo tiempo este cierto tipo de excitación comienza a acumularse dentro de tu vientre.

"Amor, lo siento mucho se que debería habértelo dicho antes o tal vez no hacerlo en absoluto... No me refiero a no decírtelo, me refiero a la parte de simplemente no haber hecho lo que hice, pero no pude evitarlo... Soy un idiota, realmente lo siento mucho. Por favor... puedo entender totalmente si estás enojado, pero por favor no..." Sergio siguió balbuceando excusas cuando no obtuvo ninguna reacción después de su confesión durante lo que parecieron ser cinco minutos, aunque solo habían sido cinco segundos, cinco larguísimos segundos hasta que finalmente Carola finalmente parpadeó.

Y luego sintió un dolor ardiente en su mejilla debido a que su mano aterrizó allí con una fuerte bofetada.

"¿Podrías callarte un segundo para que pueda procesar lo que me reveló el hombre que creía conocer al derecho y al revés después de 3 años de relación, tener un hijo juntos y el segundo en camino? Por favor." Carola exclamó y parpadeó para secar las lágrimas que empezaban a formarse en sus ojos sin embargo, no sabía el porque ya que por alguna razón no se sentía traicionada y por lo tanto no tenía motivos para llorar, se consoló a sí misma.

"Lo siento, cariño, no quise abofetearte" añadió y pasó la mano en tono de disculpa por la mejilla enrojecida del hombre sentado frente an ella.

Después de un segundo de shock, Sergio recuperó la compostura. "No... no te arrepientas. Golpéame si te ayuda, es lo que me merezco".

"Shhh, Sergio, sólo un segundo, ¡cállate! Dame un minuto." Carola respondió levantándose de su silla y comenzó a pasear de un lado a otro en la sala.

El corazón de Sergio se apretó mientras la miraba, temiendo sus reacciones posteriores. ¿Lo echaría de inmediato? ¿O haría las maletas y se marcharía? No, ella no lo dejaría solo con chequito. ¡Ay no, los niños! ¿Qué ha hecho? Él no sobreviviría si ella se llevara a su hijo con ella, eso sería aún peor.

Justo antes de que pudiera empezar a asustarse, Carola volvió a su asiento, respiró hondo y luego le sujetó ambas manos.

"Sergio, amor, mírame" exigió y pudo sentir lo nervioso que estaba a juzgar por sus manos sudorosas y temblorosas.

Sergio lentamente levantó la vista y la miró directamente a los ojos, sus hermosos ojos azules, ella lo miraba llena de amor y sin rastro de ira, tal vez sólo el más mínimo indicio de dolor.

"Te amo Sergio, no estoy enojada contigo, un poco sorprendida debo admitir pero por alguna loca razón no estoy enojada" dijo Carola con voz tranquila y sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.

Sergio dejó escapar el aliento que no sabía que estaba conteniendo y literalmente se podía ver cómo se le quitaba la gran carga de la mente justo en ese momento, sin embargo, la confusión se extendió por su rostro también.

"Espera! Tú... ¿no estás enojada? ¿O furiosa? ¿No me vas a echar a la calle? Sergio tartamudeó con incrédula sorpresa.

"No" confirmó ella de manera creíble y le apretó las manos. "Pero ahora tengo curiosidad, así que tienes que contarme más".

Confesiones a CarolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora