𝐒𝐎𝐌𝐄𝐁𝐎𝐃𝐘 𝔼𝕃𝕊𝔼 [Terminada]

Happier than ever

Agarra el lapicero, aunque duda y termina por firmar. Hace el ademán de pararse, pero se detiene.

—Yo... Quiero que sepas que si te amé, y como no tienes idea. —solloza— Y.. quizás esto sea algo de lo que siempre me arrepentiré. Lo siento, no quise hacerte daño.

Y luego se va.

Y entonces caigo en cuenta de que no estoy seguro de nada.

Al lado de ella tenía, literalmente, todo. Más allá de lo material, comenzaba a formar la familia y la vida que siempre quise. Aunque no es que sea nada sin ella, más bien, todo lo que tengo lo comparto con ella.

Tomo una bocanada de aire. Caigo en cuenta de el aire que retengo y lo suelto.

La casa últimamente ha estado vacía, pero ahora se siente solitaria y asfixiante.

Subo las escaleras, consciente de que ella sigue aquí y sabiendo que cada paso que doy es como una estaca al corazón.

Puedo ver las fotos a lo largo de la escalera. Fotos de cuando estábamos en secundaria, de nuestro graduación, fotos de ella, fotos mías, fotos de nosotros... Y ella se ve tan... Feliz. En todas. Y yo también.

Entonces, si lo teníamos todo, ¿Por qué tiene que acabar?

Me paro frente a la puerta de la habitación, esta está abierta y puedo ver a Betty guardar su ropa en una maleta mientras se seque algunas lágrimas.

Quiero abrazarla.

Abrazarla y ser capaz de olvidar todo, volver a comenzar. Puedo hacerlo, solo...

Cuando estoy a punto de avanzar, su celular suena y la pantalla se ilumina, en ella, incluso desde la distancia, puedo ver el nombre de Archie.

Y algo en mi pecho vuelve a doler.

•••

Me paso las manos por el pelo con frustración. La editorial está encima de mí, al igual que mi editor para el nuevo libro y estoy estancado con el dichoso final.

La computadora permanece prendida frente a mí, en espera de que siga escribiendo, pero cada que la veo mi jaqueca parece aumentar incluso con los lentes puestos.

Abren la puerta, Cheryl entra por ella, con Vero y Toni detrás.

—Oh, amigo, la dieta de divorciado te sienta realmente mal.

Suelto una risita sin muchas ganas aunque su comentario si me ha hecho gracia.

Vamos, me he visto en un espejo aunque sea dos veces estos días, y me atrevo a decir que luzco peor que antes.

—Gracias, Cher, yo también estoy contento de verte.

Las tres se sientan frente al pequeño escritorio, tomando los sillones (que normalmente solo usa mi editor para regañarme) y me miran, intercambian miradas y luego vuelven a mirarme.

—¿Me van a decir a qué vinieron?

—Vinimos a sacarte de la depresión post-divorcio. —Vero anuncia, sacude su pelo negro y se cruza de brazos cuando niego.

—Chicas, en serio no puedo hoy, estoy...

—Trabajando —Cher completa—. Lo sabemos. Pero, Jug, has estado trabajando día y noche las últimas tres semanas —suspira. Me hundo en el asiento, queriéndome hacer chiquito ante sus miradas—. No es sano.