Capítulo V Revelación dolorosa

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Al caer la noche Colin se paseaba de un lado a otro de su habitación sin haber podido sacar nada en claro. No tuvo ni un segundo en privado con su hermano porque Eloise le había pedido que le hiciera también un retrato. Como todo buen artista era perfeccionista y se pasaron la tarde entre poses y carboncillos. El resultado era sobresaliente, capturaba de forma realista la  expresión melancólica de su rostro. Era una lástima que el orgullo de Benedict lo hubiese hecho abandonar la Academia. Desde que supo de la intervención de Anthony se sentía inseguro de sus propias habilidades.

Volviendo a su problema, que le causaba un inexplicable dolor, paró en seco y apretó la parte de su pecho de dónde parecía provenir....su corazón. Fue acercándose a la ventana, necesitaba un poco de aire fresco para recuperar las energías que le faltaban antes de bajar a cenar. Allí contempló al motivo de su desazón.

Penélope estaba sentada en el alféizar, parecía cabizbaja y ausente mientras apoyaba su mejilla en el marco y llevaba su mano al mismo sitio donde Colin aún tenía la suya. De repente ella levantó la cabeza y aunque la distancia no permitía asegurarlo él lo sabía, lo sentía, ella lo estaba mirando también.

Fue un momento de intensa conexión como si solo ellos dos existieran en el mundo. Nunca había pensado en lo mucho que necesitaba su amistad, en lo mucho que la necesitaba.

La magia se deshizo cuando al parecer alguien la llamó y se escabulló casi corriendo de su campo visual dejándolo con un torbellino en su cabeza que se unía ahora al inconstante latido bajo su palma. Terminó de arreglarse y bajó al comedor, esperando tener su oportunidad cuando los hombres se reunieran en el estudio de Anthony.

Unos cuartos más allá Eloise redactaba la despedida final para Theo Sharpe deseando poder ponerle fin al sentimiento que la atraía hacia el aprendiz. Él no había dicho las palabras pero intuía que era algo mutuo y lamentaba que todo tuviera que acabar tan abruptamente. Cierto que Lady Whistledown, es decir... Penélope, no lo había mencionado en su fatal Columna pero aún así no quería causarle más problemas.
Antes de cerrar el sobre colocó el retrato que le había hecho Ben como un ruego silencioso para que no la olvidara y bajó luego a las cocinas a entregarlo a su emisario, el siempre leal John.

La cena fue como de costumbre, con su  pelea de guisantes. Kate elegía ahora el menú, pidiendo la opinión de Violet. Así era con todo, si no estaban de acuerdo en algo cada una daba sus razones y llegaban a un cordial entendimiento. Anthony deseaba que aplicara lo mismo con él, pero en su caso casi siempre se mantenía en sus trece porque le costaba lo indecible aceptar la derrota.

- No puedes hablar en serio querido! - dijo ella- Lord Dankworth no tiene nada que ver con Frannie!

- Cual es el inconveniente? Es un caballero honorable, con muy buenas rentas y.....

- Y muy poco cerebro! Tú mismo lo escuchaste!- le interrumpió abruptamente- Sabes que no es lo que Frannie desea, mínimo debe ser alguien con el que se pueda mantener una conversación real y que no acapare los espejos más tiempo que la novia.

- Creía que el episodio de Lord Berbrooke te había servido de experiencia hermano.

- Quién es?- preguntó Kate

- Un pretendiente fallido de Daphne, por llamarlo de alguna forma - explicó Colin - se obsecionó con la idea de tener al Diamante y después fue muy difícil sacárnoslo de encima.

- Sin mencionar que tu esposo no cooperó mucho. Estaba tan reticente a que Daphne se casara con Simon que casi la convierte en Lady Berbrooke - comentó Francesca  con una mueca de repulsión.

- Bueno, si le costó darse cuenta de sus propios sentimientos no podíamos esperar que discerniera los de los demás y aunque Lord Dankworth no parece tan desagradable como Lord Berbrooke ambos tienen el mismo incoveniente: no ser del gusto de las damas pretendidas. Y es a ellas a las que hay que escuchar. O no Anthony? - dijo Violet en lo que esperaba fuera el fin de aquella loca idea.

Amor o AmistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora