Capítulo 2. Buscando desesperadamente a...

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Me desperté antes de tiempo, faltaban quince minutos para que tocara la alarma a las siete de la mañana. Qué puedo decir, estaba ansioso por dos cosas. Primero, por mi primer día en la escuela de diseño. Segundo, por volver a encontrar a Eric, el chico rubio.
Aún no puedo concebir que se llame igual que mi perro, simplemente no puedo creerlo y pensar en la probabilidad de pronunciar su nombre y que ambos vengan a mí es totalmente divertido.
Ahí me encontré riéndome solo una vez más.
Me puse unos vaqueros, me puse un abrigo de rayas de los que me regaló Nina; si, aquella ropa vintage que guardaba en el almacén de su popular tienda: "Nina's Boutique", yo se la quité y la traje para París. Me puse los Converse blancos y perdí el tiempo mirándome en el espejo viendo mi pelo desgreñado. Lo até en una minicola detrás de la nunca y listo.
El primer día en la academia de arte y diseño, estaba muy nervioso por todo lo que me esperaba. Nunca pensé que iba a ingresar a esa escuela, pero la emoción era tanta que apenas había podido dormir. Mi abuelo, me llevó en su viejo Chevy que siempre lucía impecable.
Llegando al colegio, caminé alrededor de la entrada por unos minutos antes de entrar. Me sentía un poco intimidado por el tamaño de la escuela y todo lo que tendría que enfrentar. Pero mi abuelo me dio un abrazo afectuoso, me dijo que estuviese tranquilo y me recordó todas las cosas que había hecho para llegar a ese momento, así que me llené de valor y decidí entrar de una vez.
La matrícula en la escuela demoró un buen tiempo e implicó mucho papeleo y firmas, pero finalmente lo logré. Decidí usar el nombre falso, Annibal, utilizándolo por segunda vez. Está de más decir que me costaba identificarme con ese nombre, pero lo bueno era que seguía cada vez más cerca de mi verdadera pasión.
Con el listado de asignaturas en mano, empecé a caminar por los pasillos del colegio. Me sentí un poco perdido en medio de tanta gente y de tanto arte en las paredes.
Según el listado a segunda hora tenía una reunión en el salón de conferencias, a las 9:30 de la mañana, los lunes, miércoles y viernes. Jamás asistí a una conferencia. Todo es atípico, los turnos no son como los de mi ex escuela en Londres. Aquí doy Historia del arte y el diseño, Cultura del diseño, Representación gráfica, Fundamentos del color, Geometría descriptiva, Volumen y espacio, Medios audiovisuales y Tecnología digital. Todo eso en el primer año, porque aquí es empezar desde el inicio. Aunque son cuatro años de carrera, cuando termine aquí no necesito ir a ninguna universidad al contrario del instituto en Londres que son cuatro años y encima hay que optar por una universidad... Esto es un lujo.
Bueno, tenía conferencia a las 9:30, pero ya eran las 9:30 y aún no encontraba el puto salón de conferencias. Tarde, sin contar que perdí el primer turno que era Cultura del diseño. Ya esto es atroz.
Estaba perdido entre los pasillos que parecían laberintos interminables. Las paredes estaban cubiertas por obras de arte coloridas y vibrantes, desde bocetos hasta pinturas al óleo, cada una con su propio estilo único.
El aire estaba lleno del sonido constante de lápices raspando contra hojas de papel y pinceles golpeando lienzos. Los estudiantes se movían rápidamente a mi alrededor, algunos solitarios mientras otros charlaban animadamente con sus amigos o compañeros de clase. En francés, claramente. Tragué en seco.
De repente me di cuenta de un aroma familiar: el olor dulce y reconfortante del chocolate recién hecho. Me encanta el chocolate en todas sus variedades. Me encaminé hacia él siguiendo las señales escritas en carteles colgados sobre las puertas cerradas.
Finalmente llegué a una pequeña cafetería justo detrás del auditorio principal. El lugar era acogedor e iluminado por cálidas luces amarillas; había mesas redondas rodeadas por sillas cómodas tapizadas con cojines brillantes y almohadones decorativos. Pero no tenía tiempo para sentarme a tomar chocolate, iba tarde.
Caminé intranquilamente observando todo lo que había a mi alrededor: gente corriendo aquí y allá, salones donde se impartían clases específicas como dibujo o fotografía...
En ese momento sentí que este era el lugar perfecto para mí; esa sensación tan refrescante después estar siempre inquieto buscando algo nuevo qué hacer... Aquí podría aprender nuevas técnicas artísticas junto a personas apasionadas, tan interesantes y únicas como las obras de arte que decoraban los pasillos.

Archibald Connor / Who's that boy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora