¿Qué es el amor verdadero?
El amor posible y real está íntimamente emparentado con lo que en el lenguaje cotidiano podríamos enunciar como "querer mucho a alguien", y que simplificado se puede definir como la sencilla y comprometida manifestación del "más puro interés que alguien es capaz de sentir por otra persona"
Narra Evadne
En el recorrido de mi vida, Octavian se erige como el faro que guía mis pasos, iluminando mi camino con la luz cálida y reconfortante de su amor. Cada instante a su lado es un tesoro que atesoro en lo más profundo de mi ser, un remanso de paz en el tumulto del mundo exterior. Es difícil expresar con palabras la profundidad de los sentimientos que albergo por él, pero cada suspiro, cada mirada, lleva impreso el eco de mi amor inquebrantable.
El trayecto de regreso a casa se convierte en un preludio de los momentos compartidos que nos aguardan al llegar. El sol se despide en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados que reflejan la calidez de mi corazón cuando pienso en Octavian. El tiempo parece detenerse en esos instantes, como si el universo entero se uniera en una celebración silenciosa de nuestro amor.
Al abrir la puerta de nuestro hogar, el ambiente se impregna con el aroma familiar de la tranquilidad y la armonía. Mis pasos resuenan en el pasillo, cada uno marcando el ritmo de la anticipación que siento al acercarme a Octavian. Y allí está él, reposando con la serenidad de un durmiente tranquilo, su presencia llenando la sala de estar con una sensación de calma y plenitud.
Evadne: "Debió haber llegado cansado y solo se quedó en el sofá", murmuro para mí misma, sintiendo el peso del día sobre sus hombros.
Con paso ligero, me encamino hacia la cocina, donde el aroma reconfortante de la comida casera me recibe con los brazos abiertos. Cada corte, cada salteado, es un acto de amor dedicado a Octavian, una manera de expresar mi gratitud por su presencia en mi vida. Cada ingrediente se convierte en un pincelazo en el lienzo de nuestra historia compartida, una obra maestra de amor y devoción.
Una vez que la cena está lista, me acerco a Octavian con suavidad, deseando despertar el brillo de sus ojos cansados con la promesa de un momento compartido. Su respuesta, aunque somnolienta, resuena en mi corazón como una melodía familiar, una canción de amor que nunca deja de emocionarme.
Evadne: "Octavian, mi vida, despierta, la cena está lista", susurro con ternura, dejando que mis palabras llenen el espacio entre nosotros con la promesa de unión y compañerismo.
Octavian: ~mgm~ hola, mi amor, ¿hace cuánto llegaste? —responde con voz adormilada, sus ojos parpadeando con la somnolencia del sueño interrumpido.
Evadne: "Llegué hace 30 minutos, no quise despertarte en ese momento, te ves muy cansado... ven, vamos a cenar para que puedas ir a descansar tranquilo", le digo con una sonrisa, sintiendo el peso de su fatiga en cada palabra.
Octavian: "Ok, vamos... hoy fue un día muy pesado... dejando eso de lado, ¿cómo te fue hoy en el trabajo?", pregunta con interés genuino, su preocupación por mi bienestar siempre presente en cada gesto y cada palabra.
Evadne: "Me fue muy bien, logré cerrar un trato muy importante. Ahora estoy más tranquila", respondo con gratitud, compartiendo con él los pequeños triunfos que dan forma a nuestras vidas compartidas.
Nos sentamos a la mesa, la atmósfera impregnada de una serenidad que solo puede encontrarse en la intimidad compartida. Las luces suaves crean un ambiente acogedor, envolviéndonos en un halo de calma y plenitud. Cada bocado es un tributo a la vida que compartimos, una celebración de los momentos simples que se convierten en tesoros preciados en el santuario de nuestro amor.
Octavian se ve agotado, pero sus ojos brillan con el fuego del compromiso y la dedicación. Es un hombre increíblemente trabajador, cuya devoción por su trabajo y por nuestro matrimonio siempre me inspira. Cada vez que lo miro, veo más que a mi esposo; veo a mi compañero de vida, mi confidente, mi mejor amigo. Hay algo profundamente reconfortante en saber que, sin importar qué desafíos enfrentemos, siempre encontraremos refugio en los brazos del otro.
Después de cenar, decidimos dar un breve paseo por el vecindario antes de retirarnos a descansar. Tomamos de la mano, nuestras huellas dactilares entrelazándose como un recordatorio tangible de nuestra conexión. El aire fresco de la noche nos envuelve mientras caminamos juntos, compartiendo pensamientos y sueños en medio de la quietud de la noche.
Al regresar a casa, nos dirigimos a nuestra habitación, donde Octavian se despoja de la camisa y se tumba en la cama, sus hombros tensos revelando la carga del día. Me acerco con delicadeza y comienzo a masajear su espalda, mis manos expertas trabajando para aliviar la tensión acumulada. Cada contacto es un acto de amor, una expresión silenciosa de mi gratitud por tenerlo a mi lado, incluso en los momentos más agotadores.
Después de un baño relajante y algunas palabras de aliento, nos acurrucamos juntos en la cama, compartiendo confidencias en la penumbra de la habitación. Hablamos de nuestros sueños compartidos, del futuro que imaginamos juntos, del amor que nos une en cada paso del camino.
Mientras cerramos los ojos y nos sumergimos en el abrazo reconfortante de los sueños compartidos, sé que estoy en el lugar donde siempre pertenecí: en los brazos de mi amado esposo. La calidez de su cuerpo junto al mío es una promesa de amor eterno, un vínculo que ningún obstáculo podrá romper. En ese momento, entiendo que el amor verdadero no es solo un sentimiento pasajero, sino un compromiso diario de apoyo, cuidado y amor incondicional.
La noche se desvanece en el sueño mientras nos abrazamos, y en ese abrazo encuentro la paz que tanto anhelaba. Sé que, pase lo que pase mañana, estaremos juntos, enfrentando el mundo de la mano y amándonos a través de cada desafío y cada alegría que la vida nos depare. En la quietud de la noche, nos entregamos al sueño, agradecidos por el amor que compartimos y ansiosos por despertar juntos a un nuevo día lleno de posibilidades.
A medida que la noche avanza, nuestros corazones laten al unísono, como dos notas en una melodía eterna. En el abrazo reconfortante de los sueños compartidos, encuentro la seguridad y la certeza de que nuestro amor es más fuerte que cualquier adversidad, más poderoso que cualquier obstáculo que la vida pueda interponer en nuestro camino.
A lo largo de los años, hemos caminado juntos por senderos de luz y sombra, enfrentando los altibajos de la vida con valentía y determinación. En cada momento, hemos encontrado consuelo y fortaleza en el amor que nos une, en la complicidad que compartimos, en la certeza de que juntos podemos superar cualquier desafío.
En la penumbra de la habitación, nuestros susurros se entrelazan como hilos de oro, tejiendo una historia de amor que perdurará más allá del tiempo. Hablamos de nuestros sueños, de nuestras esperanzas, de los planes que tenemos para el futuro. Cada palabra es un testimonio de nuestro compromiso mutuo, una promesa de estar siempre ahí el uno para el otro, pase lo que pase.
Y mientras la noche avanza, nos sumergimos en el dulce abrazo del sueño, envueltos en el calor reconfortante de nuestro amor. En ese momento, en la tranquilidad de la noche, sé que estoy exactamente donde debo estar: en los brazos de mi amado Octavian, mi compañero de vida, mi confidente, mi mejor amigo.
La noche se desvanece lentamente, dando paso a un nuevo amanecer lleno de promesas y posibilidades. Y cuando abra los ojos al nuevo día, lo haré con la certeza de que, juntos, podemos enfrentar cualquier desafío, superar cualquier obstáculo, y compartir juntos cada alegría, cada tristeza, cada momento de nuestras vidas.
En el abrazo de Octavian, encuentro la fuerza para seguir adelante, la inspiración para perseguir mis sueños, y el amor que ilumina cada rincón de mi existencia. Y así, mientras nos rendimos al sueño, sé que el mañana nos espera con los brazos abiertos, listos para recibirnos y guiarnos en nuestro viaje juntos, hoy y siempre.
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El susurro eterno
FanfictionPodrías haberme escogido a mí, pero optaste por ella, dejándome en la oscuridad de la soledad, donde el eco de tu decisión resonará eternamente, recordándome lo que pudo haber sido y nunca será....