Mi primer recuerdo de la vida son los gritos de mi madre...
Mi primer recuerdo de la vida es mi padre arrastrándola de los pelos al baño. La zarandeaba atroz, abusando de su fuerza bruta. La estrellaba de espaldas contra el bidé, tiraba de su cabeza hacia atrás, hundía dos de sus sucios dedos en su boca, abría el grifo y atragantaba su garganta con el chorro de agua. Recuerdo los brazos de La Mujer Que nunca más veré, agonizando alrededor de la escena... Los dedos de sus pies descalzos agarrotados... Esa tos ahogada. Y ya. Es un recuerdo pequeñito porque entonces, mi padre me miraba con el odio en las pupilas y cerraba de un portazo. El recuerdo cierra las cortinas con mi mirada escondida debajo de la cama, apagándose en mi cabeza con los gritos atragantados de mi madre.
Mi segundo recuerdo de la vida son tinieblas.
Era tan solo una niña que se escondía bajo sus sábanas llorando. Primero lloraba poquito y en silencio, palpando la que no era mi cama, implorándole a un Dios pobre que solo fuera una pesadilla. Que no estábamos otra vez en aquella casa. Susurrando desde debajo de la manta: «mamá...». Y luego mucho y chillando:
Evadne: ¡Mamá!, mamá, que no te mate, ¡mamá, te quiero!.
Y entonces, en algún recóndito lugar de aquellas tinieblas que olían a tabaco, se abría una puerta de la forma más violenta del mundo. Y empezaba la paliza. Llegaba mi padre como Dios le trajo al mundo con las manos llenas de rabia. Me levantaba de la oreja hasta la cama, donde me golpeaba una y otra vez brutal y desmedido. Como si algo imperdonable hubiese hecho. Llovían golpes contra una cama empapada en la que yo estaba encogida llorando, escuchando las súplicas de mi madre para que mi padre dejara de golpearme. Nunca me he curado de esto. Una de mis peores pesadillas. Era una de mis mayores realidades.
Mi padre no era el único que le dejaba el cuerpo morado. Comprendió que descargar su ira a golpes contra esa pequeña niña no era algo normal. Que chillar e insultar era malo. Y gracias al cielo que no naturalizó estos comportamientos que vivía a diario en casa, de lo contrario, no sé qué hubiera sido de ella. Gracias al cielo que esa pequeña niña gritó mucho una vez. Gritó tanto que partió las paredes y la madre se armó de valor y golpeó con un florero muy costoso en la cabeza a al padre de la niña, quien quedó inconsciente. Tomó en brazos a la menor y salió de esa casa a toda prisa, llorando y pidiendo perdón por no poder proteger a su hija, que lloraba junto a su madre. Recuerdo que llegamos a la casa de mis abuelos y nos quedamos ahí toda una semana, semana en la que no hubo golpes ni insultos, aunque siempre mi padre llegaba a la puerta de la casa de mis abuelos pidiéndole a mi madre que regresara y pidiendo perdón "arrepentido".
Mi madre decidió perdonar a mi padre, *grave error*, esa promesa que mi padre le hizo de nunca volver a lastimarnos solo duró un par de días. Los golpes y los insultos cada vez eran más intensos con el paso de los años; la violencia era más seguida y yo solo rogaba porque todo terminara.
Fue esa noche que mi padre llegó ebrio y golpeó a mi madre de la forma más dolorosa posible. Yo solo podía observar la horrible escena, mi madre ya no pudo más y quedó inconsciente. Mi padre se asustó y llamó a la ambulancia, la cual no tardó en llegar. Fuimos al hospital lo más pronto posible, nos quedamos horas y horas esperando a que el doctor nos diera alguna noticia de mi madre. Yo estaba acurrucada en los brazos de mi abuela mientras lloraba y escuchaba a mi abuelo culpar a mi padre de todo, mientras mi padre lloraba y pedía perdón. Al cabo de unas horas, el doctor salió a darnos una horrible noticia...
DOC: Familiares de Emilia...
Mis abuelos junto a mi padre se acercaron a toda prisa al doctor.
Lilian: Doctor, ¿cómo está mi hija?
DOC: se queda callado por unos segundos Lo lamento, ella... ella no sobrevivió.
Mi mundo cayó en pedazos, vi a mi abuela abrazar a su esposo y llorar descontroladamente, mi padre cayó al piso de rodillas llorando. Me armé de valor.Evadne: Maldito hipócrita grité enfadada ¿por qué llorar si tú fuiste el que la mató, ASESINO dije llorando
Mi padre me miró y agachó la cabeza.Carlos: Perdón hija, perdóname.
He vivido 22 años con mi padre. Y... aunque no pudiera aguantarlo. Aunque lo odiase. Aunque hubiera destrozado mi infancia. Había algo en mi padre... cierto encanto. Cierta energía. Y cuando se muera... el mundo será insulso. Demasiado simple. Demasiado justo. Y demasiado razonable.
Recuerdo que los primeros meses después de la muerte de mi madre, siempre que él llegaba del trabajo, yo me encerraba en mi habitación y no salía hasta el siguiente día. Me levantaba temprano y salía hacia la escuela; no lo quería ver.
Las cosas se fueron calmando y empecé a socializar con mi padre, al menos un poco; siempre discutíamos, pero después de lo de mi madre, él no me volvió a golpear.Así fue hasta que un día mi padre me llamó a su oficina y me dijo que para que pudiera salvar la empresa, tenía que comprometerme con el hijo menor de los Benedetti. Me enfadé mucho, pero tuve que aceptarlo y ahora estoy casada con él y soy muy feliz. No tengo mucho contacto con mi padre, algo que agradezco, porque no podría soportar tantas discusiones.
Soy feliz, y eso es lo único que importa.
Mis días ahora transcurren en una rutina que, aunque marcada por el pasado, intento que esté cargada de luz y esperanza. El recuerdo de mi madre sigue vivo en mi corazón, como una llama que ilumina mi camino y me recuerda la valentía que ella demostró al enfrentarse a la adversidad.
Mi relación con mi padre sigue siendo complicada. A pesar de todo lo que ha sucedido, siento que todavía hay una conexión, una especie de lazo invisible que nos une. A veces me pregunto si algún día podré perdonarlo completamente, si podré dejar atrás el dolor y la angustia que ha causado.
Pero por ahora, prefiero centrarme en mi propia vida, en construir un futuro donde la violencia y el sufrimiento no tengan cabida. Me esfuerzo por rodearme de personas que me apoyan y me brindan amor incondicional, personas que me ayudan a sanar las heridas del pasado y a mirar hacia adelante con esperanza y determinación.
Aunque mi historia está marcada por la tragedia y el dolor, también está llena de amor, coraje y resiliencia. Cada día, elijo seguir adelante, enfrentando los desafíos con valentía y tenacidad. Porque sé que, a pesar de todo, la vida sigue adelante, y que siempre hay luz al final del túnel, incluso en los momentos más oscuros.
Así que continúo mi camino, paso a paso, con la esperanza de que cada día sea un poco más brillante que el anterior, y con la certeza de que, pase lo que pase, nunca estaré sola. Mi madre vive en mi recuerdo, mi padre sigue presente en mi vida, y yo sigo adelante, con la fuerza y la determinación de quien ha conocido el dolor pero se niega a ser vencido por él.
Mi historia es solo una más en el vasto tapiz de la vida, pero es la mía, y estoy decidida a escribir el próximo capítulo con coraje, amor y esperanza. Porque al final del día, lo que realmente importa es cómo elegimos enfrentar los desafíos que la vida nos presenta, y yo elijo enfrentarlos con la cabeza en alto y el corazón lleno de esperanza.
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El susurro eterno
FanfictionPodrías haberme escogido a mí, pero optaste por ella, dejándome en la oscuridad de la soledad, donde el eco de tu decisión resonará eternamente, recordándome lo que pudo haber sido y nunca será....