Me has llamado

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Una pequeña habitación. Una lámpara casi vacía se encendió sobre el escritorio. Un armario, un espejo antiguo delante de la cama. En la cama, una chica.

No hay nadie más en la casa. Solamente los fantasmas de una mente inestable.

Sus manos van a los botones de su camisa. Primero uno, luego el siguiente. La piel nívea, en contraste con el pelo azabache, se va revelando poco a poco.

-Sé que estás detrás de mí.

Su voz es dulce, triste.
Los ojos azules miran fijamente al espejo.

Vacío.

Pero ella lo ve. Ve el fantasma abarrotando sus pensamientos.

Criatura insustancial, mancha borrosa en la superficie oxidada del espejo.

El viento hace sonar las contraventanas. La lluvia cae a cántaros, escucha un susurro, una voz ronca en su oído.

«Estoy aquí mi amor».

Se abren los últimos botones, la camisa cae. Contraste fantasmal, un sujetador negro sobre un cuerpo diáfano.

-Háblame por favor.

Silencio.

«Eres hermosa»

Una mano fría y helada se posa sobre su cuello.

-Gracias.

La mano se mueve lentamente, le acaricia el pelo y los hombros.

El sujetador también se cae.

Lentamente, se quita los jeans.
Se levanta de la cama, los coloca sobre el escritorio y agarra su camisón. La seda se siente fría al contacto con la piel.

Se vuelve a sentar, la mano de hielo acaricia le la mejilla.

Un escalofrío sacude el frágil cuerpo. Las contraventanas se cierran de nuevo.

-¿Eres tú quien las mueve?

Una risa fría.

«¿Cómo podría? No existo»

Miedo.

-¿No existes?

La mano se detiene.

-Pero... ¿Tu mano?

La mano desaparece.

«¿Dónde está mi mano?»

Miedo.

«Mírame».

Ella pone los ojos en blanco.

Él está en el espejo, sin rostro, pero está en el espejo.

«Tócame».

Ella extiende su mano.

Nada.

«¿Ves? Yo no existo».

- Pero te veo.

La luz tiembla y se apaga.

Oscuridad.

Ella grita, tiene miedo.

La risa vuelve, ronca y fría.

«¿Ahora me ves?»

Ella tiembla.

-¿Cómo podría?

«Mira al espejo».

El grito se prolonga. En la oscuridad, puede ver los ojos rojos de un demonio.

No se puede ver nada más.
Las manos agarran la cintura de la chica.

«Yo no existo-, un aliento helado en su cuello. Pero tú me creaste»

El agarre se hace más fuerte.

«Soñaste conmigo»

Ella gime.

«Te enamoraste de mí»

Las manos se mueven fríamente a lo largo del cuerpo.

«Pero en realidad yo...-terror. Soy la pesadilla que te despierta del sueño, del sueño de amor»

-¿Por qué viniste?

La voz tiembla.

«Me llamaste»

Su fuerza la vuelve hacia él.

«Tú me querías-, él la acuesta en la cama-. Y ahora me tendrás».

Sus labios helados se cierran sobre los suaves de ella.

Se le corta la respiración.

El frío se apodera de su cuerpo.

El beso de un fantasma.

Un último grito.

Silencio...

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