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𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐄𝐒 | 08:33 pm

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𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐄𝐒 | 08:33 pm

– enserio gracias Sam, eres mi ángel – Cielo, la hermana de Samantha le agradecía por cuidar a su hijo.

– no te preocupes Cielo – la morena restó importancia.

Cielo y su pequeño sobrino, Ethan, se despidieron de Samantha.

La morena observó como se marchaban.

Cerró la puerta y se dirigió a su habitación, se tiró en la cama boca abajo, por fin su cuerpo estaba descansando sobre la comodidad de su cama tamaño king.

Creo que había subestimado demasiado a las profesoras de kinder, su pequeño sobrino hacía como por diez niños, y solamente tenía seis años, no se podía imaginarlo más grande.

Dejó salir un suspiro que tenía contenido.

El timbre sonó haciéndola fruncir el ceño, ¿se le habrá olvidado algo a Cielo?

Abrió la puerta encontrándose con la cabellera rubia de su mejor amiga, Leah.

Se sorprendió al verla súper cambiada.

Alzó una ceja viéndola atentamente.

– ¿a qué se debe esta misteriosa visita? – preguntó la muchacha de tez canela.

– ya ni visitar a mi mejor amiga puedo, increíble – la ojiclara rodó los ojos entrando al complejo de su amiga.

– normalmente me avisas cuando vienes – habló Samantha cerrando la puerta para seguirle el paso a la rubia.

– mmjum- tarareó la rubia para después volver a hablar - vamos a ese club nuevo del que todos hablan, tengo ganas de ir.

Samantha se la quedó viendo, ¿hablaba enserio?

– dale Sam, además el plan quedaría perfecto para mi pre-cumpleaños –expresó la rubia.

Samantha suspiró pesadamente. Estaba cansada, pero Leah podría ser realmente molesta cuando no hacían lo que ella quería.

Además no quería decepcionar a la rubia, consideró su propuesta porque sabía que mañana sería su cumpleaños, quedaría todo perfecto.

Tampoco podía hacer que Leah desperdiciara su hermoso outfit.

– ve a prepararte, tienes todo el tiempo que quieras – dijo poniéndose cómoda en uno de los sofá.

Esta niña siempre lograba hacer que se hiciera lo que quería.

Samantha se dirigió a su armario, viendo que podía ponerse.

Eso era lo que más le frustraba, encontrar algo adecuado para ponerse, no importaba cuanto le dijeran que se veía linda con lo que tuviese.

Así era ella.

Su mente hizo click cuando se acordó de un conjunto que había comprando hace unas semanas.

Perfecto para la ocasión.

Entró a su baño y se duchó, para salir luego de quince minutos.

Luego de un tiempo, que no fue solo un tiempo, en realidad fueron dos horas, estaba lista.

Vió como su maquillaje se veía impecable, se sintió mal de usar sus lentes, porque sentía que dañaban por completo su outfit y maquillaje, aunque era eso o no ver nada.

Samantha salió de su habitación para dirigirse al living, donde se encontraba Leah absorta en la pantalla de su celular.

–¿qué tal Leah? – preguntó la morena captando la atención de la ojiclara mientras daba una vuelta.

– diablo mami – se acercó la rubia sonriendo en aprobación a la vestimenta de la peli negra.

– pero no sé, los lentes no me convencen, mis lentes de contacto se quedaron en casa Sofía – habló Samantha.

– con o sin lentes, te ves comestible – expresó Leah haciendo reír a Samantha.

– bueno ya, dejando eso atrás, ya estoy lista, podemos irnos – habló la morena de las dos chicas.

Las dos mujeres salieron del complejo de apartamentos y se dirigieron al parqueadero subterráneo de este mismo.

Observaron el Range Rover Evoque blanco de Leah y se dirigieron allí para ir a su destino.

Por otro lado, David observaba como la pelirroja que tenía en frente le bailaba, sin malinterpretar, la nena era muy linda, no se podía negar, pero no le gustó lo lanzada que fue con él.

Eso para el significaba una red flag.

– lo siento, tengo que ir al baño – se excusó levantándose de uno de los sofá de cuero que se encontraba en la zona vip.

Caminó buscando a sus panas con los que principalmente había venido al club.

– ¿y la pelirroja? - le preguntó Jeremy, un amigo suyo en un tono burlón.

– diablo, que encarte – se quejó David rodando los ojos haciendo reír al resto de hombres presentes.

– ya, pero mira a los caramelitos que vienen entrando – habló esta vez José, el colombiano que se encontraba allí.

– Balvin, usted está comprometido – habló Miguel Ángel.

– te recuerdo que estás en las mismas que Balvin Miky – esta vez habló David y el coro rió.

Los ojos de David volvieron nuevamente a las tres mujeres que hace un momento habían entrado al lugar, sus ojos siguieron vagamente a a las dos rubias del trío antes de posarse en la única morena pelo negro.

La nena estaba durísima.

Su mirada siguió al grupo de tres, el cual se había dirigido a la barra, para pedir tragos claramente.

Después de todo la salida no iba a ser tan aburrida como parecía al principio de la noche.


❤️‍🔥
VOODOO | @valenykz
2023

𝐕𝐎𝐎𝐃𝐎𝐎; Dei VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora