– ¿Fernando? Ni un ¿"hola mi amor" ?– preguntó el chico burlonamente del otro lado de la línea.
– ve al grano por favor – pedí.
– necesitamos hablar, por qué hay tanto ruido de fondo ¿dónde estás? – preguntó.
– hablaremos mañana, porque ahora estoy ocupada, y no creo que necesites saber donde esté – respondí.
– creo que si me debe interesar, porque eres mi novia Samantha Nicol – ¿cuál era la necesidad de llamarme así?
Colgué la llamada y apagué mi celular.
Como si nada hubiese pasado me dirigí nuevamente a la barra, para pedir algo de tomar.
Una de las razones por la cual también había venido aquí, era para evitarlo a toda costa.
Las cosas con Fernando últimamente se estaban yendo a la mierda, y por culpa mía no era.
Esta vez no pedí alcohol al bartender, simplemente pedí agua, quería estar sobria para hacerme cargo a mis amigas a la hora de irnos.
Luego de pagar y agradecer por el agua me dirigí a la zona vip, la cual estaba en una segunda planta, donde sabía que estarían Sofía y Leah.
En el transcurso de subir las escaleras al lugar mis ojos se toparon con los de un tipo que se encontraba en un coro de hombres.
Cuando pasé por su lado en ningún momento apartó la mirada de mi.
Damn, que ojazos tenía ese tipo.
Me dio una sonrisa de lado a la cual no respondí, dejándolo seguramente desconcertado.
Desvíe mi vista del castaño para buscar a mis amigas, el cual tampoco duré mucho encontrándolas.
Me uní a ellas el cual estaban ya un poco entonadas, ¿tan rápido?
Me serví un trago de la botella que había en la pequeña mesa junto a uno de los sofás.
Pronto vi cómo el ojiclaro con el que había cruzado algunas, o mejor dicho muchas miradas, se acercó a mis amigas y a mi con uno de los hombres del coro.
– Puede invitarlas a tomar algo damas – habló el ojiverde mirándome sobre todo a mi.
Elevé una ceja mirándolo con confusión.
– ¿crees que no podemos pagar nuestro propio trago? – pregunté.
– No quise decir eso, en realidad..
Ni siquiera dejé terminar su frase cuando volví a hablar.
– Muchas gracias pero no, como ves ya tenemos trago – dije señalando la mesa en frente mío dándole una sonrisa falsa.
No quería que pensara que me haría la fácil sólo por haberme dado un par de miraditas coquetas.
Miré a Leah y Sofía quienes me miraban confusa.
Vi cómo después le susurró algo, el que supongo yo que era amigo del ojos claros, lo que sea que lo dijo lo hizo sonreír.
– Ven un momento Dei – su amigo empujó al que ahora conocía como "Dei", fuera de mi campo visual.
– Sam, ¿tú si sabes quién fue él tipo con el que hablaste? – preguntó y negué.
– Es DeiV negrita – dijo sonriendo muy feliz.
¿Quién carajos era DeiV?
– ¿Quién es ese? – pregunté ahora un poco curiosa.
– Un cantante, de aquí de PR – respondió obvia.
Para saber quién era, nunca había escuchado de él.
– Como sea, no me importa quién sea, vamos a bailar – dije llevándola conmigo al centro de la pista abajo.
Para mi suerte en ese momento estaba sonando 512 de Mora y JhayCo.
A partir de ese momento bailé de todo hasta que vi que el amigo de DeiV invitó a Leah a bailar y esta me miró.
Hice un ademán sonriendo para que bailara con él.
Parecía boba, yo no iba a aceptar que su noche se le dañara por mi.
Subí nuevamente a la zona vip para hidratarme mientras tomaba un descanso. Me sorprendió no ver a Sofía.
Rodé los ojos cuando nuevamente Deiv se me acercó.
– ¿Qué quieres? – le pregunté con cierta actitud en mi tono
– ¿Por qué tienes esa actitud? Quien quiera que fuera tu novio no lo está haciendo bien – habló y rodé los ojos.
– Quien quiera que lo esté haciendo, seguramente lo hará mejor que tú – dije mirándolo directamente a los ojos.
Este luego de unos segundos empezó a reír.
¿Qué era tan gracioso para este tipo?
– Créeme que si yo lo estuviera haciendo no tuvieras esa pequeña actitud que tienes ahora mismo – dijo y casi me atraganto con el agua que estaba tomando.
En este punto de la conversación creo que había cierta tensión sexual entre nosotros.
Continué observándolo mientras tomaba otro sorbo de agua, tratando de ocultar mi sorpresa ante su comentario tan directo y atrevido.
Su mirada intensa y su sonrisa juguetona no dejaban lugar a dudas sobre sus intenciones.
- Deja de hacer suposiciones sobre mi vida amorosa, no te incumbe en absoluto – le dije hablando por fin y este rió.
Traté de mantener la compostura cuando él se me acercó un poco más, inclinándose hacia mí con una expresión desafiante en el rostro.
- No estoy haciendo suposiciones, solo estoy diciendo lo que noto.
Por mucho de que quisiera alejarme de su cuerpo no podía, tal vez sus palabras atrevidas habían hecho que de alguna u otra forma me sintiera atraída por él.
Por qué mi cuerpo me hacía esto en estos momentos Jesús.
