Era domingo. Domingo de iglesia.
Y él realmente no tenía ánimos de ir a ese lugar. Estaba agotado, emocionalmente agotado.
Lo que resto de semana, que fueron tres días, estuvo ignorando a Chifuyu, incluso se sentó en otra banca y poner su actitud cortante con el rubio le dolía. El tercer día Chifuyu lo secuestro en el descanso y las dos horas siguientes, llevándolo a la azotea del edificio para hablar, pues estaba harto de la actitud de mierda que estaba teniendo con él, al menos quería explicaciones.
Cómo le iba a explicar que estaba cometiendo un pecado. Que se sentía atraído por él.
—Una explicación, Keisuke. Solo te estoy pidiendo una puta explicación de por qué de la noche a la mañana decides tirar por la borda lo que teníamos y me dejas de lado.
"Lo que teníamos" teníamos algo, teníamos algo siendo hombres. Un nudo lo asfixio.
—¿No vas a decir nada? Pues perfecto, nos quedamos aquí, porque no te vas a ir hasta decirme qué pasó, porqué yo no entiendo.
Lo vio sentarse contra el barandal de brazos cruzados y un gesto enojado. El aire movía su cabello y el atardecer lo hacía ver más bonito.
Lo odiaba.
Odiaba como vino a joderle todo.
Porqué Chifuyu no podía ser mujer...
Tal y como dijo, no bajaron de ahí hasta que el rubio se harto del silencio por parte del otro.
—Keisuke, espero y el lunes me des una explicación, no seas cobarde. Si hice algo mal... Quiero arreglarlo.
Conecto sus ojos y pudo ver la desesperación y angustia en los cielo.
Esperaba que él no notará el miedo y ansiedad en los suyos.
De ahí, no había sabido nada de Chifuyu y claro, no tenía su número o algo. Su único lugar para verlo era en la escuela.
El auto se detuvo y sus ojos cansados y rojizos se detuvieron en la iglesia. La gente que entraba y salía.
Se suponía que aquel lugar debía darle calma, pero ahora lo único que sentía dentro suyo era ansiedad y ganas de llorar.
Perdón. Dijo en su cabeza.
Aún no hablaba con Mikey.
Su cabeza era un desastre y no tenía a quien decirle. ¿Su madre? No quería defraudarla, decepcionarla, ella quería nietos, de lo había dicho mil veces y enterarse de que a su hijo le atraía un hombre... Seguro la pondría muy mal. Era un puto pecado por amor a Dios. No podía hacerle eso a la persona que dió todo por él. No a ella, no.
La misa empezó. Su cabeza estaba en otro lado. Estaba en unos hermosos ojos cielo, en los ojos oscuros de su mejor amigo, en los avellana de la mujer que lo trajo a la vida, en los grises de su padre, ¿Estaría decepcionado de él? Estaba escuchando sus pensamientos y todos se resumían en "decepción" era lo que sentirían por él, ¿No?
Dios... ¿Él también se avergonzaría de que un pecador como él estuviera pisando su casa? ¿Lo castigaría mandandolo al infierno?
Su cuerpo actuando en automático se levantó cuando su madre le dijo sobre ir a rezar.
Se hincó, cerro los ojos y alzo las manos.
Las lágrimas volvieron a sus mejillas.
Perdóname, por favor, perdóname...
Él no buscaba enamorarse de un hombre.
Perdón...
Él jamás habría querido eso.
Perdón, por favor...
Estaba mal, era un pecador.
Por favor, por favor...
Estaba muy mal aquellos sentimientos pero, porque se sentía bien cuando tocaba a Chifuyu.
Lágrimas calientes y gruesas pintaban surcos en sus mejillas.
Perdóname.
Por favor, si... Si hay alguien allá arriba escuchandome, por favor, toma estos sentimientos que me hacen pecar, tomalos y llevatelos. Quemalos. Destruyelos. No los... No los quiero.
Un quejido doloroso abandono su garganta.
Por favor, perdóname, señor...
Lloró.
Y lloró en la noche, lloró en la madrugada, lloró en la mañana.
Porqué tenía que sentir eso cuando sabía que estaba mal.
Porqué tenía que gustarle un hombre.
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God Must Hate Me || Bajifuyu ||
FanfictionUn chico religioso que conoce a otro chico nada religioso.