CAP6

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–Es todo nuestro – la princesa se dirigió a su hermano, señalando a la liebre atravesada en su lanza a no más de tres metros de distancia.

Mijung asintió con una sonrisa enorme y corrió por el desdicho animal muerto, lo recogió con cuidado para después regresar junto a su hermana, solo entonces ambos emprendieron camino de regreso al lugar donde su padre doncel aguardaba por ellos.

–Papá, atrapamos una liebre – Eumin contó emocionada, señalando el animal que su hermano cargaba.

Jimin los recibió con una gran sonrisa y aplaudió la idea de por fin comer algo de carne, llevaban cinco días de viaje y se habían estado alimentando de solo frutos silvestres y raíces, razón por lo que ahora se escuchaba tres gruñidos de tres barrigas distintas ante el olor de la liebre asándose en el fuego.

–Pasaremos la noche aquí, partiremos al amanecer – Jimin dio instrucciones tras morder un trozo de carne cocida.

Los niños asintieron sin prestar real atención, pues parecían estar en una competencia de quien se comía más rápido la pierna de la liebre.

Horas más tarde, cuando el rey se disponía a acostarse junto a sus hijos, una sonrisa orgullosa tiró de sus labios al detallar la posición estratégica de sus espadas. Mijung y Eumin habían sido entrenados desde muy pequeños, su fuerza y su fortaleza eran las de un guerrero, sus pequeñas manos ya estaban manchadas con sangre de sus adversarios, y en sus mentes existía solo un objetivo; derramar la sangre de sus enemigos y recuperar lo que se les fue arrebatado.

No era la vida que un rey hubiese deseado para sus hijos, pero era la vida que, debido a las circunstancias, debieron de asumir. El príncipe y la princesa parecían conformes con ello, pues nunca conocieron una vida distinta, crecieron en medio de una persecución y tuvieron que volverse fuertes si no querían ser la presa de los bandidos que con frecuencia asaltaban forasteros.

Además de cuidar de sus hijos, Jimin debía cuidar de su gente, su gente sin un hogar. La responsabilidad sobre sus hombros era pesada, al igual que la promesa que le impedía abandonar a su pueblo.

Con el primer rayo del sol, continuaron su viaje, cabalgando por los fértiles terrenos de vegetación silvestre, todavía lejos de la intervención humana que los pudiera convertir en campos de cultivos y ganadería. Cruzaron extensas pampas de pastizales verdes, montañas y ríos durante dos días más, antes de llegar a Khodá, el primer pueblo de Dakur y pasaje para los forasteros del Noreste, a casi cien quilómetros de la ciudad principal del reino.

A pesar de la distancia, el exiliado rey pudo sentir la brisa del mar y el olor de la sal, se sumergió por un breve instante en los recuerdos, de cuando era niño y la arena cubría sus pies descalzos mientras él corría por la orilla del mar, pero fue corto, ya que con un par de señas les indicó a sus hijos cubrirse con las capuchas de sus capas, ellos obedecieron de inmediato y no detuvieron el trote de sus caballos, hasta que dos guardias fronterizos les indicó detenerse cuando llegaron a los muros.

–Somos forasteros, no venimos de muy lejos, solo queremos comprar suministros para continuar con nuestro viaje – habló Jimin, mostrando seguridad al hacerlos. Los hombres los examinaron caminando alrededor de ellos, palparon los bultos y después arrimaron las capas de los príncipes, dando con sus espadas, aquello no pareció agradarles.

–¿Son solo forasteros? – cuestionó uno de los guardias señalando las armas.

–Soy un doncel con dos hijos pequeños, los caminos están lleno de bandidos.

Ambos guardias se miraron por unos instantes, pero terminaron asintiendo convencidos.

Khodá los recibió con una situación muy común del pueblo, rodeando a los forasteros con varios artículos en sus manos intentando vender algo. Desde su caballo, Jimin vio con una sonrisa oculta a la gente del reino donde nació.

"CAPTIVE" Reyes De Sábala (Kookmin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora