Capítulo 3: Recordando viejos tiempos.

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"Corre, corre, llegarás tarde" eso es lo único que pensaba en este momento. Crucé la carretera en rojo y un coche casi me atropelló. Pedí disculpas y seguí corriendo. Me estaba quedando sin aire, pero eso no era importante, tenía que llegar. Seguí corriendo un par de manzanas más hasta que estuve enfrente de la editorial.

-¡Sí!-grité intentando respirar.- ¡Llegué!-la gente que pasaba por allí me miraban alucinados. Me coloqué la corbata azul recta y me estiré las mangas de mi traje. Pasando las manos por encima de mi pelo intentaba peinarlo. Abrí la puerta con una sonrisa enorme pero esta se me borró cuando no vi allí a Ana, la secretaria. Fruncí el ceño.

-¿Dónde está la gente?-pregunté. Un chico que pasaba por allí con un carrito se paró en frente de mí.

-¿Desea algo?-me preguntó educadamente.

-Eh... sí, sí ¿Dónde están todos?-

-Han cerrado hoy la editorial, al parecer el jefe ha venido para hacer una revisión.-

-¿Pero para eso no necesita a los trabajadores?- se encogió de hombros y se marchó con su carrito.

Me di la vuelta y salí del edificio. "¿Cómo es que ha venido ahora el jefe? ¿Pero no llevaba tres años sin venir?" Iba caminando por las calles y el ruido del tráfico y de las personas las inundaba. "Aparece nuestro primo después de 15 años sin vernos y poco después viene el jefe, ¿Coincidencia? Puede..."Choqué contra alguien y perdí el equilibrio.

-¡Auch!- dije sobándome la cabeza.

-P-perdone.-se disculpó. Esa voz me era muy familiar. Miré hacia arriba. Era un chico bastante alto, pelirrojo, tez muy blanca, ojos color miel y cuerpo esbelto. Al parecer no eran imaginaciones mías el que nos conocíamos de algo.- ¿Sam?-preguntó-¿Samuel Anderson?-volvió a preguntar. Asentí dudoso intentando recordar.- ¡Vaya, cuanto tiempo sin vernos!-seguía con el ceño fruncido y al parecer se dio cuenta.- ¿Me recuerdas?-preguntó riéndose. Negué con la cabeza avergonzado.-Miguel Ruíz, de la universidad.-

-¡Miguel!-dije al fin recordándole.- Tío, cuánto tiempo sin vernos ¿Qué tal tú, tu familia...?-

-Están bien, sí, aceptaron el que yo era... bueno, homosexual.-dijo sonrojándose.

-¿Eres gay?-pregunté sorprendido. Frunció el ceño.

-¿Hola? ¿En dónde te has metido todos esos años en los que hablaba contigo sobre eso?-preguntó alucinando. Suspiró.-Un amigo acaba de abrir un bar ¿Te apetece venir?-

-Eh... ¡Claro! Total, hoy han cerrado la editorial.-le dije echándole un último vistazo al edificio.

Íbamos caminando mientras reíamos y me recordaba anécdotas de la universidad de las que yo no me acordaba y sabía la razón. Lleguemos al bar de su amigo, y caminamos hasta una mesa que estaba a lado de un ventanal que daba a un parque donde los niños jugaban felizmente. Me senté en la silla en frente de él y miré el parque.

-Qué vida más fácil teníamos ¿Eh?-dijo él mirando la misma dirección.

-Ajá, sin complicaciones. Lo único que nos importaba era jugar.-suspiré y agaché la cabeza.

-¿Sucede algo?-

-La verdad... sí, tengo hambre.-dije poniendo la sonrisa más falsa del mundo.

-Ajá y yo me chupo el dedo ¿Qué pasa?- Suspiré lentamente.

-Hace 3 años mi padre falleció en un accidente de coche, estuve meses intentando... asumirlo, pero un día algo en mi cabeza me dijo que fui el responsable de la muerte de mi padre, así que, como no podía perdonármelo...- estiré mi brazo hacia él y me remangué la chaqueta hasta dejar al cubierto mi muñeca.-Después de cortarme, me desmayé y solo me acuerdo el despertarme en el hospital.-miré mi cicatriz, esa horrible marca que me recordaba siempre lo que hice.

-¿No te acuerdas nada de tu pasado?-

-Mi hermana me ayudó a recordar cosas, pero ella no lo sabía todo de mí.-

-Pero, tú te acordaste de que íbamos a la universidad juntos y tu hermana no me conocía.-

-Los recuerdos no se borran, sino se pierden y hay que volverlos a encontrar, o eso era lo que me decían los médicos.-ambos suspiremos.

-¿Quieres tomar algo?-dijo él cambiando de tema.

-Sí, si.... un café con leche.-

-¡Estupendo!-levantó la mano y enseguida apareció una chica con un moño desordenado rubio y una piel pálida. Sus ojos nos analizaron sin perder ni un detalle.

-¿Qué deseáis?-preguntó educadamente.

-Un café con leche y un descafeinado, por favor.-

-En seguida. -sonrió y dio media vuelta. Poco después volvió con nuestros cafés. -Aquí los tenéis, un descafeinado y un café con leche.-los dejó encima de la mesa y se marchó. Hubo minutos de silencio entre ambos, lo único que podíamos escuchar era la puerta del bar abrirse y las voces de los clientes y camareros.- ¿Qué tal lo lleva tu hermana? Lo de eso...-

-Mi hermana intenta hacerse la fuerte, pero ella es la que peor lo ha pasado.-dije agachando la cabeza. Yo solía estar encerrado en mi casa, sin comer, sin dormir... sin hacer nada, pero mi hermana me obligaba a levantarme de la cama. Un día, llamó a un amigo suyo que era gorila en una discoteca, y le dijo que me levantara a la fuerza y me sacara a la calle a dar una vuelta, y él así lo hizo, aún me acuerdo de la cara con la que me miraban las personas ya que aparte de ir en brazos por un hombre enorme iba en calzoncillos y con una camiseta de tirantes. Me reí por lo bajo.

-¿De qué te ríes?-

-De nada.-le conteste rápidamente.- ¿Y dónde trabajas?-le pregunté para cambiar de tema.

-Aún sigo estudiando, como el último año lo suspendí y luego pasó eso con tu primo...-fruncí el ceño.

-¿Eso con mi primo?-

-¡Es verdad, que no te acuerdas! Bueno, pues...-se quedó pensativo unos segundos.-Nada, era broma.-le mire enfadado. -Lo siento, pero me tengo que ir.-miró su reloj invisible y puso la cara de asombro más falsa del mundo.- ¡Ay va, que tarde, mejor me voy ya!- dejó el dinero encima de la mesa y se fue. Le escuché abrir la puerta y me di la vuelta.- ¡Por cualquier cosa, no me he cambiado de número, adiós!- Se despidió nuevamente con la mano y desapareció entre la multitud.

-Ni si quiera se ha tomado el café.-dije suspirando. Cogí mi taza y de un sorbo me lo bebí entero. Dejé la taza y el dinero y me marché de allí.

Siento el publicarlo tan tarde, hubo problemillas con el Internet, pero ya funciona. Tengo una noticia..., ¡Mi amig@ sabe que le he publicado la novela! ¿Sabéis que? Se ha puesto muy feliz y dice ¡que va a seguir escribiendo! Gracias a todos por el apoyo, sé que esa persona no es muy importante para vosotros y pensaréis: ¿Para qué vamos hacerle feliz a esta persona? Hay personas más necesitadas.' Lo sé, pero hacer feliz a una persona es un gran paso para hacer feliz a otras más necesitadas. Muchas gracias a todos. Besos y abrazos de abuela al no ver a su nieta en tres meses.


Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora