Capítulo 4: Secreto entre ellos.

9 3 0
                                    

Estaba en la puerta de mi casa, apunto de introducir la llave en el cerrojo cuando escuché unos gritos.
-¡No puedes hacerle eso!-gritó mi hermana.-Ya sufrió bastante con lo de ella, como para que le digas eso.-
-Pero...¿Vamos a estar toda la vida así, ocultándole la verdad?- Izan le respondió controlándose.
-No será para toda la vida, algún día se acordará de todo.- sabía que estaban hablando de mí. No sabía que hacer, si entrar o quedarme fuera. Tuve una gran disputa en mi cabeza hasta que escuhé a mi primo responder con voz llorosa.

-¿Y si nunca recuerda?-hubo otra vez un silencio entre ambos y al fin decidí.
-¡Ya estoy en casa!-grité abriendo la puerta. Vi como Izan se limpiaba sus lágrimas disimuladamente, mientras que mi hermana me forzó una sonrisa para que no sospechara.-¿Qué haces aquí?-le pregunté a Elena, haciéndome el inocente.
-Nada, ¿Que pasa, que no puedo ver a mi primo favorito?-dijo ella cogiéndole de la mejilla a Izan y moviendo su cabeza de un lado a otro. Le soltó e Izan sobó su mejilla con rostro de dolor.-Bueno... me tengo que ir ya...-caminó hacia mí, y abrió la puerta.-Bueno, lo que hemos hablado...-se puso un dedo en los labios haciendo señal de no decir nada y salió por la puerta. Me quedé mirando por donde Elena se había ido.
-¿Cómo has llegado tan pronto?-preguntó él haciendome volver al presente.

-Pues, hoy a venido el jefe de la editorial para inspeccionarla y la han cerrado.-le contesté sin mirarle. Caminé hacia la cocina.-¿Qué quieres de comer?-le grité.

No escuché una respuesta. Volví a preguntar, nada. Giré mi cabeza dirección a la puerta y lo vi apoyado en el umbral de la puerta mirándome con una sonrisa.
-¿Hoy me vas a preparar la comida?-
-Claro... eres mi invit... Espera, si lo dices porque ayer me la tuviste que prepar tú, no te flipes. Fue un día muy duro y estaba cansado. A partir de hoy haré yo la comida.-dije con voz de superioridad.
Me miró de arriba a bajo y me puso nervioso.
-Si quieres cocinar, hazlo, si tú no me la hacías tampoco iba a cocinar yo.-Mi sonrisa se desvaneció y lo miré fulminándolo con la mirada.
-¿Qué no?-me cruzé de brazos y me senté en el suelo.-Pues yo tampoco.-Haber si aprende, estar aquí le va a costar caro y no lo decía por su dinero. Él me imitó e hizo un puchero. Solté una carcajada.-Ni que fueras un niño pequeño.-le dije señalándolo.
-A lo mejor sI que lo soy.-ambos emepecemos a reírnos. Al final, pedimos una pizza e hicimos como si la conversación de antes no hubiese ocurrido nunca. Una parte de mí, decía que no era nada importante o por lo menos eso quería creer, pero mi parte más curiosa decía que para que mi primo se pusiera a llorar tendría que ser grave. Estube toda la tarde dándole vueltas.
-¿Te pasa algo?-preguntó Izan mirándome. Sus ojos me mataron por dentro, me observó delicadamente con rostro preocupado.
-No me pasa nada.-le contesté sonriendo. Apagó la tele y se movió en el sillón de forma que quedara en frente de mí. Yo seguía mirándo la tele apagada.
-Mírame.-dijo con voz autoritaria. Le ignoré y sonreí de medio lado. Me cogió con su mano el rostro y me obligó a mirarle. Mis ojos se quedaron atrapados por su increíble mirada, una mirada matadora que a cualquiera derretiría.
-¿Quieres dejar de mirarme así?-aparté la mirada.
-¿Así, como?-
-Intimidante... más bien, como si estubieses intentando leer mi mente.-se echó a reír y fruncí el ceño.-¿De que te ries?-
-Ves demasiadas pelis.-contestó, ignorando mi pregunta. Hice un puchero, no podía permitir que se riera de mí. Me abalancé sobre él, pegandole puñetazos que él, sin inmutarse los esquivaba estaba claro que no servía para peleas, pero aun así no me iba a rendir.

Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora