Sol y Luna

366 25 10
                                    

En la primera era, en el primer parpadeo, nada existía.

Entonces, como si fuera un sueño y hubiera dormido por tanto tiempo, Madre parpadeó; abrió los ojos.

Todo era oscuridad, solo había vacío. No había un aquí o allá. Solo era ella y nada más.

Pasó mucho, mucho tiempo, sola e inmóvil. Y con el paso del tiempo, ganaba conciencia, experimentaba algo a lo que llamó "soledad".

Su soledad era infinita, no recuerda en que existencia comenzó, pero sin duda le consumía en una espiral igual de infinita que ella, sin final.

Al mirar a todas partes se dio cuenta que la existencia junto a ella era tan moldeable como lo era ella. Sus manos agarraron un pedazo de sí misma, arrancándose, observando con fascinación que ese "algo" era infinito e individual como ella.

Entonces, Madre sonrió y se estiró.

Lo más que pudo, tanto como el vacío le abarcara y creyera suficiente.

Después ella arrancó la parte que consideraba importante de su existencia; su núcleo, algo a lo que ella llamo "corazón" y lo fundió en una "alegría" que llamaba "amor".

Con ese pequeño pedazo dio a luz.

Lo primero que moldeó con sus manos fue un ser al que doto de existencia y forma; Le dio una representación que ella consideraba perfecta: Manos; piernas, un bello encuadre para unir los anteriores pedazos, un rostro con diversos órganos para que pudiera verse a sí mismo y, más importante, un bonito núcleo por el que podría crear a más seres como él para que no se sintiera solo como ella.

Madre lo llamó Sol.

Madre, como una dama que amaba a su propio hijo, con manos delicadas y dulces le dejó en el vacío con una sonrisa. Viendo fascinada como Sol flotaba y recorría lo que ella llamó "regazo" mientras iluminaba con su propia "felicidad".

Madre estaba feliz con Sol, a cambio de su amor Madre le dio algo que llamó "hogar"; una bonita roca de los restos de su primera curiosidad al arrancarse un poco de ella. Al hogar de Sol le dotó de "luz", aquel regalo iluminó todo lo que Madre nunca había podido ver.

Sol llamó a su propio hogar como a él mismo. Sol vivía en su hogar iluminando todo a su paso mientras jugaba y exploraba el vacío, riendo y amando a Madre.

Al ver a Sol tan solo y lejos de su regazo, pasando mucho, mucho tiempo sin ninguna compañía además de ella, Madre volvió a tomar a un pedazo de sí misma.

Y a partir de Sol creo a otro ser, al que llamó Luna.

A diferencia de Sol, Luna era una existencia tenue, pero tenía una presencia más intimidante, Madre se había inspirado en el vacío; aquel que le acompañó por mucho tiempo.

Madre le regaló a Luna un hogar, que se llamaba igual que él, era una roca más pequeña porque los restos que guardaba eran pocos.

Luna vagó por todo el vacío, sin ver ni oír nada. Sin saber de la existencia de nadie más que de Madre, apartado y solo a la espalda de ella.

Madre al verlos tan solos, pensaba que necesitaban hermanos.

Así que, olvidándose de Sol y Luna, comenzó a moldear muchas existencias y dejar uno tras otro sobre su regazo estirado.


Luna vagó y vagó por el vacío, aburrido y solitario, sin prestarle atención a las existencias que comenzaban a llenar el vacío.

Algún tiempo después, una luz en la lejanía le llamó la atención, nunca había visto algo así, excepto en Madre. 

Luna podría describirlo como una luz de un color más brillante y titilaba, asustado de que algo nuevo se marchitara sin haberle conocido comenzó a ir a su rumbo, atraído por esa luz.

Al estar tan cerca, la luz se volvió más brillante iluminando todo a su paso, por primera vez, Luna se había visto a sí mismo y descubrió su forma; la de su existencia y la de su roca.

La roca, que inmediatamente comparó con la suya, era más grande y emitía un calor agradable.

Cuando le vio por primera vez se sintió irremediablemente atraído, pero verle sentado sobre la roca flameante y bailando sobre ella hizo que su corazón latiera desbocado. Como si hubiera nacido hace un segundo.

Se parecía a él, tenía las partes que él tenía, pero también era una existencia muy diferente a la suya. Cuando escuchó el nombre de la roca, supo que el ser con el que se había encontrado también se llamaba igual.

Sol, así se llamaba.

Su roca, el hogar donde residía, era inmensa, contario a su roca que era pequeña, fría y sin algún color destacable o brillo propio. Pero eso no le molesto, al contrario, la luz de Sol le dio su propio resplandor, regalándole un poco de él mismo.

Se quedó a su lado, mirándole la espalda y en ocasiones la cara, girando a su alrededor sin ser notado. No tan cerca porque se quemaba, ni tan lejos porque al apartarse se sentía frio.

Entonces, un día cuando Sol estaba bailando libremente y feliz sobre su roca mientras hacía resonar los aros de sus tobillos y muñecas, sus ojos se encontraron por un segundo.

Sol dejó de bailar, Luna le miró con ojos grandes y brillantes y el calor que irradiaba Sol le llegó a la cara, coloreándole la piel del tono de su roca flameante.

Sol era hermoso, siempre lo supo.

Su vestimenta era preciosa y siempre llevaba esa tela con forma de almohada en los hombros, su sonrisa radiante es la que más destacaba en el vacío.

Tenía ojos de un tono que había visto mientras vagaba; azules de un tono vivido y adornado por el polvo naranja en sus costados. Unos hermosos cabellos del color de su roca y la luz le iluminaban como un halo. Su piel, acostumbrada al brillo y el calor, tenía un tono dorado que resplandecía y reflejaba su propia existencia.

Sin embargo, poseía un cuerpo un poco distante del suyo, era más bajito que él y parecía más ancho en algunos lugares.

Eran tan parecidos, casi iguales y al mismo tiempo tan diferentes pero complementarios.

Estaban hechos del uno y del otro; de Madre y su amor.

—¿No tienes frío? —Luna le preguntó un día.

—Nha, ¡aquí se siente cálido! —Sol le había contestado.

Sol no podía acercarse, lo había intentado y descubrió que lastimaba y destruía a Luna cada vez.

Su luz era demasiado, su calor era sofocante y su atracción mortal.

Aquello no impidió que se volvieran amigos.

El cuento de Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora