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Convivencia Familiar

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[ Recuperando recuerdos de Joy en su infancia. Edad: Entre los 7 y 8 años ]

— Te lo he explicado varias veces ¿¡Cómo es que no entiendes algo tan fácil!? ¡No me mires con esa cara de estúpida! ¡Mira el cuaderno! ¡El cuaderno!

Los símbolos sencillos de matemáticas se veían borrosos por las lágrimas acumuladas en sus ojos, el lápiz templaba en sus dedos al igual que sus pies cruzados en la parte de los tobillos que no alcanzaban el suelo, su respiración era entrecortada intentando ser suave, para no provocar más el enojo de sus padres que miraban con expectativas extrañas como su hija avanzada debía resolver una división de cuatro dígitos tanto en el divisor como en el dividendo.

— Siempre es lo mismo ¡Yo puedo hacer esa división sin usar el cuaderno! — Su padre era bueno en operaciones mentales, para él sumar, restar, multiplicar y dividir diferentes cantidades era tan fácil como caminar. Por eso, sus negocios eran prósperos en su trabajo.

— Ya te lo había explicado ¿Por qué mierda estás llorando? ¡Solo es una puta división! — Su madre le había enseñado a dividir hace mucho pero su poca agilidad para resolver el problema era una presión muy grande. Además, necesitaba sus dedos para contar las cantidades y cuando sus padres estaban supervisando siempre había una regla cerca para golpear sus manos si ella intentaba esa acción

Tenía ganas de ir al baño pero apretaba fuerte las ganas. Sería mucho peor si se orinaba en la sala. Y sin embargo, su cuerpo la traicionó provocando un ruido que solo expresaba los lamentos de su estómago

— Hasta que no termines esa operación no almuerzas, así que moviendo esa mano — Su madre tenía esa mirada que le ponía la piel de gallina, eso solo le provocaba volver a llorar a todo pulmón, pero todo grito sería recibido por una cachetada así que solo podía morderse la lengua con fuerza para evitar que saliera algo de su garganta

La niña se forzó a pensar bajo sus necesidades y sus miedos. Al final logró terminar otras cinco operaciones matemáticas más y por fin le permitieron soltar el cuaderno de práctica.

Odiaba con todo su ser ese maldito cuaderno, allí tenía que hacer planas eternas si se portaba mal o "si estaba tan aburrida que solo deseaba ver televisión". También tenía ejercicios de matemáticas de temas que veía y que lo vería en clases futuras, a la par de cuentos extensos que tuvo que transcribir de libros de historia de gente que le pudiera importar menos.

La comida le sabía a arena mojada, pero aun así le dio una sonrisa a sus padres agradeciendo que tenía comida sobre la mesa y estudio que la haría mejor persona, mejor dicho, una persona digna de heredar la empresa de su padre.

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Después de unos días después de comer una deliciosa sopa de raíz de loto y carne de cerdo por casi rompernos la madre a mitad de la noche, por fin Wei Ying y yo teníamos nuestras propias habitaciones separadas de la de Jiang Cheng.

En la habitación de Jiang Cheng solo habían puesto una cama extra y la compartimos con Wei Ying durante nuestro tiempo allí, ahora se sentía un poco extraño cada uno tener su habitación. Es un secreto entre los dos, pero él a veces viene a mi cuarto con la excusa de tener malos sueños. Obvio no le niego el capricho, porque tampoco es que mis sueños sean jodidamente agradables recordando la vida de Joy. Pero, nada como una canción de cuna mientras se abraza al pequeño protagonista y se olvida esa vida y recordando lo que puedo (y debo) hacer en esta.

Las comidas habían sido muy calladas con la presencia de Madam Yu, acompañadas de lindas miradas llenas de odio a todos. Incluso creo que el pollo de su plato tenía ganas de salir corriendo del sitio.