Capítulo 1

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-La tercera es la vencida, querida. Intenta de nuevo, por favor. Seguro que en esta ocasión la tarjeta si pasa.

-Ms. Henríquez, esta no sería la tercera sino la cuarta vez que lo intento. Le aseguro que, aunque lo haga tres veces más, la tarjeta simplemente no será aceptada.

-Pero... es que estoy segura de que aún debería tener suficiente crédito para pagar esto... Tal vez si le doy una parte en efectivo... espera un momento.

Sonreí resignadamente mientras la ancianita de más de 70 años intentaba encontrar las monedas suficientes para surtir la receta que su médico familiar le había dado. Una parte de mi detestaba a ese matasanos, tenía la peor letra del mundo y solo a base de muchos intentos Gigi y yo lográbamos descifrar aquel extraño lenguaje. La señora Henríquez, por otro lado, era una de nuestras clientas más encantadoras, siempre era muy amable y tenía por costumbre traernos galletas caseras en cada ocasión en la que nos visitaba, es decir, un par de veces al mes.

- ¿Qué tal si hacemos algo? Le daré un descuento especial por ser cliente frecuente y, además, descontaré el precio de las galletas ¿le parece bien?

-No, no, querida. Ya hiciste un descuento y las galletas son un regalo, sé que por aquí debo tener un billete más...

- ¡Háganos caso, Paulita! Es un trato justo, si le parece bien, en la próxima ocasión puede traernos uno de sus deliciosos panqués de chocolate y estaremos a mano ¿qué opina?

El rostro de la ancianita se iluminó ante la propuesta de Gigi quién se nos unió cuando terminó con el cliente que estaba atendiendo.

-De acuerdo, pero sólo será por esta ocasión.

-Muy bien, le haré el recibo entonces.

Al terminar de atenderla, mi vista siguió los lentos pasos de la viejecita hasta que se hubo perdido al cruzar la calle en dirección a su hogar.

-El médico añadió un nuevo medicamento ¿eh?

-Sí y es bastante caro. No lo cubre el seguro así que tuvo que pagar por él.

-Bueno, no tuvo que pagarlo completo...

Me encogí de hombros, no había mucho que hacer, aunque la señora no pudiera cubrir el costo total no me parecía correcto dejarla sin el medicamento.

-Un día de estos tendremos que dejar de pagar los faltantes con nuestro dinero, Jimin, o terminaremos en la calle. Ya bastante tenemos con los gastos del departamento y Mr. Martell nos tiene en la mira.

-Lo sé, lo sé... lo entiendo, no más descuentos por hoy.

-No, no más descuentos por la semana. Ya de por sí estamos en números rojos. Si seguimos así tendremos que conformarnos con ramen instantáneo lo que resta del mes...

-Al menos ya pagamos la cuenta de la luz, el internet y tenemos galletas. – Sonreí entusiasta mientras extendía la pequeña charola hacía Gigi.

-Tus prioridades son todo un caso, Jimin, lo digo enserio.

- ¿Me intentas decir que preferirías vivir en un departamento con el frigo lleno, pero sin luz para que funcione? No lo sé, no me parece muy lógico.

-No lo decía por la factura de la luz, babo.

-Pues aplica de igual forma, ¿cómo veríamos series, pelis o vídeos sin internet? Eso no tiene sentido.

Giselle no pudo refutar mi argumento, por supuesto, así que con expresión resignada se dirigió a acomodar algunos envases de suplementos alimenticios que seguían pendientes del día anterior. Yo, mientras tanto, me dediqué a mirar ociosamente por la ventana. Como de costumbre, la mañana había estado bastante tranquila, era por las tardes cuando solía aumentar la clientela y se acumulaba el trabajo.

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