Capitulo 8

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Estuvieron un buen rato abrazandose. Para los dos no pasaba el tiempo, puede que estuvieran así diez minutos hasta que al final los dos se separaron despacio.  

- ¿Mejor?- le dijo el rubio acariciando el pelo del moreno, que ya no lloraba pero aún tenía el rostro enrojecido. 

Zoro asintió mientras se intentaba levantar, con la ayuda de Sanji.

- Zoro, ¿ qué ha pasado?-

El moreno estaba mucho más tranquilo, pero se notaba un poco nervioso. 

- Ya te lo he dicho. Fui a buscar comida y me caí-

Sanji suspiró mientras ayudaba al moreno a caminar hacía la cama.

- Cuando estés listo, dimelo- El rubio notaba la mirada perdida del moreno, le estaba dando vueltas a algo aunque no quisiera decirselo, él lo notaba.

El espadachín no dijo nada, solo dejó que el cocinero le dejara con suavidad en la cama.

- ¿Aún tienes hambre?-

Zoro asintió despacio, sin apartar la mirada del suelo.

-Necesito hacer fuego para cocinar el jabalí, a si que saldré a fuera. Hace algo de frío, ¿ Quieres quedarte aqui dentr...-

Antes de que pudiera terminar Zoro le respondió.

- Voy contigo- Aún estando algo cansado y sin ganas de hacer nada, Zoro no quería volver a quedarse solo.

- Vale- Sanji hubiera preferido que se quedase dentro para que no cogiera un resfriado, pero si él quería ir, tendría sus razones.

El cocinero cargó el jabalí en uno de sus hombros y le tendió la mano del otro brazo al moreno. Este se agarró a él para levantarse, y luego se puso en pie solo.

- ¿Puedes tu?-

El moreno asintió y los dos salieron al exterior.

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El resto de la tarde transcurrió normal.  El cocinero preparó la carne y la racionó para que les durará algunos días, después comieron juntos. Zoro no se separó de Sanji en ningún momento: ni cuando comieron, ni cuando volvieron a la cabaña.

 Ya había anochecido cuando volvieron al interior de su refugio. El moreno se sentó en la cama casi de inmediato, mientras que el rubio se quedó de pie.

Estuvieron un rato en silencio, el rubio miraba al moreno y este miraba al suelo, hasta que el moreno levantó la mirada para mirar al rubio.

- ¿Quieres dormir? Es tarde- le preguntó el cocinero

- Si... la verdad ha sido un día muy largo-

- Puedes quedarte la cama, yo puedo apañarme- dijo el rubio de todo corazón. Lo que más quería ahora es que el moreno se encontrara bien y si descansaba, algo mejoraría.

- Sanji...- 

- ¿Si?- 

- Duerme conmigo por favor-

El cocinero se quedó quieto en el sitio mientras el rubor llegaba a sus mejillas.

- ¿Co...como?- preguntó el rubio pensando que no lo había oído bien.

- No quiero dormir solo. Por favor, duerme conmigo en la cama-

El rubio estaba muy rojo y el peliverde lo notó, pero no le importó. El solo quería tener a alguien cerca en todo momento y el rubio era la mejor (y única) opción que tenía.

- ¿N...no te importa?- dijo el cocinero aún sorprendido.

- Si me importara no te lo hubiera pedido. Pero si no quieres... no importa-

- No, no, tranquilo. Si no te importa...-

 Zoro se hizo a un lado, dejando espacio para que el rubio se sentara junto a él.

Sanji se acercó a la cama y se sentó junto al peliverde.

- Menudo día- dijo el cocinero.

- Si... tengo sueño-

- Yo también-

Zoro se acurrucó en su lado y luego se tumbó de espaldas  la pared, mirando al rubio. Este se lo pensó un poco, pero luego se tumbó al lado del peliverde. 

El espadachín parecía cómodo, aunque el rubio estaba en el borde de la cama, lo más lejos del otro que podía. No era porque no le gustara estar al lado de Zoro, de echo su cabeza le decía que si le gustaba aunque se negara a aceptarlo. Lo que pasaba era que no esperaba la petición del peliverde.

Aún así, después de un rato y debido al cansancio, Sanji se durmió. Zoro se había dormido hacía un rato, ya que estaba muy cansado.

Sería cerca de la una cuando el moreno se despertó. Se frotó un poco los ojos y recordó que estaba con Sanji, lo que le hizo relajarse.

- ¿Más tranquilo?- El moreno se giró en todas las direcciones buscando el origen de la voz, aunque ya sabía de quien era.

- Te preguntaré lo mismo ¿ quién eres y que quieres?- el moreno estaba muy, pero que muy nervioso, pero eso no se notaba en su voz.

- Solo te quiero a ti- delante de la cama, apareció la silueta que había visto Zoro por la tarde. 

El peliverde empezó a pestañear con fuerza, con la intención de despertarse.

- No es un sueño- dijo la silueta.

El peliverde siguió pestañeando, pero al ver que no funcionaba pensó otra cosa. Cerró el puño y se golpeó la herida del costado con fuerza. Un intenso dolor le recorrió de arriba a abajo y ahogó un grito. La silueta seguia alli.

- Eres un imbecil- le dijo la silueta-y aún así eres la mejor opción que tengo-

- ¿Qué quieres de mi?- dijo el peliverde mientras se agarraba el costado con una mano calmando un poco el dolor.

- Te lo dije por la tarde y te lo repetiré ahora, serás mi recipiente. Pero con tu colaboración, sería más fácil-

Zoro miró al individuo y sonrió.

- Que te den- le dijo mientras levantaba su dedo corazón en señal de burla.

- Peor para ti- el sujeto levantó la mano apuntando a Zoro y cerró el puño. 

Al peliverde le recorrió una sensación extraña, no era dolor, pero no era agradable.

- ¿ Qué haces?-

- Marcandote -

El moreno notó un pequeño pinchazo en el brazo, cerca del hombro y cuando miró, vio un punto negro, del tamaño de una canica.

- Eso, es mi marca- dijo el sujeto- cada día ira creciendo poco a poco, hasta que llegué a tu cabeza-

Zoro se frotó fuertemente el hombro, pero la mancha no se movía.

- Es inútil, no se te quitará- le dijo el sujeto- cuando se extienda hasta tu cabeza, te tendré conmigo-

El moreno empezó a hiperventilar. Estaba nervioso y asustado y no sabía que hacer.

- Nos vemos Roronoa- le dijo el sujeto antes de desaparecer.

- ¡ ESPERA!- gritó Zoro.

Justo en ese momento se despertó. Estaba agitado y sudado. Todavía era por la noche y Sanji estaba durmiendo a su lado. " Solo ha sido un mal sueño" pensó. Se miró el hombro, pero todo estaba demasiado oscuro como para ver algo. " Solo ha sido una pesadilla" el moreno se volvió a recostar, mirando al rubio.

- ¿ Qué me esta pasando?- le dijo a Sanji, aunque sabía que no podía escucharle.

Tocado y hundido-ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora