UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO

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Hoy ha sido un día como cualquier otro. Por la mañana, me encanta despertarme con los rayos del sol entrando por la ventana. Cuando por fin me he levantado de la cama, me he puesto a hacer la mochila para ir al instituto y cuando he visto qué asignaturas me tocaban hoy, la primera que salía, por desgracia, era educación física. La odio. La odio por el simple hecho de los comentarios y risitas despectivas hacia mí de la gente de mi alrededor y de mis compañeros.

Mi nombre es Ada, soy una chica de 14 años, introvertida, tímida, familiar y bastante insegura de mí misma. Vengo de una familia bastante extraña, la verdad, o eso es lo que me hacen pensar los comentarios de la gente externa. A mí me molesta que la gente de fuera diga y haga comentarios despectivos hacia mi familia, porque yo no la considero tan extraña. Mi madre es como mi punto de apoyo, para llegar a un futuro mejor; siempre se preocupa por mí y cuando más la necesito, ella está allí, al contrario que mi padre, que no se preocupa nada por mí y se piensa que no voy a llegar a nada en la vida. Por otro lado, está mi hermana, con la que tenemos una relación de amor/odio.

Hoy he llegado al instituto, y como cada mañana, cada vez que pasaba cerca de alguien ya escuchaba los típicos comentarios: "Madre mía, qué rara es esa niña", "Siempre va sola, no sé cómo no se aburre de no tener amigos". Y muchísimos más. Después de ese mal rato, he llegado al gimnasio, que está en la otra punta del instituto. He dejado mis cosas en el vestuario y he salido a esperar a que sonara el timbre para empezar la clase. Al sonar el timbre, nos hemos puesto a jugar al vóley, que era la clase que nos tocaba hoy, y nada más empezar he tenido un percance bastante tonto, la verdad. Al principio pensaba que no era tan importante, y por lo tanto, he continuado jugando, pero a medida que iba pasando el rato, iba notando un dolor muy fuerte en la pierna izquierda, que me impedía seguir jugando.

Al empezar a sentir ese dolor, lo primero que he hecho ha sido ir a buscar al profesor y explicarle lo que ha pasado. Se ha empezado a reír en toda mi cara y ha empezado a soltar comentarios como "¿Madre mía, niña, eres bastante torpe, ¿no?" y "Seguro que no es nada, y estás echando una excusa para no seguir", entre otros. Para no sentirlo más, me he ido otra vez a mi sitio y he continuado jugando como he podido. No hacía ni 20 minutos de lo sucedido, y ya me había vuelto a caer, pero esta vez no por un imprevisto, sino por una de mis compañeras. Es la típica que se cree que es la mejor de la clase y la que quiere gustar a todos los chicos para ver si alguno cae. Pues bien, ha cogido la pelota y cuando ya la había tirado, dice "Ada, cuidado", pero el cuidado me lo ha dicho cuando ya estaba en el suelo.

En ese momento, mi cabeza ha empezado a dar vueltas del dolor, pero cuando ya estaba un poco más consciente, he empezado a oír comentarios como "JAJAJAJ ya estás en el sitio que te mereces", "Mira, ahora pareces un unicornio" y también la risa de todos, pero absolutamente todos mis compañeros, e incluso la del mismo profesor. En ese instante, me he sentido como una colilla pisoteada.

Una Superación InesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora