Capítulo I

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Capítulo 1:
Uno se hace Auror esperando salir en el Profeta, no piensa terminar llorando sobre papeleo

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De Harry Potter se pueden criticar muchas cosas. Que si tiene el carisma de una papaya, que si tiene el peor radar de enemigos a la redonda el mundo; que si es tan inteligente que cuando hay cartas lloviendo, salta para atrapar una en vez de recoger una del piso.

Pero no es un mal amigo. Oh, no. Harry Potter siempre ha tenido sus prioridades definidas y la gente que considera su familia está en el pedestal. Sufre por ellos, es tan generoso como puede, les ofrecerá siempre su mano en tanto tenga una.

Por eso en el fondo de su cabeza, como una ventana emergente, ha existido un pensamiento recurrente: sobre si debería hacer algo por su mejor amigo. Ron Weasly ama pocas cosas en el mundo como a Hermionie Granger, lo cual suele importar más que lo contrarias que son sus personalidades.

Pero sin importar qué tanto la ame y ella a él, los problemas entre ellos siempre han estado a la orden del día, lo que no es una sorpresa, parejas tan contrarias siempre salen mal en opinión de Harry.

Pero no debería significar el fin para ellos.

Es una pena que la discusión de esta vez se haya alargado tanto (¿sobre que era? ¿De nuevo los elfos domésticos? ¿O quizás se trataba de sus expectativas de vida? Entre esos dos los problemas triviales y los trascendentales hacen igual de daño).

Así que ese día, Harry Potter estaba listo para ofrecerse a ayudar.

Es así que cuando vio esa mañana a la mata de cabello rojo de Ron enlistarse a su cubículo, Harry estaba preparado para proponerle pedirle ayuda a Ginny (porque, ¿ya lo dijo? Harry Potter tiene la inteligencia emocional más paupérrima que los psicomagos hayan conocido. Pero siempre es bueno encontrando a la mejor persona para el trabajo).

No obstante, Ron no llegó a quejarse con su típica ropa arrugada.

Ron llegó con la corbata donde debería estar, la túnica perfectamente planchada y un gesto de tal importancia que Harry no dijo nada más que:

"¿Lo solucionaron?".

"Lo haremos. Escucha, Harry, esta es mi oportunidad".

Lo que prosiguió fue una extendida explicación de cómo Hermionie había recibido la oportunidad de dar una conferencia sobre los derechos de las criaturas mágicas a comparación de los brujos fuera de Inglaterra. Naturalmente Ron se ofreció a acompañarla, y ella naturalmente aceptó hablar del viaje, motivo por el cual se vieron ayer y Ron obtuvo ropa planchada.

"Voy a ir sin importar lo que cueste".

"Pide vacaciones", dijo Harry.

"Que bien que lo propones, mi sabio amigo. Ahora, ¿qué tal si me ayudas a lanzar un confundus a cada persona en estas solicitudes o me ayudas a cambiar ni nombre a Elve Nazo y fingir mi muerte?", dijo Ron, y señaló con su brazo algo en su escritorio.

Harry elevó su cabeza sobre la pared que los separaba para verlo. Ugh. Lo único que le pone peor el estómago que una gagrea sabor a vomito: Papeleo acumulado.

"Tienes que dedicar un día a la semana para esto, te lo hemos dicho. Bueno, Neville te lo ha dicho, yo me he tropezado con las latas de Red Bull y te he maldecido".

A Harry No le Pagan lo Suficiente // Harco - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora