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“ He has a knife! ”
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El ruido parecía provenir del piso inferior a donde el chico se encontraba.
Una vez lo oyó, se quedó paralizado, y el ruido se desvaneció en el silencio. Con el corazón a mil, se atrevió a bajar unos pocos escalones, haciendo el menor ruido posible, mientras se agachaba para obtener mayor visión de lo que ocurría.
Al parecer un pequeño jarrón de flores se había caído. Era una pena, se lo había regalado su mejor amigo.
Dejando de lado la decepción ante aquella escena, se enfocó en encontrar a algún intruso en su vivienda, pero al no ver nada se decidió a bajar lentamente las escaleras.
Escalón por escalón, trataba de pisar suavemente para no llamar la atención con algún crujido, lo cual no resultó de la mejor forma. El penúltimo escalón hizo un no tan fuerte chirrido, aunque por el silencio en la sala, estaba seguro de que sí había alguien, lo había oído.
“¿Hay alguien ahí?” Las palabras salieron dificultosamente de su boca, tal vez el extraño se había ido, o tal vez se lo había imaginado todo.
“¿Hola?” Preguntó nuevamente.
No recibió respuesta alguna, ni un sonido, nada, el silencio lo estaba empeorando todo. Entonces, decidido, se enderezó y bajó del último escalón, para luego merodear silenciosamente en busca del supuesto intruso.
De un momento a otro, estaba intranquilo. Se sentía observado, trataba de convencerse a sí mismo de que era su imaginación, pero seguía sintiéndose así. Quería irse del lugar lo más pronto posible.
Sus sentidos se agudizaron ante la sensación de peligro y se quedó congelado, preparado para escapar ante el menor ruido.
Se encontraba caminando lentamente, se dirigía a la cocina, que estaba considerablemente cerca de la salida, la puerta estaba ahí. Tomó un cuchillo y antes de salir, apuntó y observó cada lugar.
Estaba seguro de que no había nadie, por lo menos en la cocina. Giró rápidamente y avanzó hasta la puerta, con el objetivo de escapar y buscar ayuda, algún refugio tal vez, al menos por esa noche.
Pero una gran mano interrumpió sus planes, fué tomado de la mano en la cual aún sostenía el cuchillo, causando que se detuviera en seco. La fuerza ejercida por el hombre le causó un dolor casi intolerable, creía que sus dedos iban a quebrarse. Se volteó como pudo y logró ver a su atacante.
