MinHo es el único humano entre una manada de lobos, no, no es un beta, no es un omega, no es un alfa, es un simple y sencillo humano, un problema en el embarazo de su madre lo hizo nacer así, como humano.
Jisung es el alfa líder de la manada y debe...
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El día después de su boda en la playa habían regresado a la zona donde ellos vivían, sus hijos quedaron a cargo de la madre del alfa para que ellos pudieran disfrutar de su luna de miel, pero al parecer el mayor tenía otros planes y MinHo en aquel momento caminaba enojado hacia el lugar donde estaban reconstruyendo su hogar, ya estaba casi terminado, pero Jisung al parecer creía más importante supervisar los trabajos de reconstrucción que disfrutar de su luna de miel, Lee había cedido no viajar a otro país debido a ésto, pero no permitiría que el alfa lo abandonara en esos momentos que eran especiales para él.
El menor se encontraba frente a la edificación que sería su nueva casa, estaba en el mismo lugar que antes, ninguno de los dos quería abandonar ese pedazo de tierra que les traía tan bonitos recuerdos, a pesar de que la última vez que estuvieron ahí no fue algo memorable, amaban ese lugar y querían formar su familia ahí, criar a sus hijos entre árboles y el lago que fue testigo mudo de la primera vez que hicieron el amor, aquel paisaje silvestre guardaba celosamente sus primeros besos, gemidos y el placer que compartieron, era su pequeño refugio y lugar especial, era el lugar donde resguardaron aquel amor secreto, prohibido y tan irreal que nació entre ellos.
Amaban vivir con la madre del mayor, era parte importante de la pequeña familia que les quedaba con vida, pero deseaban tener su propio espacio, ese pedazo de tierra rodeado del bosque y el lago se sentía suyo, especial y único para ellos, era en aquel lugar donde deseaban pasar sus vidas hasta el último de sus días.
—MinHo, ya te he dicho que no te quiero acá, todos te miran como un maldito pedazo de carne, tú eres mío, no me gusta que te vean de esa forma— se acercó hacia el menor cuando lo vio llegar.
El delta mordió su labio al ver a Jisung acercarse, se veía tan sensual con esa camiseta sin mangas pegada a su trabajada musculatura, algunas manchas de pintura en su piel canela y el sudor recorriendo desde su cuello hasta su pecho, gimió bajo al perderse viendo como la gota de sudor descendió por aquel torso musculoso de su esposo, ¿sería muy imprudente si le pedía follar en ese momento?.
—¿Me estás escuchando?— preguntó con una sonrisa engreída.
—Tú me dejaste solo, te mereces sentir celos, no quiero escucharte, ya me sé tus quejas de memoria.
—Bien, ¿estás aburrido de mis quejas?, ¿las vas a ignorar?.— miró serio al menor y éste tragó saliva al tener aquella pesada mirada sobre sí— Lo mismo haré yo cuando me pidas sexo, tendrás que conformarte con uno de tus juguetes, yo no te voy a follar.
—No es justo.— hizo un mohín y pateó el suelo— Mi celo es más seguido que el tuyo, si no te harás cargo de lo que hiciste, tendré que buscar a otro, quizás uno de los jornaleros querrá follarme, entretenerme en mi luna de miel con un rico sexo como mi esposo no quiere hacerlo, estoy más que seguro que mi cul... ¡ay!— se quejó al sentir el agarre firme en su cabello.
