CAPÍTULO 24. PACTO DE PODER

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Paige miró primero a Drew con una sonrisa amplia, pero cuando sus ojos se posaron en Sally, su expresión se desencajó. Los poderes de Drew eran, sin duda, un peligro para ella y para Julen. Sabía que él no los soportaba, ni a ella ni a su novio. Su mirada se desvió hacia la puerta de la habitación de Cárter, que estaba entreabierta. Por un instante, pensó en huir con Julen, dejar atrás ese pueblo al que tanto había amado.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y un temblor involuntario se apoderó de sus manos. Tenía miedo.

Bajó la vista al suelo y cerró los puños con fuerza.

"Podría matarlo ahora, usar mi poder... Aún no controla bien sus habilidades. Pero entonces sería un asesinato, y yo no soy una asesina. Tengo que reunir al resto. Si quieren nuestra ayuda, deben prometer que no usarán sus poderes contra nosotros."

Respiró hondo y, con firmeza, alzó la mirada hacia Drew.

—Llamad a vuestros amigos. Nos vemos en la iglesia en diez minutos. Tenemos una reunión.

Drew arqueó una ceja y dio un paso adelante.

—¿Ahora? ¿Por qué?

Paige no se movió ni un centímetro.

—Solo hacedlo. Es importante —respondió, lanzándole una mirada a Sally en busca de apoyo.

—¿Y si no quiero? —Drew sonrió con malicia—. Ahora puedo obligarte a decírmelo, meterme en esa cabecita tuya y ver qué tramas.

Paige sintió un nudo en la garganta.

—Por favor... —susurró, mirando a Sally con desesperación.

—Hecho —dijo Sally, asintiendo con decisión. Luego, antes de que Drew pudiera protestar, lo tomó de la mano y lo sacó de la habitación.

Tal como prometió Sally, todos se presentaron en la iglesia. Se sentaron en los bancos de madera, sus rostros reflejando curiosidad e inquietud mientras esperaban que Paige hablara desde el atril.

—Hoy ha sido un día importante —comenzó Paige, con voz firme—. He descubierto que Drew es un mágico y que posee un poder psíquico: puede controlar la mente a su voluntad.

Se escuchó una risita corta, pero sonora. Drew.

—Por eso, exijo que, a partir de hoy y hasta el día en que os marchéis, no uséis vuestros poderes contra nosotros. Necesito vuestra palabra de que...

—¿Nuestra palabra? ¡Y una mierda! —soltó Drew, poniéndose de pie de golpe—. Yo no te debo nada.

Maggie también se levantó y caminó hasta él con paso tranquilo.

—Siéntate y deja que termine de hablar —dijo con calma.

Drew entrecerró los ojos, pero obedeció a regañadientes.

Paige los observó por un momento antes de continuar:

—Como decía, quiero vuestra palabra de que solo usaréis los poderes en los entrenamientos y en situaciones extremas contra los verdaderos enemigos que están ahí fuera. Esos sí son una amenaza real. Si no aceptáis, tendréis que iros del pueblo.

Hubo un silencio pesado antes de que Drew rompiera la tensión con una carcajada.

—Bueno, pues haced las maletas, porque nos vamos de este sitio —dijo, frotándose las manos con fingida emoción.

Maggie suspiró y cruzó los brazos.

—¿Y Cárter?

Drew rodó los ojos.

—Se viene con nosotros, obviamente.

Maggie negó con la cabeza y luego miró a Paige y Julen.

—¿Podéis dejarnos un momento a solas? Tenemos que hablar.

Paige y Julen intercambiaron miradas antes de salir de la iglesia.

Maggie tomó a Drew del brazo y lo arrastró hacia un rincón apartado.

—Acordamos por mayoría quedarnos aquí y descubrir si tenemos magia —le recordó en voz baja.

—Cierto —admitió Drew, encogiéndose de hombros—. Pero ahora que Cárter está en modo Bella Durmiente, yo soy el segundo al mando, y digo que nos larguemos.

Maggie lo miró con incredulidad.

—¿Eso es una orden?

—Sí —respondió con seriedad.

—Así que ahora eres un dictador —dijo, ladeando la cabeza.

—No...

—Pues hablas igual que el Presidente de nuestra nación.

Drew la fulminó con la mirada.

—¡Claro que no!

—Entonces, sé un buen líder. Trágate tu orgullo y acepta las condiciones de Paige. Tiene razón, y lo sabes.

Drew bufó y apartó la mirada.

—Está bien... No usaré mis poderes contra ellos. ¿Eso es lo que querías oír?

Maggie sonrió, aunque su expresión tenía un matiz de advertencia.

—Ni contra nosotros.

Le dio un par de golpecitos en el pecho con el dedo índice.

Drew frunció el ceño.

—No pensaba hacerlo.

—Por si acaso. ¿Tengo tu palabra?

Maggie le tendió la mano.

Drew la miró durante un instante, como si le costara tomar la decisión, pero finalmente la estrechó.

—Tienes mi palabra.

Cuando Paige y Julen regresaron, todos aceptaron las condiciones y plasmaron sus firmas en el contrato. Drew, con una mueca de incomodidad, lo hizo también, aunque su mirada fulminante hacia el papel dejaba claro lo que pensaba de la situación.

—¿También queréis una muestra de mi sangre para hacerlo más oficial? —soltó con sarcasmo, dejando caer el bolígrafo con desdén sobre el papel.

Todos ignoraron el comentario de Drew y la iglesia se quedó en silencio, hasta que Alec habló con una sonrisa burlona:

—Bueno, después de esta maravillosa pero aburridísima charla, voy a empezar a preparar nuestra fiesta de esta noche en el hotel.

—¿Fiesta? —preguntó Julen, confundido—. ¿Qué celebramos?

—Nuestro cumpleaños. El de mi hermano y el mío —dijo Alec con orgullo.

Drew parpadeó.

—¡Mierda! Lo siento, tíos. Se me ha olvidado.

—No pasa nada —respondió Fred con una sonrisa traviesa—. Pero ve por las bebidas. Y recuerda que el juego es obligatorio, Drew. Nada de excusas como el año pasado, cuando decías que no te encontrabas bien, que tenías náuseas, bla, bla, bla...

Fred imitó su voz mientras se llevaba una mano al estómago con dramatismo.

—¡Que sí! —murmuró Drew, dando un paso atrás y luego volviendo al umbral de la puerta, como si aún estuviera decidiendo si quería quedarse o no. Finalmente, maldijo entre dientes y salió, la puerta cerrándose tras él con un golpe fuerte.

Sally arqueó una ceja y miró a los gemelos.

—¿Qué juego?

Alec y Fred se miraron con complicidad antes de responder al unísono:

—Verdad o atrevimiento.

LA NUEVA ERA   #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora