Capítulo Uno

227 11 14
                                    

- Febrero, 1971, Mar Del Plata.

"¡No te puedo creer boludo!" Escuchó a un par de metros la voz retumbar desde el baño del bar casi vacío, "¡Ale!" 

"Charly, ya está," Vio como un joven de pelo corto salió del baño, "¿Cómo vamos a hacer con una batería, una guitarra criolla y una flauta?" 

Detrás de él, salió otro joven, alto, flaco y de pelo largo, usando pantalones acampanados.

"Siempre se puede hacer algo," Dijo en tono de queja, siguiendo a quien Margarita suponía que era su amigo. "Tocá despacito."

"Va a sonar horrible," Negó con la cabeza, "Yo ya te dije, esto no va a ningún lugar, ninguno de los chicos puede estar viajando, están trabajando." Frenó y se dio vuelta.

"Ustedes se comprometieron a esto," Le dijo con cejas alzadas, "No pueden irse así nomás."

"No todos nos queremos cagar de hambre por una fantasía," Se acercó manteniendo intenso contacto visual. "Vos si querés, morite de hambre, pero yo, no." Camino hacia la puerta del lugar.

"¡Ale, vení para acá!" Le dijo, gesticulando con la mano, "¡No nos dejes así!" Al hombre no le parecía importar nada, pues cruzo la puerta sin mirar atrás.

Margarita retornó su mirada hacia su botella de coca-cola, notando como la atención de aquel hombre flaco y alto se desviaba de su amigo que acababa de salir. Mientras se llevaba la botella a la boca, pudo ver desde su mirada periférica la figura de él, o como escucho al otro hombre llamarlo, Charly, sentarse cerca de ella. Frustrado suspiró, y le pidió un whiskey on the rocks al señor del otro lado de la barra. Sorprendida, miró su reloj, alzando sus cejas al ver que eran tan solo las siete de la tarde y Charly ya empezaba a tomar. Lo veía muy joven como para poder aguantar hasta su presentación si empezaba a tomar a aquella hora. En este bar usualmente se presentaban bandas pequeñas de la zona, y de vez en cuando venía alguna desde capital. Margarita nunca se perdía a las bandas que venían de capital, aunque ni siquiera tuviera compañía. Se atrevió a girarse hacia el hombre, observando otro par de ojos mirándola.

Sonrió cuando el joven miró hacia otro lado, quizás algo avergonzado.

"¿Empezás a las siete?" Le dijo, refiriéndose al vaso.

"Hay que ir calentando, ¿No?" Sonrió y tomo un sorbo de su vaso, "¿Querés?" 

"Bueno," Dijo mientras extendía su mano, tomando el vaso.

Sintió el roce de las manos de Charly, eran suaves.

"Qué mala influencia," Dijo antes de tomar un poco de la bebida, cerrando sus ojos luego del fuerte sabor. "Nunca entendí por qué toman whiskey."

"Tengo cincuenta años, y me gusta," Bromeó, "¿Qué te gusta a vos?"

"Fernet con soda," Dijo y se rio de la expresión en la cara de Charly, "Pero ahora está más para una cerveza."

El joven asintió con la cabeza y toco el hombro del hombre detrás de la barra.

"Señor," El hombre se giró, "Le podría pedir una cerveza... ¿Rubia?" Le preguntó a Margarita, ella asintió. "Una cerveza rubia, por favor." Le confirmó.

"¿Vos tocás acá hoy a la noche?" Le preguntó mientras le preparaban su cerveza.

"Eso espero," Alzó las cejas, "Deberíamos ser seis, y somos dos, yo y Nito, guitarra y flauta." Negó con la cabeza.

"Difícil," Dijo haciendo una mueca, "Pero puede funcionar, depende de la canción."

"¿Vos tocás algún instrumento o algo?" Le preguntó curioso.

Siempre Puedes Olvidar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora