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__No llores, jen.—Pedía la pelirroja más preocupada de lo normal. La estaba consolando como nunca, pero la pelinegra la echaba a golpes.

Llevaba dos días sin ir ala universidad, se sentía tan deprimida, no quería pisar nada allí, es que, esa cuenta había destrozado su reputación. Tuvo que ponerse límites, Jennie kim No llora, se levantó de golpe y desicio ir ala universidad. Las primeras clases fueron incómodas, pero luego ignoro todo.

Al llegar el receso, pudo detectar a su presa sentada leyendo ese libro misterioso, habían dos chicas muy cerca de ella, y se estaban acercando. Mordió sus labios del enojo, es triste, muy triste saber que no le pudiste dar los chocolates.

__Que se mueran todas.—Susurro en voz baja, aun no superaba que la tailandésa había tomado la cintura de una chica aquel día.

Sentía ojos por todos lados, la estaban insultando, lo sabía, todos la odiaban, y eso era claro gracias a los comentarios que contenían los videos que había publicado aquel anónimo. Su corazón se estremeció, solo tomó aire y fue a encerrarce al baño, no quería ver a nadie, así que se encerró y comenzó a llorar, y más sabiendo que al parecer la tailandésa se entero de su acoso.

__¡Maldita!, ¡Maldita!, ¡Maldita!, ¡Maldi..—Tapó su boca con fuerza, podría ser grabada nuevamente y eso no lo quería ni en sueños. Se maldició en silencio varias veces, se sentía la mierda de todo.

¿Por que no le iba bien?, ¿Tan fea soy?, Tenía miedo de acercarse ala tailandésa y ser rechazada, si no fuera por sus miedos estaría gritándole que la quería para ella, pero no, no es fácil, realmente se había enamorado, y duele saber que se habrá enterado. Hundió sus lagrimas, se escuchaba como lloraba en un ruido bajo.

Salió para calmar el ambiente, realmente tenía que salir, se sentía el ser más ahogado dentro, ahí sentada en el retrete. Salió y de sorpresa se encontró a la castaña de pircing, esa estaba mirándose en el espejo, pasó por su lado mientras se tapaba la cara de la vergüenza, se mojo y luego busco su toalla en su bolso, sin que la viera seco su rostro con rapidez. Gritó internamente, por que tenía que estar justo ella en el baño, que vergüenza.

La castaña la vio de arriba a abajo, veía como la chica ocultaba su rostro, y eso le pareció extraño, además hace unos segundos se escuchaban ruidos extraños provenientes dentro del pequeño baño.

__Eres Jennie Kim, ¿Cierto?.—Habló la castaña. Por primera ves en su vida había escuchado aquella voz tan angelical, música para sus oídos. Volteo y asintió con la cabeza.—¿Estabas llorando?.—Preguntó mirandola a los ojos, lo que la pelínegra no soporto, desvío la mirada.

__N-no, solo Tosí un poco de más.—Puso sus manos detrás, sentía aquellas dichas mariposas en su estomago, eran rebeldes, si, no podía verla a los ojos.

__Estabas llorando por aquella cuenta que te está exponiendo, ¿Verdad?.—Preguntó. La pelinegra casi deja caer todo sus sistema al enterarse que era real la teoría que sabía sobre la cuenta, que vergüenza.

__N-no lloraría por estupideces, Manobal.—Soltó sin pensarlo.

__¿Como sabes mi apellido?.—Elevó una ceja, en ese instante la pelinegra se volvió el ser más nervioso de la tierra.

__N-n-no, e-e-esque e-e-en, y-yo

__Esta bien, es sorpresa, yo me se el tuyo.—La miró de arriba a abajo.—Pero... ¿Enserio no lloraste por aquello?.

__¡Jamás!.—Alzó la voz.—¡Nunca lloraría por estupideces!, ¡Ni menos por un amor no c-correspondido!.—Trago grueso, había dicho algo que no debía. La tailandésa noto eso y solo se dirigió un poco hacia a ella.

This is furiousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora