2

2 1 0
                                    

"Mantenlo despierto" oigo decir a Nuna antes de tomar la muñeca de Antonio con mi mano libre y morderla desesperadamente. Su sangre es más espesa que la de cualquier otro humano, unos segundos me bastan para acabar a uno o a cualquier animal, pero su sangre, es como si quisiera extraer agua de una piedra. Su flujo es lento y me cuesta trabajo probar cada gota y por lo mismo recupero la conciencia con solo un poco más sin entrar en frenesí. Suelto su mano y él aprieta su muñeca con la otra mano un momento antes de que la herida logre curarse un momento después. Nuna jala el último tramo de hilo y ya no duele tanto. Entre los 4 desatamos los nudos del hilo en silencio y después de un rato, cuando está acabado, la bruja se levanta de su lugar dejándole el carrete a su hija. Se me acerca por detrás del asiento y me pone un dedo en la frente diciendo que no me preocupe, lo peor ya pasó. vuelve a decir unas palabras y en la mente empiezo a ver una por una a todas las personas que he matado mientras mi cuerpo empieza a absorber el hijo con mucha rapidez. Lo veo todo muy rápido, desde la primera hasta la sangre de Antonio que fue la ultima que probé y entonces abro los ojos.
─Ahora todo está dentro de ti y ahí se quedará. El sol no quemará nada de sangre nunca más.
Siento el cuerpo más pesado, con poca lucidez y quiero poder pararme pero pierdo el equilibrio. Siento que me desvanezco en ese humo que me vuelvo para esconderme en la oscuridad pero aun hay mucha luz, en teoría no debería poder hacer eso. Entonces, Antonio me toma por lo hombros y me obliga a sentarme y quedarme así. Me comporto como si estuviera borracho...

"¡Que no te levantes, carajo!" lo escucho sin verlo claramente. Me siento débil, pero sin hambre y eso es raro, ambas sensaciones se habían vuelto sinónimo hace tiempo y aun así, quiero pararme, tengo una necesidad incontrolable de pararme, correr y alejarme. Apenas si distingo siluetas a mi alrededor y tengo el cuerpo vaporoso, como si de mi ser se desprendiera calor, mucho calor que me quema desde dentro. No escucho nada. Solo la fuerza de Antonio reteniéndome en el sillón de madera que se vuelve cada vez más incómodo.
Un extraño transe que no me ha dejado totalmente inconsciente pero me ha quitado la capacidad de notar lo que hago me abruma. Entonces una orden seria me pone en un trance distinto, uno que conozco poco pero suficiente. Antonio me ha dado una orden que me ha dejado paralizado. Lo hace poco, tanto que olvido que de alguna manera soy su subordinado. "Quédate quieto" o algo así tuvo que decir con la verdadera intención de hacerme obedecer. Aunque no escuche lo que dice, una parte de mi voluntad le pertenece.
Congelado en el asiento, se pasan unas horas hasta que poco a poco estoy más tranquilo y recupero el control de mi cuerpo. Las mujeres se han ido y solo Antonio duerme incómodo en el sillón. También tengo sueño, llevo varias horas despierto. En medio de la oscuridad total saco el reloj y alcanzo a ver la hora, poco más de las 3 de la mañana.

Entra mucho aire aunque la puerta está cerrada pero siendo ya una costumbre dormir incómodo, solo me siento sobre la madera fría y no tardo en quedarme dormido.

La mirada pesada de Pachi me despierta y empujo a Antonio, que de alguna manera se las arregla para recargarse en mi cada vez que nos toca dormir así. Llegué a acostumbrarme, siempre estamos solos y de vez en cuando a ambos nos salva del frío, pero los ojos de la niña parecen juzgar y el hecho de que alguien más vea eso y llegue a malinterpretar me incomoda. Estoy a punto de gritarle a Antonio por volver a hacer eso y a ella por "fisgona" cuando a mi mente regresa la realidad de que yo soy el invitado aquí.
─ es tarde─ dice la niña volteando a ver la ventana, el sol apenas se asoma por la montaña
─tarde para qué?
─mamá fue a la plaza, quiere presumir su mejor comida con la visita... dice que antes que nada hay que hacer una fiesta porque más invitados llegan en la tarde y no quiere tener la mesa vacía... está apurada con todo eso. Me encargó alistar la casa─ sus palabras tienen un tono muy frío, muerto, como aprendido
─¿en que puedo ayudar?─contesto sin descifrar lo que espera de mi e intentando retribuir un poco de la hospitalidad
─hay que tener lista la casa
─¿para qué?
─las visitas─ su actitud me sigue chocando. Hay algo que no está diciendo o directamente miente y no sé para qué ¿Cuál es el objetivo? el presentimiento de que algo malo va a pasar me hiela la sangre─ ya preparé el desayuno...

Se va sin prisa, disimulando que arrastra los pies. La miro hasta que desaparece, no sé qué le pasa y empiezo a pensar que de alguna forma soy responsable.

Luego de despertar a mi compañero, encontramos la cocina en la pequeña casa, una acogedora mesa redonda con 4 sillas nos esperan con un plato servido de frijoles negros con nopales y queso, más atole del de anoche y tortillas que la niña sigue sacando del comal.
─¿cuando les quemaría el sol?─pregunta sin quitar su atención del fogón
─cuando el sol termina de salir y pega a tope. En una hora probablemente. Asi, con el clima nublado y el sol todavía algo escondido no nos lastima tanto
─en una hora entonces, hay que ir a la plaza a comprar algo, carne tal vez... hoy se juntan las gentes de los cerros a vender cosas... es un buen día─ esa amargura no se quita de su voz y Antonio también parece notarlo
─entonces comemos rápido─ suelta él con un entusiasmo que conozco, no es del todo real, usa ese tono para tratar de contagiarlo─ y vamos a comprar algo bonito
─me gusta─ contesta ella fingiendo un tono complaciente─ quiero alcanzar a mi mamá

¿Será eso? ¿algo le pasa a Nuna? ¿de ella misma hablaba cuando mencionó la mala noticia de ayer? solo habla de ella y mencionarle es lo que más quiebra su voz.
Saca la última tortilla y se sienta con nosotros. Comemos en silencio y debo admitir que me impresiona un poco su falta de curiosidad con respecto a lo que somos, como si hubiera visto mas monstruos como nosotros antes y ya nos conociera bien. No lo veo posible. Bern dijo hace menos de una año que a la fecha existían solo 5 vampiros dispersos por todo el planeta y uno está muerto ya, Antonio fue el tercero de ellos y luego de mi solo se creó uno más; eso en 50 años que llevan existiendo. Varios en la ultima década para mi gusto, este "proyecto" no debería ser tan popular.

Rojo banderaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora