3

3 1 0
                                    

Nuna me dijo algo anoche. Me dijo que nos quedáramos con Pachi, que no la dejáramos sola aquí ni permitiéramos que quedara en "deposito" con cualquiera. Como si fuera una ultima voluntad, sus palabras que me calaron al fondo del alma. Las recuerdo más ahora que su cuerpo tendido en el suelo es espectador del llanto de su hija mientras intrusos cobardes le ganan una mala fama a sus enemigos con uniformes robados.


Salimos de la casa temprano y ya bien entrado el día. Solo pensaba en la expresión que la niña no quitaba, notaba a juan preocupado por ella y no podía hacer más que comerme la cabeza pensando en eso, en que Nuna se hizo de fama tirando predicciones futuras. Ella sabe que va a morir y Pachi también lo sabe.

Pensé que tocar el sol de nuevo sería un evento feliz pero no lo es para nada. El ambiente entre los 3 era muy tenso, me apenó tanto que Juan no pudiera disfrutar regresar al mundo; tenía la esperanza de que le regresaran las ganas de vivir.
Cuando llegamos a la plaza el olor de las flores de cempasúchil y los dulces de temporada nos acercaban a las fiestas. La gente empezaba a comprar los insumos de los altares de muertos. compramos un vestido muy sencillo, verde pálido antes de encontrar a Nuna. El lugar era pequeño, unos 30 puestos improvisados en la plaza principal daban varios productos distintos desde tierra preparada, pasando por pollos vivos y muertos, cuerda, tela, frutas, verduras, hierbas, tintes, miel, queso... había un poco de todo lo imprescindible. Me llamó la atención un hombre en detrás de solo un huacal con una tela encima. sobre ella tenía acomodados 4 libros. me pareció una venta rara teniendo en cuenta que aquí deben saber leer tal vez solo 9 personas y eso ya sería mucho.
─buenos compradores tienes aquí─ le dije agachándome a mirar
─ había que intentar─ sonríe él ─con dios y la virgen, tengo suerte
─¿sabes leer?─le pregunté intrigado. Por su aspecto seguro que no, además, los libros eran caros, pocas personas conseguían uno y con todo eso, a la gente aquí no le importaban si no podían saber lo que decían. Tenía uno de matemáticas, otro de filosofía, una enciclopedia maltratada, una biblia en latín y los otros dos eran literatura tal cual. Libros académicos casi todos. Algo difícil de conseguir.
─no los vendería si sí, pero ya ve... a mi padrino lo mataron hace días y se pusieron a regalar todo, estos no les sé nada, mejor que se los lleve alguien que les aproveche, entonces ¿Cuál se lleva?
─¿cuanto los vendes?
─deme 2 pesos, estos aquí no los consigue
─de academia tuve suficiente, pero hace tiempo que no tengo un buen libro, me llevo este─ dije llevándome "El castillo de Otranto" como el tesoro más grande que poseí en los últimos años. Es más, sintiéndome esplendido como si el dinero que cargaba fuera mío, le dejé 5 pesos. Juan se molestaría si me viera gastar así nomás tanto dinero, pero ya hasta me parece que olvidé como leer por tanto tiempo sin si siquiera ver una palabra escrita
No le presté atención al muchacho lanzando bendiciones porque alcancé a ver a Pachi haciendo un escándalo. Lloraba y pataleaba aferrándose a su madre, quien le gritaba dolorida que tenía que alejarse mientras la niña solo le insistía en no dejarla sola. Todos nos pusimos alertas cuando la bruja, conocida por sus predicciones futuras gritó que no quería que la viera morir y le ordenó a juan que la alejara de ella y se la llevara lejos. Él no hizo caso al principio, se quedó pasmado viendo llorar a Pachi y otra mujer entre la multitud se acercó a alejar a la niña mientras el resto rodeaban a la negra que sentada en el piso no revelaba lo que sabía del futuro. La misma gente asustada empezó a alejarse del centro y esconderse en cualquier lugar. Yo llegué con Nuna y traté de llevármela de ahí, pero no reaccionaba, estaba petrificada con la mirada en blanco. Dejé de sentir su vida y revisé su muñeca para comprobar. A penas estaba viva.

Había visto pocas veces la noticia de que algún malaventurado había muerto de la nada. Decían los que saben que el corazón solo dejaba de funcionar de repente y que, aunque no era frecuente, podía pasarle a cualquiera en cualquier momento. Estaba yo tratando de hacerla responder sin éxito y sabiendo que ya le hablaba a un cadáver cuando escuché caballos y ordenes por un lado. La tropa realista estaba entrando de la nada al pueblo y haciendo mucho escándalo inusual. Tirando balas al aire y gritando cualquier cosa. No era propio de soldados entrenados, al menos no cuando yo lo era y no creí ni por un segundo que en 8 años hubieran cambiado las buenas costumbres que el ejercito carga hace siglos.
Estos no eran soldados de la corona y lo comprobé al ver de cerca los uniformes de los que pasaban a mi lado tirando puestos como si no les importara mi presencia. Empezaron a destruir fachadas asustando a la gente escondida en las casas hasta que uno llegó a apuntarme a la cabeza.
─ustedes no son realistas... ¿a quien le robaron el uniforme?─pregunté desafiante. a pesar de haber "desertado" aun guardo algo rescatable de los valores de la corona cerca del corazón, solo por nostalgia de los buenos días. Los trajes manchados de sangre, con agujeros de bala y mal portados descubrirían a los impostores a ojos de cualquier militar, pero no a quien los viera de lejos y aun no hubiera visto a un verdadero soldado.
─no te importa cabrón─ contestó tajante ─aquí mismo te vuelo los sesos para que te quedes calladito─ sentí el metal frío pegando contra mi piel─ si yo digo que somos realistas, la gente ve realistas ¿oíste?─ soltó el tiro casi volándome la oreja, solo porque alcancé a reaccionar y su puntería era pésima. se alejó con el caballo sin comprobar que estuviera muerto.
El sonido tan cerca de los oídos me aturdió un rato hasta encontrar a juan sacudiéndome los hombros ya dentro de una casa.
miré a los lados ubicándome en tiempo y espacio. En la sala, habían jalado en cuerpo de nuna y del otro lado la misma mujer que jaló a Pachi la abrazaba mientras ella lloraba a rienda suelta, dejando salir todo su sentimiento
─Juan...─me alegré de verlo
─¿quienes son?
─soldados no, te lo aseguro ¿Qué pasó?─me llevé la mano a la oreja comprobando que todo estaba en orden
─pues que te trajeron aquí. Alcanzaron a oir que dispararon en la plaza pero no vieron nada. Por suerte nadie más ha muerto hoy
─Nuna... ella dejó de respirar poco antes de que ellos aparecieran
─mal del corazón, si. No tiene ni una herida, solo murió. Los soldados se plantaron en las entradas del pueblo y otros llegaron a las casas a exigir comida y agua.
─estos no son de los míos─ digo sin sentido de pertenencia, solo sabiendo que estos hombres no encajan para nada con lo que sé del ejercito
─suponía que no, con verlos se les nota. Ya se me hacía raro
─¿dijeron bajo orden de quien están?
─no dan nombres, de nada ni nadie. amenazan a todos con plomo
─esto no debía pasar... se supone que en 15 días llegan las verdaderas tropas realistas
─si no son estas las que iban a llegar
─lo escuché de un español, realistas de verdad van a llegar
─yo iba mas a que mataron a tus soldados y esos son sus uniformes. Ahora intenta convencer a esta gente de que esos no están peleando por el trono sin rey

Rojo banderaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora