"Harriet Smith podía considerarse a sí misma digna de ser amada de un modo especial, exclusivamente, apasionadamente por el señor Knightley. Ella no. No podía engañarse a sí misma pensando que él estaba ciego al sentirse interesado por Harriet. Tenía una prueba muy reciente de su imparcialidad... ¡Cómo se había disgustado al ver su proceder con la señorita Bates! ¡De qué modo tan claro y tan enérgico se había expresado..."
Su reloj de alarma sonando sacó a Gina de su ensoñación, haciéndola ver con claridad las cientos de letras en su libro en vez de las imagenes qje su mente habia conjurado, es la tercera alarma que tiene para las mañanas y lo único que no le permite ignorarla es que no puede llegar tarde al trabajo otra vez esta semana.
Se arregla con calma y cuidado, teje su cabello en dos trenzas apretadas, su maquillaje está impecable y sus zapatos perfectamente lustrados, pero come de prisa y sale corriendo de su departamento, el metro que debe tomar casi la deja y cuando está a medio camino nota que se ha olvidado de su cartera y sus medicinas, suspira pensando que tal vez pueda soportar un día sin ellas.
Ella de hecho no puede, no es ni medio día cuando tiene que ponerse de nuevo su chaqueta debido al frío que siente, ni siquiera eso ayuda por que sus manos están como hielos que hasta escribir le resulta complicado, se maldice a sí misma 47 veces antes de que una compañera de trabajo lo note.
—¿Gina?— A su lado esta Nessa, con un café caliente y unas ibuprofeno, ninguna de ambas cosas mejorará el estado de la chica pero ella toma ambas —¿Esta todo bien?— en su voz se nota la leve preocupación.
La castaña le sonríe a la otra mujer, no es amable o feliz, pero es suave, de las sonrisas que da para no tener que explicar que tan mal está —Solo es un resfriado, nada importante, gracias por el café, lo necesitaba— la otra no parece muy convencida pero se va, dejando a Gina trabajando sola; la cantidad de personas que saben de su enfermedad es realmente limitada, sus padres, los doctores y enfermeras que ha visto, su ex novia y tres amigos, son veintisiete personas más de las que le gustaría que supieran de ello pero la cantidad exacta que necesita saberlo.
Cuando llega a su casa tiene que luchar con sus ganas de tirarse a la cama y cubrirse con 40 mantas, si no se toma las pastillas simplemente se sentirá peor, así que arrastrando los pies busca por toda la casa, una y otra vez, esta casi por rendirse cuando encuentra el frasco de pastillas debajo de su cama, completamente vacío y Gina maldice su suerte.
El resto de la noche lo paso con la misma cantidad de frío que el resto del día, sumale un fuerte dolor de cabeza que la desorienta de la peor manera posible, como la cereza del pastel para el día de hoy durante la cena quebró dos de sus platos favoritos, esos que tienen fresas pintadas en las orillas y que combinan con los vasos inspirados en Nana que tiene, culpa de esto al dolor de cabeza, diciendo que es tan fuerte que no la dejo agarrar bien los platos, así como atribuye el que haya visto como los dos objetos atravesaban sus manos a lo mismo, una simple alucinación, nada más que eso, se calma ignorando el problema. ¿Cuanto tardará en dejar de ignorarlo? Tal vez más tarde cuando su teléfono atraviese su mano, o cuando no pueda tocar nada, o por la mañana cuando despierte debajo de la cama en vez de sobre esta.
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phantom | juan ruiz; the imperfects
Fanfiction' ' ' ' 𝙩𝙝𝙚 𝙥𝙝𝙖𝙣𝙩𝙤𝙢 《𝘵𝘩𝘦𝘯 𝘐 𝘤𝘢𝘯 𝘣𝘦 𝘢 𝘱𝘩𝘢𝘯𝘵𝘰𝘮 𝘩𝘰𝘭𝘥𝘪𝘯' 𝘩𝘪𝘮 𝘧𝘰𝘳 𝘳𝘢𝘯𝘴𝘰𝘮》 ⊱ el programa de bienestar fue una maldición disfrazada de milagro, su enfermedad estaba curada con un...