Desvergonzado

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Yuta sabía que Toge era un travieso, pero a la vez una persona amable. Desde siempre se ha preocupado por el bienestar del pelinegro, al verlo asustado e indefenso cuando eran más pequeños.

Amaba ver cómo regaba las plantas del jardín de la escuela Jujutsu.

Antes de confesarse y empezar una relación, Okkotsu miraba por la ventana a Toge, que por las tardes se ponía a regar las flores.

Yuta siempre ponía excusas para quedarse y poder observarlo desde lejos. En ese momento Okkotsu supo que amaba a Inumaki, sabía que no era normal el extrañarlo, el no querer despedirse, el mirarlo por las tardes, inventar pretextos para salir juntos o quedarse hasta tarde.

Pero había algo que Yuta no sabía, hasta que se puso de novio con Toge.

Era que su hermoso y travieso novio, era un total sinvergüenza. Un grandísimo pervertido.
Y no solo eso, cada día Okkotsu lo encontraba más y más sexy.

Y eso en vez de poner nervioso a Yuta, que sería lo más normal, juzgando la personalidad de Okkotsu, lo estaba volviendo loco.

......................

Toge cada vez que regresaba de sus misiones, iba directamente al dormitorio de Okkotsu, prácticamente vivían juntos.

Yuta obviamente no se quejaba, todo lo contrario, cuando el albino no iba a su habitación, lo hacía él.

Se daban tiernos y dulces besitos hasta caer ambos dormidos.

El problema, que no era un real problema, es que Toge le corría mano de vez en cuando, al estar acostados y Yuta no oponía resistencia. A lo que si debía resistirse, era a la tentación de ponerlo boca bajo e introducir su erección en ese bonito y blanco trasero.

En una oportunidad, con toda la intención del mundo, Toge se puso la chaqueta blanca de Yuta y debajo solo sus calzoncillos. Fue a la cocina antes que el pelinegro despertara.

Yuta al no sentir el cálido cuerpo de Toge se despertó. Eran aún las cinco de la mañana. Raro que Inumaki se levantara tan temprano, no solía madrugar por su cuenta.

Al bajar vio a su novio tratando de alcanzar algo, al estar sobre la punta de sus pies la chaqueta blanca se subió y dejó al descubierto ese gran trasero que lo cubrían unos simples boxer azules.

Okkotsu sin una segunda intención, a pesar del espectáculo tan bonito que tenía en frente, se acercó y tratando de no tocar el cuerpo de Toge, le preguntó.

—¿Quieres sacar un vaso?

—Shake.

—Mn.

Yuta no contaba con que su novio, con todo el propósito del mundo, pego su espalda en el pecho de Okkotsu y su parte trasera quedo en la entrepierna del más alto.

Obviamente eso provocó una corriente eléctrica por toda la parte inferior de Yuta.

—No deberías hacer eso ¿Sabes dónde estamos? En la cocina.

—Mentaiko.

—¿No sabes a qué me refiero eh?

—Okaka.

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