Exagerado

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—Me voy a morir, merezco morir, voy a tirarme por una ventana, no, mejor de un puente, así no corro el riesgo de aplastar a alguien —decia Yuta acongojado.
—Ahora que te paso, "señor dramas" —dijo Maki.
—¿Señor dramas? ¿Yo? por favor —dijo Okkotsu casi indignado.
—Te enrollas como una persiana y te ahogas en un vaso de agua, que está medio vacío —volvio a decir Maki.
—Pero tiene agua —contraataco Okkotsu.
—Ya fue suficiente, yo no sé cómo no te has hecho adicto a las pastillas tranquilizantes.
—Y estas ojeras porque crees que son.
—Maldito drogadicto.
—Puedes escucharme, sin ponerte a insultarme —pregunto Okkotsu.
—No, esa es una misión imposible, te ganas con creces, mis insultos —regaño Maki —pero, bueno, lamentablemente somos amigos ¿Que te ocurre, porque quieres morir...esta vez?
—Lo haces sonar, como si fuera un maníaco suicida —dijo Okkotsu.
—¿Y no lo eres acaso?
—Lo intenté una vez, solo una vez y ya creen que soy un loco —gruño Okkotsu —ademas, ustedes supieron lo que pasó con Rika, pero ya lo supere.
—Entoces este otro intento, es por...?
—Pues, ahí viene mi historia.
—Ay, no.
—Solo escucha a tu amigo ¿Quieres?
—Di tu berrinche, digo, cuéntame tú drama.
—Graciosa, no se porque te pido ayuda —pregunto Okkotsu.
—Por que soy mujer y las mujeres damos buenos consejos.
—Pero no los siguen, ni la que los da, ni la que lo pide —susurro Okkotsu.
—No hará falta que te suicides, te mataré yo, por idiota—dijo Maki con ojos oscuros.
—Esta bien. Lo que pasa es que, me pelee con Toge.
—Peleas maritales, vienes con semejante dramón, porque peleaste con tu esposo —pregunto incrédula —Te voy a matar, pone la cabeza, será rápido.
—Esto es enserio, nunca hemos peleado, jamás, pero en la tarde de ayer, llegue y Toge estaba enojado, tú sabes que el jamás se enoja. Inumaki es lindo, amable, tierno, travieso, sexy, su cuerpo es...
—Ya callate maldito simp —dijo Maki levantando su espada —Ven, te rebanare la cabeza y así ya no te vas a complicar más la existencia.
—Que poco tolerante eres mujer, enserio, necesitas terapia —dijo Okkotsu —conozco un muy buen psicólogo.
—Un palmetazo en tu cabeza y se te van a pasar todas las depresiones y dramas, funciona de maravilla —dijo Maki —Y...que paso con tu marido, no tenía su onigiri y te mando por uno.
—Ojala, cuando pregunté, no me quiso decir y hoy en la mañana, no me dio, mi "beso de buenos días", ni mi beso de "nos vemos en la tarde", antes de irse a trabajar, es más, ni siquiera estaba en casa cuando desperté—decia abatido Okkotsu.
—Que asco, enserio, demasiada azúcar, me vas a podrir los dientes —dijo Maki —En resumen, te quieres morir, porque tu esposo, no te dio, tus besos de rutina.
—Exactamente —dijo Yuta.
—Toma mi espada, ve y muere —dijo Maki.
—Tan amable. Dime qué puedo hacer —pregunto Okkotsu.
—No sé. Yo soy más de agarrarme a peleas que resolverlas —dijo pensativa.
—Lo imaginaba ¡Espera, en la cabeza no! Fue una broma.

Después de que Maki intentara cortarle la cabeza a Okkotsu un par de veces, ambos fueron donde Panda. Le explicaron cómo estaba todo.

—Bueno, lo mejor seria que le pidas perdón por todo.
—Pero es que, no se lo que hice —dijo Okkotsu.
—¿Acaso importa? tú dile que todos los errores fueron tu culpa y que te perdone —dijo Panda —Si ya no lo supiste desde un principio, ya no lo sabrás.
—Buen punto —dijo Yuta.
—Tengo una idea, Maki, necesito tu ayuda —dijo Panda.
—No se porque creo, que esto no va a salir bien —dijo Yuta.
—Tu confía amigo mío, tu solo confía.

Toge miraba la hora, eran las siete de la tarde, estaba por oscurecer y su esposo aún no llegaba.

Ayer se había molestado un poco con Yuta. El muy despistado se le había olvidado el anillo de matrimonio y lo dejo en la mesa de la cocina. Sabía que molestarse era una tontería, su esposo se lo había sacado para intentar cocinarle algo y se le olvidó colocárselo, no había sido a propósito. Aún así, para Inumaki, las argollas eran importantes ¿Como se le pudo olvidar?

En fin. Toge ya no estaba enojado y esperaba a Yuta, algo nervioso, nunca se demoraba tanto.

¿Ahora era su esposo quién se enojo con él? ¿Fue muy pesado?

Estaba sobrepasando el asunto, cuando sintió el timbre de la puerta.

Toge al abrirla, vio a un Yuta, con un ramo de flores rojas, bajo una lluvia en extremo rara, ya que estaba completamente despejado y con una música de fondo ¿Un violín?

No podía creer el tremendo espectáculo de teatro dramático que se montó Yuta.

¿Era enserio?

—Cariño, por favor perdóname, te amo. No me dejes. Todo es mi culpa. No estés enojado conmigo.

Toge quería morirse...pero de la risa. Se asomó un poco más afuera de la puerta y vio a Panda con una manguera y a Maki con un violín.
¿Y los mariachis? Estuvo a punto de bromear Toge. Pero se aguantó. La lluvia dramatica con la manguera también le servía.

—¿Puedes perdonar rápido al tarado este, para que podamos irnos a casa? —suplico Maki.

No necesitaba preguntar de quién fue la idea. Era obvio que Panda tuvo todo que ver.

Toge aguanto estoicamente la carcajada y le dijo a Yuta que entrara y hablarían. Dio las gracias a Panda y Maki.

—Toge, me perdonas.

Inumaki al ver empapado a Yuta con la lluvia falsa, estalló en risas. Se afirmaba el estómago de tanto reír, le caían las lagrimas. Eran tremendos. Okkotsu al ver a su esposo reírse, también le siguió.

—Yuta, Shake.
—¿De verdad? —dijo Okkotsu, con ojos esperanzados —Toge, dime qué hice, necesito saberlo, así no volveré a cometer el mismo error.

Inumaki suspiro, hasta vergüenza estaba sintiendo por haberse enojado por algo tan simple. Era más que obvio que su esposo lo amaba, tanto, que era capaz de hacer el ridículo.

—Yuta, Takana, Sujiko.
—¿El anillo? ¡El anillo! Pero que idiota, esperame, cariño me lo pondré enseguida.

Yuta entro a la pieza corriendo como alma que se lleva el diablo.

—¡Kyaaaa! !No está! ¿Donde está?

Que grito tan masculino, pensó Toge. Su esposo aparte de dramático, también era un bobo.

—Yuta, Okaka, Mentaiko.
—¿En la cocina? Pero ¿Por...? Ayer intenté cocinar y... Soy un tonto.
—Shake.
—Perdoname Toge, no lo hice a propósito. Juro que jamás me lo sacaré otra vez, ni siquiera para cocinar.
—Shake, Atún. Yuta...te amo.
—Cariño, te amo. Gracias por soportarme.

Toge amaba a su esposo, bobo y todo, lo amaba más que a nadie y Yuta también, sentía lo mismo por él. Inumaki aprendió a no molestarse tanto, por algo que su esposo despistado olvidará y Yuta, bueno, el trataría de no ser tan distraído.

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