Capítulo 4 - Cuidadores.

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Unos dias después de la coronación del pequeño Jaume en Lleida, este estaba hospedado en una residencia nobiliaria de la ciudad temporalmente y vigilado por caballeros del rey, los mismos que lo protegían durante la celebración.

Entre los que estaban en el patio principal de la casa, en la planta baja, se encontraban varios criados sirviendo la comida, y sentados, Jaume a una punta de la mesa con dos caballeros a cada lado.

La luz del sol entraba clara por el patio interior de la casa y sus ventanas, era un día realmente magnífico, no hacía ni mucho calor ni mucho frío, la felicidad y que se respiraba en el ambiente era notoria, claro está entre los caballeros del rey y la familia noble que los hospedaba, pues los criados, bueno... Era su trabajo, aunque estaban tan unidos a esta familia ya, que lo hacían con un gusto como si sirvieran a un familiar suyo.

Una de las sirvientas servía vino, uno de muy buena calidad que tenía la família en su bodega reservada para ocasiones especiales; y que mejor momento para beberlo, que estando el rey en su casa.

-Me alegra que nos escogierais a mi familia y a mi para hospedaros, no hay mayor honor que el de alojar y alimentar a un rey. -se dirigió el señor de la casa a los caballeros.

-Sois gente leal a la corona, no hay mejor lugar.

-Y más con este servicio... -añadió otro de ellos mirando con cara seductora a la sirvienta, la cual era joven y hermosa... y parecía seguirle un poco el juego...

-En efecto amigos en efecto- reían.

Mientras tanto, por el camino que llevaba a la residencia, se acercaban a caballo trotando cinco jinetes, entre ellos uno llevaba un escudo en su espalda diferente al del resto de jinetes, este escudo era amarillo, con cinco cornejas negras. Tan pronto como llegaron a las puertas de la residencia, descabalgaron tranquilamente, dejaron sus caballos a cuidado de unos sirvientes que salieron a recibirles, y llamaron a la puerta.

Se oyeron tres firmes golpes en la puerta.

El señor de la casa envió a la chica que servía el vino a abrir.

-Disculpad, no esperábamos visitas.-se excusó este.

Antes de abrir, la sirvienta volvió al patio, el cual no estaba lejos.

-Disculpad mi señor, dicen que vienen a hablar con el rey, y sus caballeros.

Estos se miraron con cara extrañada, ¿como es posible que supieran donde se encontraban? En fin, quien fuese, si lo sabían, eran grandes amigos, o grandes enemigos.

Antes de abrir la puerta, los caballeros se levantaron de la mesa y pusieron sus manos preparadas en sus espadas, mientras Jaume, quien seguía sentado sin saber muy bien lo que ocurría, miraba curioso asomado a ver quien podía ser.

Cuando los sirvientes abrieron las puertas de la casa, los caballeros vieron a los cinco jinetes, a los que reconocieron en seguida y recibieron con un fuerte abrazo, y con alivio, les ofrecieron pasar.

-Menudo susto has estado a punto de darnos con tus amigos Ximeno, un poco más y desenfundamos las espadas.- decía riendo un caballero.

-No te fies de nadie que no sea yo, granuja. -contestó este simpático y dándole un buen apretón de manos.

Cuando entraron al patio interior en seguida se dirigieron a saludar a Jaume, presentándose formalmente. Para esto lo sentaron un poco apartado de la mesa en una silla, mirando hacia los demás, que estaban levantados.

-A sus pies mi rey, mi nombre es Xavier, siempre leal y dispuesto a protegerle. -Dijo uno de los jinetes arrodillándose.

-Mi nombre es Joan, siempre leal como mis compañeros hacia vos, majestad. -Añadió otro.

El Reino Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora