Capítulo 5 -Monzón.

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-Despierta Jaume, ya es hora de irse.

Jaume respondió con un despertar algo cohibido, todavía no se había acostumbrado a la presencia en su vida de los caballeros que lo protegían, para él, no eran más que unos hombres adultos que hablaban de cosas de adultos.

-Se... que se te puede hacer complicado al principio, pero al final nos acostumbraremos. Ya te dije que me puedes tratar como un familiar si quieres, será más llevadero para los dos. ¿Te parece bien?-Preguntó Ximeno.

Jaume asintió, todavía tímido.

-¡Perfecto! Pues no perdamos más tiempo, vamos a preparar los caballos, nos espera un largo trayecto.

Ximeno Cornel se disponía a salir de la habitación donde se encontraba Jaume, cuando...

-¿Donde vamos?- Preguntó Jaume.

Una sensación de alivio recorrió el cuerpo de Cornel al ver que el joven rey empezaba al menos a hablarle, aunque ahora había que responder a su pregunta...

-A un enorme castillo, donde te tratarán como el rey que eres y viviremos durante un tiempo. Allí te educarán como rey.

-¿Quién me educará?

-Cuando lleguemos te los presentaré, no tienes nada por que temer. -respondió intentando evitar mencionar a los templarios.

Ya con todas las cosas listas para marcharse de la casa que los hospedaba en Lleida, los sirvientes prepararon dos mulas con sacos llenos de comida y bebida, y un carro, donde se transportarían desmontadas unas tiendas para poder acampar. No querían tener que pasar la noche en una casa cualquiera, y querían llegar lo antes posible a Monzón.

El señor de la casa se acercó a hablar con Ximeno cuando estos se disponían a salir ya a caballo, el pequeño Jaume iba en el mismo caballo que Ximeno, rodeado por sus brazos y agarrado a las riendas de su caballo.

-Ximeno, ha sido un placer poderos hospedar en mi casa. No todos los nobles se merecen poder tener mi puerta abierta, pero vos, cuando gustéis.

-Gracias por tus palabras buen hombre, sin lugar a dudas haces honor a tu nombre y título de noble como muchos deberían aprender a hacer. Gracias de nuevo por tu hospitalidad, tomad. -Dejó caer una pequeña bolsa con monedas al señor de la casa.

-Buen viaje- Se despidió el señor.

Los caballos emprendieron su camino y Jaume ya veía como el paisaje de esa casa y las personas que vivían en ella se alejaban. El rey, al cuidado de Ximeno, y de sus amigos Xavier, Joan, Francesc i Jordi, transitaban también con los cuatro caballeros que estaban en la casa cuidando de él, un camino de tierra que les llevaría a cruzar la frontera entre tierras catalanas y aragonesas. Una vez allí ya por la tarde, pararon a comer un poco. Los caballeros encendieron al lado de una arboleda con unas rocas, palos y un poco de paja una pequeña hoguera, donde pudieron cocinar algo de la comida que llevaban, y cerca había un pozo, cosa que era magnífica porque el agua era fresca y no había necesidad de beber de sus provisiones.

No hay nada mejor que comer cuando uno está hambriento, y Jaume ese día comió con ganas. Todos se sentaron al rededor de la pequeña hoguera y comieron un trozo de carne asada. Los mordiscos que le daba Jaume a la carne llenaban de felicidad a Ximeno, y sus caballeros bromeaban sobre el rey: "No habrá nada que sacie su sed, ni su hambre", "el depredador de bestias"- reían estos.

-Venga chicos-reía Ximeno- No os paseis, que no deja de ser el rey.

Jaume terminó su trozo de carne, dejó los huesos encima de una roca, y se tumbó en el suelo. Los caballeros empezaron a reír a carcajadas.

El Reino Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora