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- Tú y yo -

Suguru se encontraba mirando al horizonte desde el techo de la escuela mientras fumaba un cigarrillo en la tranquilidad de su soledad, sin sonidos que lo perturben más que la belleza del canto que le regalaban las aves, sintiéndose fuera de tensión por tantas misiones a las cuáles había sido tirado y más después de la muerte de Riko la cual aún recordaba, entonces se preguntaba: "¿Realmente vale la pena luchar por los no hechiceros?".

El joven se encontraba en un duelo del cual solo habían dos salidas para el, una de la cual iba a ser el mismo sin tener que aguantar la "mierda" de los inútiles que tanto llegó a defender y la otra que... Amenazaba aún más su salud mental. ¿Qué podía hacer el pelinegro?, se sentía tan solo y vacío. Por lo menos el ocaso le daba esperanzas de seguir defendiendo a esos inservibles buenos para nada.

Se sentía de cierta manera tranquilo al sentir la calidez de los rayos que iban muriendo en el horizonte y si miraba arriba se encontraba con un azul, oscuro pero azul de todos modos, ¿no?... El mayor no sabía si odiaba o amaba ese color que le recordaba tanto a ese chico que tanto amaba. Al fin y al cabo esa mirada también era reconforta y los besos del albino escurridizo eran la gloria.

No quería abandonarlo si tomaba la otra decisión, pero le podía más el querer su paz mental y además estaba convencido de que el menor no aceptaría irse con él, ¿o si?, suponía que posiblemente cometería el plan apenas se graduase, pero... ¿Quién era él contra el desenfrenado amor del albino, quién era el sin sus besos tan inocentes, quién era sin sus bromas tan peculiares, quién era sin los gemidos de Satoru cuando le hacía el amor, y quién era sin sus palabras?. Si, seguía siendo Suguru Geto pero sin el menor no era igual.

Eran él y su chico, solamente ellos dos podían sentir ese amor tan único que nunca acabaría. Pasados los minutos el mayor termino su cigarro aventando lo restante al techo de la escuela.

- Lo siento Satoru, pero en verdad soy yo. - Se dijo el mayor después de haberlo meditado, miro el sol esconderse cada vez más, el calor de esos rayos le recordaban tanto a los labios de su niño, de su vida y único amor en el mundo. El pelinegro se levantó de su lugar y se encaminó al interior de la escuela aún meditando sobre su decisión pero no quería cambiarla, no lo haría. Eso sí, le daba gracia imaginar la reacción del menor pero después se empezaría a odiar si esos ojitos azules expresaban lágrimas.

El mayor al llegar a su hogar decidió mandarle un mensaje a su chiquillo...

"Satoru, te necesito en mi casa ahora."

Por suerte el menor era de los que contestaba rápido.

"¿Qué clase de invitación es esa?.👽"

El menor definitivamente era toda una ternurita, lo amaba demasiado.

"Te necesito aquí, haz caso niño. 😡"

" Espérame una década que voy a pie. 💋 "

Si el menor escribiera en serio obvio lo esperaría una década.

Pasados unos 50 minutos, casi una hora, su corazón se aceleró al escuchar el sonido de la puerta. Bajo rápidamente las escaleras dando zancadas hacía la puerta, en cuanto abrió se puso tan feliz de ver al menor soltando una sonrisa en el proceso.

𝑪𝒂𝒍𝒍 𝑴𝒆 •𝑶𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕𝒔• •𝑺𝒖𝒈𝒖𝒔𝒂𝒕𝒐•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora