|08| Mira Chorus

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Dainsleif

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Dainsleif

El día más esperado luego de la cita había llegado. El aniversario "Sin Dios" en Khaenri'ah, dónde se realizará un baile y Kalia había aceptado ir conmigo.

Me vestí lo más elegante que pude, con algo de ayuda de mi mamá. Y después fuimos a la mansión Makteholde.

Cuando llegamos mamá fue a la habitación de Kalia. Supongo que... ¿Para ayudarla con el vestido?

No, después regresó, esta vez con Albedo en brazos, me lo entregó y lo acomodé para que su cabeza quedara en mi hombro, y fue a hacer su labor de ama de llaves o guiar a las sirvientas novatas. Supongo que me convertí en niñero temporal.

—Hola estrellita. La tierra te dice hola. — Hablé al niño y este frunció el ceño y me miró como si me hubiera salido un tercer ojo. — No me mires así, es un buen saludo. Mira, qué te parece si vamos a leer a mi lugar preferido de esta casa, mmh?

Miré al bebé como si me fuera a responder, hice como que respondió y lo lleve a la biblioteca.

Fui a uno de los estantes, mire y agarré un libro "El príncipe y el mendigo". Me senté en el sofá y puse al niño en mi regazo, y comencé a leerlo. Aún recuerdo cuando Kalia me hacía leer este mismo libro y demora horas en terminar una página.

Poco a poco el pequeño fui cayendo dormido, quizás lo aburrí de tanto leer o estaba cansado. Cerré el libro y acomodé bien al niño en mis brazos para pararme, haciendo que el libro cayera al suelo.

Salí cuidadosamente de la biblioteca, cuando dejara acostado a Albedo volvería a recogerlo. Miré a al bebé en mis brazos, era bastante tierno para ser hijo de esa señora.

Cuando volví a ver hacia el frente, estaba Kalia con un peinado recogido, con el cabello cuidadosamente reunido en un lado de la cabeza y una trenza entrelazada se une sutilmente. Además de su vestido verde, que hacía que resaltaran sus bellos ojos esmeraldas. Pomposo y con capas blancas q se unían en el centro de su cintura...

Volví a mirarla notando que ella me veía sorprendida y con sus mejillas pintadas de rosa.

—Hola. —Hablamos al unísono como si no nos hubiéramos visto hace siglos.

—Te ves... Te ves muy —bajo su mirada para seguir— Apuesto.

—Eres tan bonita que incluso la belleza tiene celos de ti. —Recité un poema que leí cuando leímos libros de poemas y poesía.

Pude ver sus ojos brillar al oír mis palabras.

El salón de baile en el castillo está iluminado por candelabros colgantes, creando un ambiente cálido y romántico

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El salón de baile en el castillo está iluminado por candelabros colgantes, creando un ambiente cálido y romántico. Las paredes de piedra están decoradas con tapices antiguos, y en el centro del salón, un suelo pulido invita a los bailarines a deslizarse con gracia. Grandes ventanales permiten que la luz de la luna se filtre, iluminando elegantemente la pista de baile. La música en vivo resuena, llevando a los asistentes a la época de la realeza mientras disfrutan de la majestuosidad del castillo.

Kalia estaba a mi lado, mirando todo el salón con curiosidad pintada en su rostro.

—Kalia. —la llamé haciendo que me mirara— ¿Te gustaría aprender a bailar conmigo?

Sonreí a su dirección con confianza, ella me miró dudosa pero asintió de todas formas.

Tomé su mano y la apreté tratando de transmitirle confianza. Me miró y me devolvió el apretón.

La llevé hasta la pista donde habían otras parejas bailando al compás y en sincronía.

Tomé su mano derecha y la otra la puse en mi hombro, la sostuve de la cintura acercándola a mí, haciendo que su cuerpo se tensara.

—Oye oye, —la llame suavemente haciendo que me mirara atenta— Hagamos algo— hablé mientras empezaba a movernos al compás de la música— Solo tienes que mirarnos fijamente y escuchar la música. ¿Hacemos eso?

Asintió sin darse cuenta que ya estábamos bailando. Sonreí e hice que diera un pequeña vuelta.

Al parecer se dio cuenta de que estábamos bailando y me miró sorprendida. Y miró nuestros pies.

—Estoy bailando... —Murmuró.

—Estás bailando. Estamos bailando. —Repetí riendo al ver su rostro aún sin creerlo.

Seguimos bailando unos minutos más, mirándonos fijamente, solo sintiendo.

Terminamos de bailar, un poco cansados de hecho. Son embargo, lo volvería a repetir.

Ahora fuimos a un lugar más reservado, bueno. Ella me llevó mientras yo me dejaba.

Era un jardín. Bastante bonito. Ella miraba a todos los lugares.

—Este lugar... Voy a dibujarlo.

—Te acompaño.

—No, es decir. Lo haré después, solo estoy tratando de memorizarlo.

—De todas formas, podemos estar aquí un rato. ¿Te parece?

Asintió y nos sentamos en un banco que había ahí. Escuchando la música de fondo dentro del salón.

Miré su rostro, aún seguía viendo el paisaje, se Dio cuenta de que la miraba y me devolvió la mirada confundida, miré sus ojos unos instantes para después ver sus labios y después volver a encontrar su mirada.

—Kalia... ¿Puedo besarte?—Ella me miró y tragó, asintió tímida.

Acerqué mi rostro lentamente al suyo hasta sentir nuestras respiraciones mezclarse.

—Dainsleif... ¿Qué es este sentimiento?  —Preguntó en un susurro.

Quedé en silencio unos segundos.

—¿Qué sientes?

—Calidez... Yo... Creo que quiero que me beses... ¿Eso es bueno?

—¿Quieres comprobarlo?—Pregunté y asintió.

Incliné mi cabeza haciendo que nuestros labios se encontrarán por primera vez, primer beso de ambos, inexperto, torpe, pero lleno de emociones.

Fue un pequeño beso efímero, que cuando nos separamos. No pude aguantar.

Y volví a besarla, está vez tratando de que supiera lo que sentía por ella. Ella me correspondió torpemente. Cuando me separé, ella me veía muda y metida en sus pensamientos.

—Kalia... Me gustas... Me gustas mucho...

Esto hizo que me mirara fijamente y se sonrojara. Iba a hablar cuando la música fue reemplazada por unos gritos provenientes del salón.

La miré y agarré su mano firmemente, para ir a dentro y ver que pasaba.

Solo sabía que, si algo malo sucedía.

Estaría ahí para ella.

Siempre.

Siempre

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𝐈𝐌𝐏𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 | 𝙂𝙚𝙣𝙨𝙝𝙞𝙣 𝙄𝙢𝙥𝙖𝙘𝙩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora