«Solo somos dos almas rotas destinadas a encontrarse».
Abril solo tiene clara una cosa en su vida: no quiere saber nada de chicos.
Pero el destino le tiene preparada una sorpresa cuando decide hacer un viaje a Londres junto a su inseparable amiga...
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Después de aquel rechazo en su casa, Abril seguía comportándose diferente conmigo y a mí me daba miedo preguntar porque no quería saber la respuesta. Había una tensión extraña entre los dos que no lograba descifrar pero como era un cobarde no quise preguntar y me guardé las preocupaciones para mí mismo. Una semana después de lo de su ex, decidí que ya era momento de volver a casa, no quería aprovecharme de la amabilidad de su madre y sentía que poco a poco me estaba ahogando en ese piso.
Héctor volvió de Zaragoza un par de días después de que me instalara en nuestro piso, bueno, en el piso de su tía. En seguida vio que algo me pasaba, era increíble lo rápido que podía leer las expresiones de las personas y saber si estaban bien o no. No quise contarle nada, ya que él era amigo de Abril y no quería que le contara que estaba creándome películas en mi mente. Por suerte las clases volvieron a empezar, así que pude distraerme y no pensar tanto en la actitud extraña que estaba teniendo Abril conmigo. Cuando estábamos delante de los demás se mostraba distante, cada vez que quería cogerle de la mano ella me la apartaba y después se disculpaba diciendo que no quería mostrar nada en público. Lo aceptaba, claro, era su decisión aunque no estaba muy de acuerdo.
Era un día a finales de enero y Héctor y yo estábamos descansando en el jardín de la escuela. Había estado lloviendo durante los tres días anteriores y por fin había salido el sol, así que estaba genial allí fuera.
—Al fin, ya era hora.
Lo miré con el ceño fruncido y giré la cabeza en dirección a su mirada. Se me congeló la sangre cuando vi a Abril charlando muy alegre con un chico rubio mucho más alto que ella. Se reían mucho y de vez en cuando ella le tocaba el brazo, demasiado coqueta. Aparté la mirada cohibido, quizás era una tontería, quizás aquello no significaba nada pero me estaba doliendo muchísimo.
—¿Qué pasa? —le pregunté en un hilo de voz, intentando no mirar hacia allí.
—Abril y Alex, eso es lo que pasa. Madre mía... Alex lleva detrás de ella desde principio de curso y veo que por fin están empezando a unirse más.
—¿Hay algo entre ellos?
—Bueno, dicen que antes del viaje a Andorra, en la fiesta de cumpleaños de uno de su clase, pasó algo entre ellos. Se liaron o algo así, no sé muchos detalles.
Me acordaba de eso. Claudia había comentado que un compañero de su clase las había invitado a su fiesta de cumpleaños y me dijo que yo podría aparecer allí pero me negué porque por aquel entonces Abril aún estaba enfadada conmigo. Hice bien en no ir porque me habría roto verla besar otros labios. Pero saber que había ocurrido algo semanas antes del viaje también me rompía. Tragué saliva y disimuladamente me sequé las lágrimas que estaban empezando a salir de mis ojos. No quería creerme lo que me había dicho Héctor pero la realidad estaba en frente de mis narices. Ella seguía tonteando con aquel rubio mientras que yo sentía como me caía por aquel pozo oscuro que tanto conocía ya. Por eso esos días ella había estado tan rara, por eso se mostraba distante, por eso me frenaba cada vez que quería ir más allá. Porque estaba conociendo a otra persona.