1. You should see me in a crown.

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Los gritos de mis súbditos me reciben como una melodía acompasada. Observó mis largas uñas color azabache complacida, hacía tiempo que no hacía el honor de llamarlos a mi presencia. Evan, mi leal perrito faldero, llega corriendo en su forma lobuna. En cuestión de segundos atraviesa el salón, mucho de los guardias presentes aúllan por su llegada. Sus cuatro patas se convierten en dos y de pronto lo tengo a escasos centímetros de mí, sus ojos acaramelados me miran como si fuera un chuletón en medio de una bandeja y él un vagabundo hambriento. Puede que haya construido una fachada pero yo veo el resentimiento detrás de esos ojos. Una sonrisa ladeada se despliega en mi rostro mientras observo el suyo, unos mechones rizados y castaños besados por el sol se desperdigan por su frente, consecuencia de su carrera.

— Cúbrete las pelotas ¿Quieres?

— Nada que no hayas visto ya.

— Sí, pero nunca tan pequeñitas. — Peters gruñe resentido pero yo solo me limito a rodar los ojos.— Habla, no tengo tiempo.

Evans suelta una risa estrangulada mientras mira a sus espaldas.

—Claro, como si torturar a estos pueblerinos supusiera una verdadera tarea para la reina.

Hago un gesto de advertencia con mi mano que intimida a Evan Peters. Se echa hacia atrás y se lleva una mano a la sien mientras que con la otra se cubre su...hombría. Una gota de sudor se desliza por su frente. Sin darse cuenta, tropieza con uno de mis prisioneros.

— Vístete pervertido.

—S- sí, mi ama. — parece dudar cuando abre la boca de nuevo.— Ha ocurrido algo.

Me levanto de mi trono y veo como sus ojos le traicionan y van al arco de mis pechos. El vuelo de mi vestido de diamante besa el suelo.

—Tienes dos segundos o...— pongo una mano en mi cintura y con la otra sujeto el puente de mi nariz, mirando a un costado. No necesito terminar la frase para causarle una reacción.

— S-se trata de nuestras patrullas, Brayan ha desaparecido y hemos encontrado seis lobos muertos en el puerto, degollados.

— ¡¿A quién le importa Brayan?!— sabía que era su hermano pequeño pero las circunstancias me consumían.— ¿Quién ha sido el culpable?

—Esa es la cosa...tenían las dagas en sus manos, cada uno en su forma mortal. No ha habido signos de resistencia, parecía un suicidio en masa.

—¡Imposible! Le avisé a todo el grupo de lo que pasaría si perdía a alguno de los distritos...

—Pero señora...—sus ojos están llorosos pero a mí no me engañan, estaban así desde el comentario sobre Brayan. Ese cabrón... Siempre mirando su propio culo, ni siquiera acomodándolo en mi frente de guardias he conseguido domarlo del todo, lo más seguro es que escapara antes de la masacre.

—Mañana quiero a los otros seis aquí.

Me inclino hacia el mueble y con una de mis uñas, empujo la ranura de una cajita metálica, al cabo de unos segundos, unas extremidades negruzcas se asoman hasta dejar ver a Rihma, mi pequeño soldado: mi tarántula. Con una voz más hueca, le hablo:

—Tráeme al culpable.

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Holaaa, aquí otra historia más, aprovechando que ya no estoy en la cárcel por fraude estatal :). Espero que os guste, unas cuantas compañeras mías me ayudaron a crear estos maravillosos personajes y trama. Especialmente gracias a Mirabel Campoguerra, ánimo que esos 10 años pasan rápido, seguro que pronto verás la luz del día.

Muy pronto veremos a Abel 🤤🔥.

Xoxo 💗

Queen of hearts. [The weeknd +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora