2. Heartless.

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Mi trono flota sobre las cabezas de mis súbitos, es el bienio del cerezo. Una Tiara con forma de pétalos color sangre descansa sobre mi cabeza, mi vestido del mismo color no hace nada por ocultar mi obstinación. Con la mirada al frente dejó que el pueblo vea a su reina. Mi tacón traquetea un ritmo en la plataforma que de por si sujetan para pasearme por el centro del pueblo.

Nadie tenía derecho a pisar palacio. Así que así es como hacíamos las cosas. Rahma no ha vuelto, pero eso significa que ha encontrado un rastro que seguir, confiaba en ella, a diferencia de estos perros pulgosos que llamo guardias. Yo los saqué del fango de opresión en el que estaban y aún así, después de todo, tengo que limpiar sus desechos porque no saben seguir órdenes.

Hace más de cien años que los liberé, por entonces yo aún era humana. Durante ese tiempo, los lobos eran perseguidos y cazados por los hechiceros, un linaje incontrolable de seres que lo darían todo por tener un poco más.
La segregación de razas hacia los enfrentamientos mucho más letales para todo aquel que estuviera en un rango cercano, mucha gente murió, lo viví de primera mano.

Por eso hice un trato. Y perdí lo más importante de mí, a cambio lo recibí todo. No era mejor que ningún hechicero. Pero ya no queda ninguno que me cuestione. Desde entonces, Evans me juró lealtad, al principio me ofreció mucho más que eso. Me dio su corazón. Pero comprobé que había algo podrido y cenizo en mi que no podía tomarlo, en vez de eso lo apretaba y asfixiaba hasta dejarlo en nada. Y entonces comprendí lo que era. Y lo acepté.

La gente guarda silencio mientras pasa mi plataforma. Los estandartes reales se ondean a los costados anunciando el orden. La advertencia  afilada del poder.

Mis lobos detienen su paso y desciendo en mi trono aterciopelado. Hay unos nubarrones que tiñen el cielo sobre nosotros.  Pero nadie se atreve a levantar la mirada. La única diosa está aquí  abajo, frente a ellos.

Llamo a Evans con un chasquido de dedos. En menos de un segundo está a mi lado.

—Mi señora.

Me giro hacia el esta vez, agarro su hombro, ligeramente por debajo del mío. Estos tacones no hacen más que resaltar mi posición. Lo miro desde arriba y señalo a los pueblerinos que por algún motivos siguen pendientes desde una distancia prudente. Esperan las palabras de su reina. Y quieren explicaciones sobre el ataque del puerto. Quieren saber si deben correr a encerrarse en sus casa o si nuestros chuchos son tan patéticos que se han rendido a navajazos por voluntad propia.

—¿Ves toda esa gente?—susurro, pero Evan no quita sus ojos de los míos. Noto un sabor agridulce en la parte de atrás de la garganta, luego uno un poco más sutil...ahumado.

Expectación mezclada con miedo y...lujuria.

—Bastardo pulgoso. Atiende a lo que te dice tu reina. —El sabor agrio se intensifica el doble y entonces noto en sus pupilas indicios de mi enfado. Hablo con el mismo tono demandante. 

—Tú hermano Brayan. Os ha abandonado, a ti. A tu gente. Al pueblo. —Miró de soslayo a la multitud. Hago un gesto con la barbilla y se que Evans ha mirado donde yo quería.

Una niña de no más de cinco años reposa sentada en el bordillo de la acera empedrada, sujeta un muñeco de trapo con forma de Lobo y su mirada esta por encima del muñeco. En nosotros. Guiño los ojos por la distancia y en seguida me golpa algo conocido.

—Decepción. —Escupo. De vuelta a Evan, algo ha cambiado en su mirada, parece que está reteniendo su forma lobuna. Los lobos pierden el control de su forma cuando experimentan emociones fuertes. Y sé que Evan tiene ataques de ansiedad. El tema de su hermano le ha quitado el sueño últimamente. Bien.

—Acéptalo, el cabrón de Brayan nunca se ha preocupado por lo que os pasaba. Probablemente vio al atacante antes que el resto y echó a correr con el rabo entre las piernas.

La aspereza de mis palabras se filtra en Evan como un golpe de realidad. Algo crece en su interior, a punto de cruzar la linea, esa linea que me permite controlarlo. Juego mi última carta.
Sujeto su mentón y hago que me mire.

—Peters. —digo con suavidad. Suelta un suspiro  entrecortado. —Dime que sabes lo que hice por ti.

Cierra los ojos mientras mi pulgar roza su mandíbula. Asiente.

—Entonces prométeme algo.

—Lo encontraré y acabaré con él.

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Hola bichobolas
Espero que el capítulo de hoy os haya gustado y que dejéis vuestros votos para motivarme en esta historia.
Aprovecho que hoy es un día feliz para mi para publicaros esta continuación. Mi amiga Mirabel Campoguerra ha conseguido colar un móvil de tapa, y ahora puede acompañarnos en este bonito viaje ^^

En el siguiente capítulo describiremos el nombre de nuestra reina...

Comenta si le darias un abrazo a la nena del peluche——->

Queen of hearts. [The weeknd +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora