El Doctor Daniel Krüger es un hombre dedicado a la ciencia y la razón. Sin embargo, su percepción del mundo se alterará al ser seleccionado como uno de los protectores de la Tierra
Todos los personajes la saga Mortal Kombat son propiedad de NetherR...
—¿Qué tal sí...?— Estaba sentado frente a mi computadora, tratando de encontrar la solución a mi problema. —La IA debería proporcionar una interfaz entre el cyborg y su nuevo cuerpo cibernético...— Estaba tan cerca de lograrlo, la unión perfecta entre hombre y máquina.
—ALERTA DE SEGURIDAD: Se detecta la presencia de intrusos en los pisos superiores.
—¿Qué?, imposible. Debe ser algún fallo en los sensores de movimiento– Mi afirmación fue refutada cuando el sistema de seguridad me mostró, desde las cámaras, a dos hombres escabullirse por los pasillos. —Fascinante... Destruyeron a dos securitrones
Los elogios eran totalmente merecidos. El Securitron PDQ-88b es un robot de gran tamaño, de única rueda y con una carcasa de aleación de titanio resistente a la metralla y a las armas de fuego pequeñas. Sin duda, una hazaña notable. No era la primera vez que alguien logró irrumpir en mi fortaleza, pero era la primera vez que llegaban tan lejos. Debía suponer que me estaban buscando a mí, no parecían buscar algo referente a mis investigaciones, probablemente más asesinos a sueldo.
—Bien, supongo que debo ser buen anfitrión y darle la bienvenida a mis invitados— Me levanté de mi silla y volteé a ver a un pequeño ojobot cargando batería. —Despierta E-DE, tenemos compañía
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—[Pitidos de afirmación]
—Bien, entonces vamos a darles la bienvenida—Ambos nos acercamos al ascensor y presioné el botón para llamarlo. —¿Armas listas?
—[Pitidos de excusa]
—¿Cómo que no tienes suficiente batería?, estuviste horas cargándote— Me giré para verlo. —¿Estuviste viendo videos en Internet otra vez?— Le recriminé al pequeño robot.
—[Pitidos de culpa]
—¿Qué voy a hacer contigo?— Dije, para después darle unas palmadas en la su parte superior.
Subimos los cinco pisos de distancia que había entre mi laboratorio y el ático, a donde se dirigían los intrusos. Lógicamente, el ascensor por donde subía era diferente al que los intrusos usaron, me gusta mantener lo que sucede en mi laboratorio en secreto.
—Al fin te muestras— Dijo el hombre que vestía de azul con un cubrebocas plateado.
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