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Pov. Lisa:
El tan ansiado timbre sonó y con eso indicaba la hora de receso.
Las clases de química por fin habían terminado.
No es que me aburrieran del todo, bueno solo un poco; la mayor razón era que había dormido demasiado tarde, más de lo que acostumbraba.
¿Y cuál era esa razón?
Una chica azabache demasiado hiperactiva que decidió quedarse a dormir en mi casa. Y bueno, casi ni dormimos, estuvo hablándome hora tras hora en medio de bromas y miradas de televisión. Aún no entiendo cómo es que mis padres la aceptaron. Casi nunca les hablaba de ella, pero al parecer su personalidad y gran sonrisa logró convencerlos y hasta ganar un poco de su cariño.
Absurdo. Simplemente absurdo.
Pero en fin, es la amiga más especial y en la que confío plenamente, creo que eso es más que suficiente para tenerla a mi lado. Y siendo sincera, a mí también me encanta su divertida personalidad; pero eso es algo que ella no debe de saber.
Me despedí rápidamente de Mina y Sehun -los chicos más cercanos y agradables con los que me tocaba esa clase- para luego salir del salón.
Como era de esperarse mi amiga de la perfecta sonrisa y rostro de modelo estaba ahí, esperándome para ir como siempre juntas al comedor.
—¿Nos vamos? —sonrió para luego entrelazar su brazo con el mío como casi siempre lo hacía.
Asentí en respuesta y salimos de la facultad que ambas compartimos para ir al comedor en medio de una conversación amena y rutinaria. Estaba tan acostumbrada a toda nuestra manera de convivir juntas, que realmente me agradaba y no la cambiaría por nada del mundo. Pero eso es algo que ella tampoco debe de saberlo.
Nos sentamos en la mesa de siempre, la que está pegada al gran ventanal. Tuve la sensación de que alguien nos miraba fijamente, pero no le dí mucha importancia. De seguro estaba siendo medio paranoica luego de haber visto esa película de terror que Joohyun puso anoche.
Conversamos un par de minutos sobre el proyecto de Geografía que nos tocaba hacer juntas para la clase de mañana, hasta que nos dio hambre y le mandé a traer algo de comida.
—Mmm, está bien —me sonrió genuinamente—, ya vuelvo —dijo para luego levantarse.
—Espera, traéme-
—¿Galletas de avena y yogurt de vainilla? —me interrumpió hablando de manera inocente.
—¿Cómo...?
—Estamos todos los días juntas, Lis, es obvio que sepa de memoria tus gustos —me explicó con tanta simpleza que me sorprendió e hizo que mis mejillas se sonrojaran extrañamente.
Me sonrió con dulzura y yo solo desvíe la mirada algo apenada.
