~Capítulo 2~

9 2 0
                                    

Le corbeau noir

Catelyn

Movimientos eficaces y limpios, como una bestia feroz, demasiado rápido. Como si un rayo de luz me iluminara, vi la jugada perfecta, con un simple deslizamiento de dedos coloqué la figura de la torre hasta la posición donde estaba el rey, se acabó.
–Jaque mate,—dije finalmente con tono victorioso.
–¿Espera como?, no me lo creo.
–Pues creetelo, te he ganado... otra vez—dije con un aliento cansado.
El chico pelinegro y de ojos marrones llevaba pidiéndome una revancha desde hace màs de una hora, para ver si podía ganarme, aunque él mismo sepa que eso era imposible, nadie puede vencerme en este juego, ni que lo intenten.
–Una màs Catelyn, juro que en esta te gano,—prometió, volviendo a proponer otra partida.
–No te rindes,¿eh?,—dije, extendiendo mi brazo para estrechar las manos y finalizar del todo la partida.
Era obvio que no lo hacía, y lo entendía, cuando ves que no puedes ganar en algo, quieres intentarlo hasta vencer, aunque los demás te ganen una y otra vez, y te pasen por delante como si fuera una carrera, creyendote que no valías para nada, entendía cómo se sentía eso.
–Entrena y piensa nuevas estrategias, cuando lo hagas ven a mi y rètame a una partida,¿hecho?,—dije aún con la mano extendida.
–Hecho,-él asintió con una sonrisa convencida y estrechó mi mano por fin.

Algo de mi me decía que estaría día y noche para derrotarme, haría lo que fuera para verme perder, y yo haría lo que fuera para verlo ganar, y ver su sonrisa de victoria.

–Por cierto, ¿qué es esto que tenías en la repisa?,—pregunté curiosa, para seguidamente extraer un potecito de cristal de forma cuadrada y un líquido brillante de color azulado en su interior.
–Encima de buena en el ajedrez, cotilla, dame eso,—se acercó a mí con rapidez apartando el tablero de ajedrez con un movimiento brusco y tirándolo todo al suelo, para intentar quitarme el frasco de las manos, fue inútil. Me levanté con rapidez de la silla para ganar más altura.

Nunca me esperé que Altron podría haber comprado o hasta robado una poción, está prohibido, y él sin duda no iba en contra de las normas. Me hubiera asustado más si hubiera sido una poción de ilusión, o cualquier otra, pero de cambio de forma?, podría ser culpado por robo de identidad.
–Me vas a decir a quien se la has comprado,—afirmé con cara seria y amenazante para intentar sacarle información que me fuera útil.
–Bien, pero primero dámela.
–Entendido,—le dí la poción para que acabara finalmente en su manos, acto seguido él echó a correr hacia la puerta.
–Iluso,—dije casi susurrando, para dar un chasquido con mis dedos, y la poción en sus manos desapareciera en un polvo dorado, como si fuera una bomba de humo.
–¿Pero qué?.
–Norma número uno querido amigo, nunca esperes que nadie te deje nada sin darle algo a cambio antes,—dije con una sonrisa dibujada en la comisura de mis labios. –Y ahora me vas a decir de donde has sacado esto,—volví a pedir con la poción real en mis manos. El se dió la vuelta avergonzado para volver donde estábamos sentados hace simples instantes, yo me senté en frente de él con los pies encima de la mesa.

El solo hecho de que él se haya ido corriendo cuando le he dado la poción ya era señal suficiente para saber que no era un vendedor cualquiera, ni una persona de la que fiarse.

–Apareció simplemente de la nada, como si fuera un vendedor urbano que te vende cosas exóticas,—informó.
–¿Le viste la cara?,¿como era su voz?, ¿apariencia?...
–No lo sé, iba cubierto, parecía un cuervo, llevaba una capa negra con plumas por los hombros, tenía un tipo de máscara en la cara, era como un cuervo, se parecía a las de los bailes, su voz era grave pero no supe detectar si era un hombre o una mujer, tenía una apariencia muy llamativa y curiosa, pero a la vez muy sospechosa.

–Nadie se te para en frente a venderte una poción porque sí, más si es de cambio de forma, a no ser que..., ¿viste si llevaba otras cosas que no fueran pociones?
–No recuerdo haber visto mucho más, solo una baraja de cartas, parecían de poker.
–¿Viste su tamaño?,—insistí para que me diera màs datos importantes.
–Eran medianas, más grandes de lo usual.

El puzzle estaba encajando, todo se me vino encima, esa persona no era cualquier vendedora ambulante, me quedé embobada mirando el suelo, sumergida en mis pensamientos y teorías, que poco a poco iban teniendo más sentido.

–¿Dónde dices que te lo encontraste?




Mis piernas corrían por sí solas, devorando el suelo con cada paso que daba. Cuando por fin estaba delante del sitio que todo el mundo iba para celebrar sus logros, 'Le Doux Taverne', mi pulso iba muy deprisa, al igual que mi respiración, fui reduciendo mi paso hasta que llegue a la entrada del sitio, abrí la puerta para seguidamente llevar mi cabeza de izquierda a derecha, pudiendo ver a alguien sospechosamente llamativo al fondo de la barra. El tabernero le ofrecía su copa de vino muy delicadamente, como si tuviera miedo de que lo devorara vivo ahí mismo. Avance con paso firme y discreto para sentarme finalmente a su lado.

–Una cerveza fría por favor,—encargue alzando mi mano con una sonrisa agradable, el tabernero me miró con una expresión tensa, para acto seguido asintió con una sonrisa forzada.

No tenía que ser muy lista para darme cuenta que algo ahí no andaba bien, demasiado silencio, mientras esperaba mi pedido giré discretamente mi cabeza hasta el extraño, como me dijo Altron tenía una máscara de cuervo, con plumas en sus hombros, podría tratarse de la misma persona, a no ser que fuera este tipo de sectas que visten todos igual. Llevé mi mano hacia mi bolsillo para extraer de él un montón de monedas de oro, y volví a girar discretamente la cabeza hacía el desconocido de negro y lanzarle cuatro.

–Quién eres, y para quién trabajas,—dije para ver si podía responderme a mis preguntas.
No lo hizo, en cambio de eso, alejó las monedas, llevándolas de vuelta hacía mí, sin decir nada, mudo, haciéndome quedar ahí sin palabras, se nota que no quería mi dinero, ni quería mi chantaje, ese tipo no era fàcil de manipular.
–¿Te suena esto?,—pregunté,mientras cogía la poción de frasco cuadrado y de líquido azul. Al verla, su mirada se iluminó debajo de esa máscara, se abalanzó para cogerla. Cerré de inmediato la mano para que el frasco terminará siendo simple humo.
–Parece que empezamos a entendernos.
El tabernero se acercó a la mesa.
–Aquí tiene,—comenta mientras me entrega lo que había pedido, para luego alejarse e ir a lavar las jarras.

–Y bien, ¿vas a decirme de donde has sacado esto?.

Nos encontraremos como un eclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora