~Capítulo 4~

4 1 1
                                    


                                                         Ilusión de una dulce

                                                                 Catelyn


Las indicaciones eran correctas, todo encajaba, ese pequeño desconocido me había llevado a... ¿una tienda de brujería?, pero... ¿cómo podía haberme llevado hasta aquí?, ¿cómo podía saber que la poseía?, al menos. ..un poco,¿y como nadie ve que hay algo así en el pueblo?, no comprendía nada, sin querer que ningún pensamiento se cruze más por mi cabeza, me dispuse a entrar a la pequeña tiendecilla. Cuando abre la puerta suena un pequeño tintineo de picaruelos. Con eso un hombre de una estatura medianamente alta venta del final de la tienda.

–Buenos días preciosa joven, dijo con tono alegre.

–¿Qué le trae por este curioso almazen?, quizás ha venido a por làgrimas de hada, o por sabia de cedro con miel, cura muy bien las heridas internas, — continuó ilusionado. Su tono era tan alegre que hasta me daba la impresión que no tenía muchos clientes.

–Agradezco toda su atención, pero me han dado una tarjeta con esta ubicación, y me sorprendí haber visto este lugar .

Su cara dió un cambio drástico, como si le hubiera sorprendido lo que acababa de decir.

–Entiendo, bueno, ya que el destino ha querido esto de una manera tan inesperada, ¿qué me dices si te muestro algunas cosas que te puedan ir bien?.

–Bien.

–Espléndido en ese caso espérame aquí,–pidió.

Cuando se adentro a ir a buscar lo que le dije me di el privilegio de observar en qué lugar me había metido, me encontré en una pequeña sala donde había diversos estantes, con diferentes inventos expuestos en ellas, alguna sección era de pociones, otra de ropa mágica, y hasta una de libros de hechicería. Esa tienda era como un botiquín de emergencias, cubría todas las necesidades de alguien que posee la magia, desde lo más simple hasta lo más importante, ese hombre lo tenía todo.

–Esto es lo que te he encontrado,–se acercó con diversas cosas en las manos. –Para la protección te recomiendo este collar de ámbar,–sentencia alzando el collar, –Y estos anillos de jade y àgata, te ofrecerán poder y confianza. Para tener velocidad y habilidad te tengo estas botas con unos patrones en las suelas, te serán muy útiles para coger altura y desplazarte,–añadió para finalmente dejar todos los inventos en la mesa.

Eso no eran para nada unas baratijas, ni la tienda era mucho menos una chatarrería. El hombre parecía cuidar y guardar con mucho cuidado cada artilugio y detalle de esa tienda, parecía muy antigua, pero muy bien conservada, como si se hubiera guardado por generaciones, estableciéndose en un legado de años, y guardando cada pequeño detalle, era fascinante.

–Aquí tiene,–dije, dejando lentamente diez medallas en la palma, –Ha sido un placer.

–Igualmen...–espetó cada vez con un tono de voz más débil.

–Corre.

–¿Qué?,–pregunté.

–Que te vayas, hay guardias fuera, no debería de estar haciendo esto, pero detrás de todo el almacén se encuentra la puerta trasera de la tienda, una vez estés fuera corre hacia dondé sea.

Yo simplemente cumplí con la orden del hombre, una vez que estaba apunto de cruzar la puerta me giré.

–Gracias.

–No hay de qué querida.

-¿Cual es tu nombre?.

–Absalón.

–Yo soy Jade,–dije con un tono alegre.

–Ahora vete, yo te cubo,–finalizó.

Dí un asentimiento y me fui, cuando me encontré en el almacén vi todas las estanterías con todo organizado, pilas de objetos categorizados por secciones, separados con diferentes etiquetas, 'curación', 'apariència', 'ilusión' y más.

Oí la voz de Absalón detrás de mía.

–Hola queridos clientes, ¿desean algo?, ¿unas botas de punta?, ¿unos zapatos elegantes?.

–Déjate de rollos, estamos buscando a una mujer de piel un poco oscura, de pelo negro rizado, ¿la has visto?.

–No me suena, creo que tendréis que seguir buscando.

–Tenemos que revisar el almacén.

–Adelante.

De repente mi corazón se aceleró todavía más, empecé a caminar de nuevo para acabar dando pasos cada vez más rápidos hasta encontrar la puerta trasera y abrirla de golpe, no miré hacia atrás, no podía, todos mis esfuerzos puestos estaban en salir corriendo de ese. . . . Sitió lo antes posible, y camuflarme en algún lugar durante un tiempo.

Sin pensar en otra cosa, entré en el bosque para que su oscuridad me sirviera como refugio.

Nos encontraremos como un eclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora