Capítulo 5

149 26 11
                                    

Capítulo 5

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 5

Joseph trató de cerrar la puerta del baño pero Benjamin lo detuvo, entonces Joe decidió dar la media vuelta y rogar por todos los cielos tener sorpresivamente el poder para atravesar las paredes y así huir de ese lugar. Para su mala suerte, no fue así. Joe solo consiguió chocar contra la pared.

—Joseph...

—¡No voy a hacer eso! —interrumpió dando la media vuelta —. No puedo, no estuve presente cuando trabajaban las cosas importantes de este periodo, no conozco las demás cosas importantes, no...

—No lo vas a hacer solo, yo dirigiré la presentación y tú serás mi apoyo.

—¡Pues busque otro apoyo! —retó y Benjamin arqueó la ceja ante el sorpresivo arranque de valentía y molestia visible.

—No.

Joe carraspeó con estupor ante la simpleza de su respuesta. Jones estaba ahí, frente a él, con un rostro hermético y las manos en sus bolsillos. Benjamin estaba tan tranquilo mientras que el corazón de Joseph amenazaba con salirse.

—No lo voy a hacer —repitió —. Es más, soy becario, solo soy el que saca copias y me mandan a comprar los refrescos, ¡no puedo hacer eso! Ni si quiera estoy en la nómina de este lugar, solo recibo el salario mínimo de una beca y cumplo mi servicio social.

La desesperación en Joe era evidente. Benjamin suspiró observando levemente la hora en su reloj.

—Te pagaremos por esto.

Alguien intentó entrar a los baños, era un trabajador de servicios que traía consigo escoba, trapeador y un par de cubetas.

—Señor Jones, voy a lavar los baños.

—Vaya a otros.

—Pero...

—Estos baños los estamos ocupando —dijo obstruyendo el paso de la puerta —busque otros, no sé, los baños del piso de arriba o los de abajo, baños sobran en este edificio.

El trabajador de servicios parpadeó en confusión y terminó asintiendo, retirándose así del lugar.

—Bien —continuó Benjamin acomodándose las mangas de su camisa y viendo la hora en su reloj —. Siete minutos de catarsis han sido suficientes, ¿no? Lava tu cara, acomoda tu cabello, sal del baño y dirígete a mi oficina. Nos queda una hora para prepararte para la reunión. En dos minutos máximo quiero verte sentado frente a mi escritorio.

El porte autoritario en Jones hizo a Joe enderezar su espalda por instinto. Estaba tan nervioso que pensó que vomitaría. Pero obedeció. Tomó el gel para cabello y el peine, lavó su cara, se fajó nuevamente su camisa y dos minutos después estaba sentado frente al escritorio de Benjamin.

Sobre la mesa había una libreta abierta con notas y explicaciones tomadas a mano; rápidamente supo que esa letra bonita y pulcra era la de su jefe. También estaba un folder con su nombre membretado que contenía un juego del informe y justo al centro del escritorio estaba el ipad de Benjamin Jones mostrando la presentación que usarían en la reunión.

—Lo importante ya lo sabes. En las últimas semanas has estado sacando copias de esta información y te he visto leer su contenido mientras lo hacías, también trabajaste con los datos organizándolos en tablas y archivos y recuperaste información de otros departamentos. ¿Me equivoco?

—He hecho todo eso —murmuró Joe y en ese momento tuvo la realización de que todo ese tiempo Jones lo estaba incluyendo en el trabajo del departamento de una manera poco ortodoxa.

—También te has dedicado a conocer a nuestros asistentes de la reunión —continuó Benjamin y Mazzello ladeó ligeramente el rostro confundido —. Sabes qué come cada uno y cómo lo quiere, Joe, uno conoce mucho a las personas según sus gustos en la comida; los has escuchado hablar en las reuniones y has atendido algunos de sus caprichos.

Joseph lo observó sin reacción alguna. El chico estaba en una especie de trance mental porque Benjamin Jones no solo había recordado su nombre por segunda vez en el día, sino porque había decidido sin más llamarlo Joe.

—¿Comprendes lo importante que es eso?

Ahora Joseph carraspeó y se sonrojó con pena. Jones supo que el becario no comprendía eso y entonces decidió explicar nuevamente.

—Al entregar sus pedidos de comida en las reuniones pudiste ver quien te agradeció pero no te dirigió el rostro, quien te agradeció viéndote a los ojos o con una sonrisa y quién simplemente te ignoró. Quizá notaste quien se ofrecía a ayudarte con las cosas o trataba de no pedirte tanto para no hacer el pedido más pesado; quien dejó su basura en el escritorio y quién la recogió, quien comió todo y quién apenas y tomó un bocado.

—¿Y como me va a ayudar todo eso?

—Joe, como te dije anteriormente, uno conoce mucho a las personas según sus gustos y actitudes con la comida. Lo sabrás mejor al momento de la reunión —. Jones volvió a consultar la hora en su reloj —. Bueno, ¿comenzamos?

Durante la siguiente hora Benjamin se encargó de dar a Joseph los pormenores de la reunión que tendrían. Tal y como dijo, el director dirigiría toda la presentación y Joe fungiría de apoyo en algunos criterios puntuales. Ben había preparado una especie de guión con información que Joe fácilmente podía aprender para no fallar, y aunque así fuese, los profundos ojos verdes de Ben, su sonrisa tranquilizadora y esa aura de confianza, seguridad y liderazgo le hacían confiar que todo estaría bien.

☕ 

Realmente me emocionó el rumbo que tomó esta historia. Amo a Benjamin boss. Te advierto que no quedan muchos capítulos, eh, esta historia amerita ser corta y está perfecto así. ¡Gracias por leer! Abrazoos

Pasante de contador - Hardzzello AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora