Venus
Al llegar a casa me voy directo a mi habitación a cambiar mi uniforme por ropa cómoda. Mi vestuario son unos pantalones oscuros con una blusa roja que cea en mis hombros junto con unos tenis negros.
Al bajar las escaleras entro a la cocina y miro a mi madre servir mi comida con prisa y dejarlo todo frente a mí.
—Me tengo que ir— se quitó el delantal y pinché mi comida con el tenedor.—Llegaremos tarde hija, no nos esperes despierta. Y lamento no poder comer contigo.
—No te preocupes. Entiendo.
Siempre había sido así.
Mis padres se la pasaban la mayoría del tiempo trabajando en el hospital, y no me molestaba, me gustaba mi soledad y la tranquilidad que esta me brindaba. No siempre era así, los dos siempre han sabido como pasar tiempo conmigo sin descuidar su trabajo y a mí mucho menos.
Como con paciencia disfrutando el sabor en mi paladar y frunzo el ceño al ver cómo un papel con el sello de la escuela sobresale del bolso de mi madre. Me levanto con cautela mientras ella me da la espalda, tomo el papel entre mis manos y mi mandíbula se tensa al leer lo que dice.
—¿La mitad?— pregunto y gira.—¿De verdad pagaste la mitad del mes?
Miró con vergüenza el papel entre mis manos y sentí como mi rostro se calentaba y probablemente, se ponía rojo del enojo. Me frustraba esta situación y más cuándo era innecesario tener que lidiar con ella.
—Lo siento— susurró.
—¿Por qué?— dejé el papel sobre la isla, junto a mi plato de comida.—¿Por qué sólo pagaste la mitad?
—La colegiatura subió el doble y yo no lo sabía.
—¿Qué vamos hacer?— cerré los ojos con fuerza, tratando de que esto no me afecte tanto.—La colegiatura se paga cada mes y no tenemos dinero para estar pagando esta cantidad— señalé el papel.—Les dije. Les dije que no me importaba estudiar en una escuela pública mamá. Este gasto no es necesario...
—No hija— negó y se acercó a mí.—No es un gasto, nada tuyo es un gasto y mucho menos algo innecesario— apartó mi cabello de mi rostro y lo colocó detrás de mis orejas.—No te preocupes, nosotros encontraremos la manera de pagar esto y estar al día con todos los pagos.
Suspiré intranquila.
No me gustaba tener esta presión sobre mí. Sabía que la mayoría de preocupaciones se las llevaban ellos pero para mí no era nada agradable saber como se carcomen para poder solucionar los problemas económicos.
—Tenemos pocos días en el hospital. Pero pronto nos pagarán— su voz provocó que alzara el rostro.—En cuanto nos paguen iré a cubrir la mitad que quedó pendiente.
Sonrió y tomó el papel para regresarlo a su bolso y ponerlo sobre su hombro.
—Ahora, come y concéntrate en ti, ya verás como solucionamos esto— dejó un beso en mi frente y salió de la cocina.
Arrastré mis pies hasta el banco donde estaba sentada y retomé mis alimentos con mal sabor de boca. No me gustaba para nada esto pero debía ser paciente. A lo lejos escuché como la puerta se cerraba y como el auto se alejaba de la casa. Me levanté de mi lugar y lavé lo que usé para después subir a mi habitación a repasar algunos apuntes que Vanessa me había pasado.
Pasé frente a mi ventanal y me detuve en seco cuando miré a Vanessa dar vueltas en la habitación que supongo es de ella. Jamás pensé que sería su vecina y es una sorpresa agradable, de todas formas es la única que me agrada en este lugar nuevo.
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Su propio juego
Teen FictionElla es de mirada inocente, rostro de ángel, palabras de sirena, cuerpo de diosa pero corazón y mentalidad de diabla. Y yo, yo soy un idiota que caí en mi propio juego.