Escuche el tun, tun, tun que indicaba que el había colgado primero. Metí lo indispensable a mi bolso, como un labial, mi monedero y mis llaves, tomé mi abrigo y prácticamente corriendo. Mientras bajaba por el ascensor pensaba en lo que estaba a punto de hacer, era completamente insensato, una total locura, una cita en un hotel con un desconocido que igual y podría ser un psicópata. Pero ya lo había hecho y además mi número había quedado registrado en su celular, si no me aparecía segurame me buscaría para reprocharme.
Tomé un taxi y le indiqué la dirección, exactamente 25 minutos después estaba yo cruzando la puerta del hotel, uno de cinco estrellas, por cierto, jamás me imagine que ahí te alquilaran una habitación sólo por una noche. Tomé un gran respiro mientras caminaba nerviosa de un lado a otro, y, ¿si era una tomada de pelo?, ¿una broma?, la chica que me dio el teléfono sólo la había visto una vez en mi vida y por lo que recordaba ya estaba pasadita de copas. Definitivamente había perdido el juicio, estaba por salir del lugar cuando alguien susurró en mi oído.
– ¿Estás libre esta noche? – el sonido de su voz erizó mi piel.
Asentí con la cabeza, aquella intensa sensación que su aliento produjo en mi oreja no me permitió hablar y eso que todavía no me tocaba. Volteé y me encontré con el hombre mas atractivo que había visto jamás; alto, delgado, de piel blanca como la nieve, ojos cafes, cabello negro y con una sonrisa cautivadora que dejaba lucir el lunar junto a su labio, pantalón negro que hacía notar su lindas y fornidas piernas, camisa blanca con los primeros botones descubiertos y un abrigo negro, en verdad era un dios. Me ofreció su brazo y nerviosa caminamos en silencio al elevador. Subimos al piso 15 y recorrimos el pasillo hasta la última habitación. Deslizó la tarjeta y la puerta se abrió, me dejó pasar primero, ademas de guapo olía exquisitamente, un olor varonil y elegante. Entro detrás de mí, encendió la luz y cerró la puerta.
– ¿Cómo me contactaste? – preguntó mientras yo caminaba al centro de la habitación.
– Una... amiga me dio tu número – no consideré buena idea decirle la verdad.
– ¿Te explico las reglas? – dijo con un tono de solemnidad.
– No... sólo me dijo la clave. – respondí volteándome y encarándolo.– Bien, regla número 1, no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número 2, no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad, ¿entendido?
– Sí, no nombres, no preguntas personales – repetí como si fuera una alumna.
Se acercó a mí, mi corazón se disparó más de lo que ya estaba, me quitó el abrigo y comenzó a acariciarme un brazo con el dorso de su mano, como acto reflejo cerré los ojos, sentí como acariciaba el otro brazo con la yema de sus dedos, lo próximo que sentí fueron sus tibios labios recorriendo mi cuello mientras me sujetaba por la cintura yo subí mis manos por su pecho y hasta abrazarlo por el cuello, estaba perdiéndome en sus caricias, ¿cómo un desconocido estuviera excitándome de esa manera?
Deslizó sus manos por mi espalda y bajo lentamente el cierre de mi vestido mientras sus labios subían por mi mentón hasta llegar a los míos, me besó despacio y suavemente, yo correspondí un tanto frenética, me estaban matando sus caricias y había deseado como nunca antes sentir su boca unida a la mía. Le quité el abrigo y lo tiré en el suelo, el comenzó a bajar lentamente mi vestido en tanto yo intentaba quitarle su camisa sin dejar de besarnos, el vestido cayó al suelo y yo levanté los pies para librarme completamente de él y lo aventé al igual que su camisa.
Entonces, el besó uno de mis hombros mientras sus manos desabrochaban mi sostén y me lo quitaba por completo, besó uno de mis senos mientras acariciaba el otro con movimientos circulares, yo estaba ya jadeando y tenía mis manos enterradas en su cabello. Subió por mi cuello con besos cortos hasta volver a besarme en los labios y me dirigió hacia la cama, me tendió en ella y se colocó encima de mí, fue besando mi cuello nuevamente y siguió bajando por entre mis senos, continuó hacia mi ombligo y sentí como sus manos me quitaban la única prenda que me quedaba. Abrí la boca cuando sentí que besaba la parte más íntima de mi cuerpo, con las manos apreté las sabanas y un fuerte gemido se me escapó que, incluso, me sorprendió, yo era del tipo silenciosa en esas cuestiones, pero sus caricias me estaban enloqueciendo, de pronto sentí una fuerte corriente eléctrica recorriendo cada minúscula parte de mi cuerpo, estaba llegando al clímax, otro sonido escapó de mi boca y apreté aún más las sabanas.
Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos, vi como el se levantaba y se terminaba de desnudar, luego de eso subió a la cama acarició mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera, acarició mi pelvis y no sé qué botón encendió, pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo dentro, así que abrí mis piernas y sentí como introducía un dedo allí, me aferré a su espalda mientras el movía constantemente su dedo dentro de mí, besando alternadamente mis senos, a decir verdad, mis gemidos eran los que inundaban la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba experimentando, introdujo un segundo dedo y aceleró sus movimientos mientras yo estaba llegando al orgasmo paro en seco, lo que hizo que le reclamara entre jadeos, pude ver completamente su rostro sonriente, levanto mis piernas sosteniendome de las rodillas, yo estaba completamente a su merced y empezó a hacer movimientos sueves haciéndo rosar nuestro sexos, mis manos rascuñaban su espalda mientras le suplicaba por más, se colocó un preservativo y sin previo aviso se introdujó en mi, sus movimientos comenzaron lentos y torturantes, yo estaba desesperada cuando inesperadamente sus movimientos se volvieron rápidos y de pronto me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total, creo que hasta luces de colores pude ver, sentí como el apretaba mis caderas y sus musculos se tensaron hasta correrse. Se dejó caer rendido sobre mí, estábamos empapados en sudor. Cuendo controló un poco su respiración, se acostó a mi lado, nos quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las cosas, entonces el se levantó de la cama.
– ¿Te vas ya? – pregunté casi con pánico.
– Sí – se dirigió al baño – pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – agregó.
– Espera... tú... – no supe cómo formular la pregunta para que no sonara personal.
– Regla número tres: no lazos afectivos – dijo y entró al baño.
¿Así que eso era todo? Sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole, sin explicaciones ni interrogantes, sonaba sencillo y simple. Suspiré, sin duda alguna era el mejor cumpleaños de toda mi vida, sonriente y satisfecha abracé la almohada y me quedé profundamente dormida.
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Golden Hour
عاطفيةSólo hay tres simples reglas a seguir: 1. No nombres. 2. No preguntas personales. 3. No lazos afectivos. Son las indicaciones que el desconocido le da a Lisa en su primer encuentro, pero, ¿para ambos será igual de simples seguirlas al pie de la let...