Hace ya unos meses me topé con el tiempo en un garito del centro. En un garito de estos oscuros en los que uno va cuando está acabado, vencido, doblado...el caso es que allí estaba: viejo, canoso, abatido, con una copa cargada de wisky y con un cigarro que sostenía entre sus magullados dedos. No necesité presentarme, me aseguró que me conocía desde hacía tiempo. Nuestra conversación fue corta, pero de estas que se tardan en olvidar.
Recuerdo que comentó cuánto había cambiado, que casi no me reconocía, y algo sobre un mal que lo mataba poco a poco.
La conclusión que saqué de este encuentro fue que debo cambiar de antro al que visitar un martes por la noche. Ah, y que hasta al tiempo le cuesta hacer memoria.
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60 segundos
Short Story¿Qué puedes hacer en sesenta segundos? Yo puedo hacerte llorar, reír, sonreír, soñar, volar... o simplemente robarte un minuto... (pero solo si me dejas)