Capítulo IX

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Jisung se encorvó en una de las sillas estilo Brabbu del comedor de su padre, con un cuchillo en mano, torcía casualmente la punta entre las yemas de los dedos mientras que miraba hacia sus hermanos con recelo. Solo había tres de ellos en ese momento.

Al menos a Félix no se le había ocurrido la brillante idea de reunir a todos Los Vengadores para esta pequeña intervención. Su padre también estaba ausente, lo que significaba que no se trataba de una sanción. Era bueno saberlo. Bueno, tal vez.

Bien podría arrancar la bandita de un solo tirón: 

—Entonces, ¿Qué es tan importante como para que me hagas venir a la casa de nuestro padre a mitad de la noche?

Félix se pasó una mano por el cabello, echando una mirada hacia Jeno como si esperara que fuera él quien se hiciera cargo de Jisung. Jisung no podía entender porque ellos siempre pensaban que él necesitaba ser manejado.

Jeno alzó una ceja encogiéndose de hombros.

—A mí no me mires. Es TU fiesta.

Félix soltó un pequeño gruñido frustrado, agarró su teléfono dispuesto frente a él y después de presionar algunas teclas lo deslizó hacia Jisung a través de la mesa. Al tomarlo en la mano, vio varias fotos de él y de Chenle desayunando en la cafetería.

—¿Estás haciendo que alguien me siga?

—No, idiota. Son capturas de pantalla. Están en internet. —espetó Félix.

—Okey. ¿Y qué? —preguntó Jisung —. ¿Me llamaste para venir aquí a la una de la mañana porque tomé un desayuno?

—Estás siendo obtuso —respondió Jeno —. No es la comida por la que objetamos, sino la compañía que estás manteniendo.

Las fosas nasales de Jisung se ensancharon. —¿Chenle?

Félix se retiró las gafas y se pellizcó el puente de la nariz.

—Sí, Chenle.

—¿Por qué? ¿Qué diablos les importa con qué personas tengo citas?

—¡Citas! —Félix soltó —. No puedes ser tan estúpido.

—Creo que lo estás subestimando. —dijo Jeno, divertido por la furia de su hermano.

Doyoung se pasó ambas manos sobre la cara. Claramente acababa de salir de otra juerga. Tenía tres días de barba incipiente en la barbilla y su cabello castaño oscuro estaba erizado. Los botones no coincidían encima de su camisa blanca. —Nos importa porque estás saliendo con el hijo de una de tus víctimas. Tienes que comprender que es una pésima idea.

—¿Por qué? —preguntó Jisung, inclinándose hacia atrás en su silla.

—Se trata de una cosa de seis grados de separación. —explicó Doyoung —. Las personas comenzarán a preguntarse por qué un consentido niño rico está saliendo con la chusma y escoria.

Jisung dirigió su mirada hacia Doyoung.

—No le digas así. —advirtió.

—Por Dios, enserio le gusta este chico. —murmuró Doyoung.

—Sí. No necesito ocultarle quién soy, ya sabe que soy un asesino. Todo es... más fácil con él.

Félix parecía estarse ahogando con una pelota de golf.

—¿No se te ocurrió que te están tendiendo una trampa?

Jisung resopló. —¿Qué? No, no está haciendo eso. Son unos malditos paranoicos.

—La base de esta familia se formó sobre mil cadáveres. Por supuesto que estamos paranoicos. Siendo así es como somos capaces de hacer las cosas que hacemos. —le recordó Jeno.

1. इति | Jιcнєη / ƇнєηנιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora