Capítulo XXVI

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Lo primero que lo golpeó fue el olor a sangre, llenando sus fosas nasales hasta que sintió que se ahogaba con un millón de monedas de cobre. La carnicería fue lo siguiente.

Sus zapatos resbalaban en los charcos de sangre mientras hacía lo posible por orientarse mientras sus ojos se adaptaban a la escasa luz de la habitación. Los hombres caídos estaban por todas partes, todavía desparramados de la forma en que habían caído, y en el centro de todos ellos estaba Gary... atado a esa misma silla plegable, gritando y sudando.

—¿Trajiste la silla plegable? —preguntó Chenle distraídamente.

Minho asintió.

—Pensamos que podría ser de ayuda. Ya sabes, al ser tu primer asesinato y todo eso, no queríamos que saliera corriendo.

Las cejas de Chenle se levantaron, un sentimiento cálido lo invadió.

—Gracias, eso es... un poco dulce, la verdad.

Los chicos le sonrieron.

Chenle sacó su pistola y apuntó a Gary.

—Quítale la mordaza.

Los chicos se miraron entre sí y luego a Jisung.

—Ya lo escucharon. —dijo Jisung.

Tiraron de la mordaza y Gary empezó a balbucear inmediatamente.

—Por favor, Chenle. Por favor. No lo hagas. Eres un buen chico. No como nosotros. No como ellos

—Miró a los siete hombres que los rodeaban—. Ellos son monstruos, pero tú... siempre fuiste un chico dulce. Tu padre te amaba. Yo te amé.

Chenle lo escuchó todo, sorprendido por lo poco que le importaba el hombre que suplicaba por su vida.

—Puedo hacerlo yo. —dijo Jisung de nuevo.

—Dale un minuto. —dijo Doyoung, sorprendiendo a Chenle.

—Sí, esto no fue fácil para ninguno de nosotros y ni siquiera tenemos la capacidad de sentirnos mal por lo que hacemos. —dijo Ten.

Chenle se encontró con que se estaba atragantando. Estos hombres -estos psicópatas asesinos y desviados- eran su familia y estaban siendo extrañamente comprensivos. Ellos pensaban que tenía miedo de matar a Gary o que se lo estaba pensando.

—No quiero matarlo —dijo Chenle. Cuando los hombros de Gary se hundieron de alivio, Chenle añadió:

—Todavía.

—Bueno, no tenemos mucho tiempo.

Chenle apuntó a la rótula izquierda de Gary y apretó el gatillo, los gritos del hombre lo inundaron.

—Esto es por todo lo que ustedes, malditos monstruos, me hicieron. —Apuntó a la rótula derecha de Gary, disparando sin dudar

—Eso es por todo lo que les hicieron a los otros. —Apuntó el arma entre las piernas de Gary, una sombría satisfacción lo llenó cuando Gary comenzó a sacudir la cabeza. Pero era demasiado tarde. Chenle disparó

—Y eso solo porque sí.

—No es que no aprecie una buena ejecución —dijo Jeno—, pero ¿puedes acabar con su sufrimiento ya? Sus gritos son molestos y tenemos que empezar a limpiar. No tenemos todo el día.

Chenle levantó la pistola.

—Claro.

La bala impactó justo entre los ojos de Gary, dejando sólo el más pequeño de los agujeros. Chenle lo miró fijamente, con los oídos zumbando, viendo cómo una pequeña línea de sangre se deslizaba por la nariz del hombre. Casi de inmediato, se produjo una oleada de actividad. Jeno le arrebató el arma de la mano y los chicos desataron a Gary, arrojándolo entre los demás.

No prendieron el fuego de inmediato. Félix los obligó a todos a desnudarse y a sumergirse en el agua para quitarse la sangre. Sus ropas fueron recogidas en bolsas de basura y se distribuyó ropa nueva a cada uno de ellos. Las armas se recogieron en una caja de metal para fundirlas más tarde, y la ropa ensangrentada se quemaría fuera del lugar donde Jeno pudiera estar seguro de que desaparecieran.

Prender el fósforo era lo último en su lista. Chenle se echó hacia atrás, observando cómo la pequeña llama estallaba, persiguiendo el rastro de gasolina alrededor del edificio antes de alcanzar la madera. El edificio quedó casi inmediatamente envuelto en llamas. Aun así, todos se quedaron mirando hasta que estuvieron seguros de que nada impediría que el fuego hiciera su trabajo, antes de seguir sus caminos.

Estaban lejos de la escena cuando Jisung finalmente miró a Chenle.

—¿Estás bien?

Chenle negó con la cabeza.

—Mis oídos me están matando. En el campo de tiro, te dan orejeras. —Se tiró de los lóbulos de las orejas como si eso pudiera ayudar al problema.

—¿Me refiero a que si estás bien con lo que hiciste? ¿A Gary?

Chenle asintió una vez más.

—Tal vez debería sentirme culpable o, al menos, tener algún tipo de arrepentimiento. Tal vez llegue más tarde, pero sinceramente me siento... aliviado. Como si todo hubiera terminado por fin.

—Así es —le aseguró Jisung antes de añadir:

—Bueno, lo será una vez que Wendy remita las pruebas a los agentes de ley correspondientes.

Chenle bostezó.

—¿Podemos ir a casa? Quiero una ducha y comida tailandesa. Y quizá helado.

Jisung asintió.

—Sí. Claro.

Estaban entrando en la plaza de aparcamiento de Jisung cuando éste dijo:

—¿Lo decías en serio?

Chenle trató de pensar en el millón de cosas que podría haber querido decir. —¿Qué cosa?

Jisung aparcó el coche y se giró en el asiento para mirar a Chenle.

—El mensaje de texto. ¿Lo decías en serio?

Chenle pudo sentir que se sonrojaba.

—¿Qué parte? —dijo con evasivas.

Jisung sonrió.

—¿La parte en la que decías que me amabas?

La mirada de Chenle se dirigió a su regazo, su corazón latiendo con fuerza. Se apretó las manos para evitar que le temblaran. ¿Cómo podía ser esa pregunta más estresante que un asesinato?

—No lo sé. ¿Tal vez?

Jisung pasó el dedo por debajo de la barbilla de Chenle, obligándolo a encontrar su mirada.

—¿Tal vez me amas?

Chenle quería decirlo. Lo quería. Quería decir que amaba a Jisung, pero las palabras no salían. Así que se limitó a asentir con la cabeza.

La sonrisa de Jisung se amplió.

—Bueno, tal vez yo también te amo.

El pecho de Chenle se tensó, su cara retorciéndose en una mueca.

—No digas eso. Sobre todo, si no lo dices en serio.

Jisung frunció el ceño.

—Sí lo digo en serio. Es decir, creo que lo hago.

—¿Crees que lo haces? —repitió Chenle.

Jisung asintió con seriedad.

—O sea, no sé lo que se siente el amor, pero sé que lo que siento por ti, nunca lo he sentido por otra persona, nunca. Así que, ¿quién puede decir que eso no es amor?

—No lo sé —dijo Chenle—. Tal vez lo sea.

—Entonces, tal vez te amo.

Chenle negó con la cabeza, una sonrisa estúpida se formó en su cara mientras se inclinaba a través de la consola hasta que estaban nariz con nariz.

—Entonces tal vez yo te amo de vuelta.



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1. इति | Jιcнєη / ƇнєηנιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora