Capítulo XXI

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Chenle miró por la ventana todo el camino a casa, tarareando junto con la radio, pero sin intentar conversar. Jisung estaba aprendiendo que Chenle necesitaba tiempo para procesar las cosas, para masticarlas antes de poder digerir completamente cualquier horror que apareciera en sus vidas.

Aunque Chenle no entabló conversación con Jisung, sostuvo su mano, los dedos entrelazados, las palmas tocándose, haciéndole saber a Jisung que no era nada de lo que había hecho.

En el ascensor, Chenle lo rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza justo debajo de la barbilla de Jisung. Pero, al igual que la última vez que habían estado en la casa del padre de Jisung, Chenle lo encendía casi de inmediato, sus manos se deslizaron por el pecho de Jisung y empezaron a desabotonar su camisa.

—Te deseo. Ahora.

No era una pregunta. Jisung no protestó, y dejó que Chenle le quitara la camisa de los hombros y cayera a sus pies. Ya se estaba endureciendo detrás de su cremallera.

—¿Sí, bebé? Dime.

La mirada de Chenle se movió rápidamente hacia la suya, su lengua salió para lamer su labio inferior.

—Quiero que me folles.

La sonrisa de Jisung era salvaje, su mano agarrando la garganta de Chenle, lo hizo caminar hacia atrás hasta que su espalda golpeó la barandilla.

—Siempre quieres que te folle. —dijo Jisung, inclinándose hacia adelante para lamer la comisura de los labios de Chenle

—Quiero que abras la boca y me digas exactamente cómo lo quieres. Quiero escuchar las palabras —Se inclinó, arrastrando su lengua por el camino de su mandíbula—. ¿Lo quieres bonito, lento y profundo? ¿O quieres que te folle hasta que olvides tu propio nombre?

Chenle gimió.

—Definitivamente eso. Lo quiero duro. Áspero.

Jisung gruñó en voz baja.

—¿Qué tan duro?

—Haz que duela. —rogó Chenle.

—Ese es un pedido muy peligroso —bromeó Jisung contra el caparazón de la oreja de Chenle

—Porque me encanta la forma en que suenas cuando te ahogas con mi polla, tus uñas arañando mis muslos mientras te desesperas por respirar —Jisung mantuvo su mano firmemente alrededor del cuello de Chenle mientras se apartaba para mirarlo

—Y eres tan jodidamente bonito cuando lloras.

Las pupilas de Chenle se ensancharon y tragaron con dificultad debajo de la palma de Jisung.

—Confío en ti. Hazlo. Quiero sentirte cada vez que me siente. Quiero que se vea como la escena de un crimen cuando hayas terminado conmigo. Por favor, Jisung.

Cristo. El sonido de su nombre en los labios de Chenle fue más caliente que cualquier toque. Realmente era perfecto en todos los sentidos posibles. Y era todo de Jisung... de todas las formas posibles. Le encantaba eso, no importaba lo brutal que fuera, Chenle siempre supo que Jisung lo cuidaría, sabía que siempre le daría lo que necesitaba.

Besó gentilmente las mejillas de Chenle, su nariz, sus párpados, rozando sus labios juntos antes de apartarse para apretar los dientes en el caparazón de su oreja.

—Dilo de nuevo. —dijo con voz ronca.

—Por favor...

—Mi nombre, dilo. —exigió Jisung.

Su nombre fue un suspiro en los labios de Chenle, como si fuera la respuesta a cada una de las preguntas de Chenle sobre la vida. Eso volvió loco a Jisung, le hizo querer hacer cosas malas a las personas que dañaron a Chenle. Cosas tan depravadas que la mayoría de la gente no las diría en voz alta.

1. इति | Jιcнєη / ƇнєηנιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora